El primer semestre del ciclo lectivo está cerrado y lo más destacable que ha tenido es, curiosamente, que ha transcurrido con normalidad. Eso no sería nada a destacar si no fuera porque es el primer semestre desde 2020 que eso sucede. La pandemia de Covid-19 y sus restricciones trastocaron tantos aspectos de la vida que incluso el desarrollo más o menos convencional de algunas de sus instituciones más importantes parece digno de resaltar. Sin embargo, claro está, si bien el dictado de clases es lo que ha transcurrido por carriles ya conocidos, no se puede decir lo mismo de la fortaleza en saberes que los alumnos -que debieron atravesar estos dos años con clases entre virtuales, mixtas y presenciales- han conseguido tener.
Los resultados, recientemente difundidos, de las Pruebas Aprender son una buena muestra de ello, y el deterioro educativo se ha visto reflejado claramente, y se suma al arrastre de una pauperización que ya estaba instalada antes de que la pandemia la profundizara. En este sentido, la baja en los niveles de comprensión lectora y de desempeño matemático son notables, aunque en este último aspecto Mendoza (junto con un mínimo grupo de otras provincias) haya dado la nota al mostrar un leve mejoramiento.
José Thomas, titular de la Dirección General de Escuelas, ofreció un análisis y un balance de esa realidad, a las puertas del receso de mitad de año. El jefe de la cartera educativa reconoció, en este sentido, que la calidad educativa y su desmejoramiento es un problema cuyo inicio de solución está en reconocerlo, medirlo con herramientas científicas y atacarlo. Por eso, adelantó que van a avanzar en la promoción de una ley de alfabetización que garantice que esas mediciones y esa búsqueda por resolver los problemas trascienda la gestión de su gobierno. Un paso, bien vale decirlo, que permite entender que la intención de sacar una ley de educación más abarcativa, como la que planteaba este gobierno en 2020, ha sido reemplazada por este intento de ir resolviendo parcelas menos abarcativas, pero igualmente importantes.
–¿Cuál es su balance de esta primera mitad de año desde la pandemia en que se pudo encarar un ciclo lectivo normal?
–Ha sido realmente un buen semestre. Las escuelas, los docentes, los directivos han trabajado mucho. Este regreso la ha encontrado a Mendoza bien parada. porque nosotros ya el 1 de marzo del año pasado tuvimos presencialidad, con alternancia y burbujas. En marzo de 2021 hicimos test de fluidez lectora, relevamiento provincial de aprendizaje, y todo nos permitió buscar distintas políticas y recuperar aprendizajes. Los resultados de las pruebas Aprender fueron contundentes para mostrar cómo han caído los aprendizajes. En todos los países donde se han hecho estudios como los Aprender se muestran caídas similares. Hay que destacar como comparativo, que Mendoza en Matemáticas es la que menos cayó y hasta recuperó algo. Ha tenido que ver en esto la presencialidad que tuvo Mendoza el año pasado. Lo que dicen los análisis es que Matemática se movió de la mano del problema general. En cuanto a Lengua, en Mendoza estamos muy focalizados con el censo de fluidez lectora y viendo cómo nuestros chicos van mejorando y aprendiendo, cumpliendo con las expectativas. Hay un debe importante, sí, pero hay que reconocer el esfuerzo y la mejora de algunos chicos, gracias a las jornadas extendidas, a los talleristas, a todo lo que se ha hecho para mejorar. Creo que nos vamos a encontrar con una segunda mitad de año bien orientada para fortalecer las trayectorias reales, con información clara de cada situación.
–Pero en lo que coinciden docentes y padres es que el golpe de la pandemia sobre la educación ha sido duro.
–Es imposible recuperar todo en seis meses o en un año, y hay falencias anteriores a la pandemia, de 2019 y para atrás. Es decir, parte del problema fue la pandemia, pero otra parte venía de antes. Mendoza ya tenía un camino trazado. Todo lo que se hace en cuanto al seguimiento de alfabetización o trabajos remediales, es importante. También lo que se hace en recuperación de saberes, acompañamiento, en innovación pedagógica con trabajos en proyecto, nos muestran avances, que da una luz de esperanza al final. Ya podemos ver algunos buenos resultados.
–¿Como cuáles?
–Por ejemplo, tenemos más chicos en la secundaria que en 2019, y eso es un buen indicador. Son casi 10 mil chicos más. Se creía que iba a haber más abandono después de la pandemia, pero en Mendoza abandonaron menos que antes. El desgranamiento es menor. Y el abandono se ha trasladado a años superiores: antes era en los primeros años, ahora es en cuarto. Son datos positivos. Y viene disminuyendo la cantidad de chicos con problemas.
–Volvamos a las Pruebas Aprender. Más allá de algunas mejoras puntuales y pequeñas, nos seguimos encontrando con malos resultados. ¿No hay nada para hacer?
–Tengo una visión crítica de la percepción del problema. Creo que no se termina de percibir en algunos sectores, que no quieren darse cuenta de la magnitud del problema de la caída de la calidad en la educación. Más que las Pruebas Aprender, también tenemos que ver los Erce y los Pisa. En la Argentina venimos cayendo en forma comparativa con todos los países de Latinoamérica. Y eso no es responsabilidad sólo del docente o de una escuela, sino de la sociedad en general. Tenemos mucha pobreza y problemas económicos. Lo que no podemos hacer es no ver el problema, no buscar políticas para remediarlo. Por eso decía que en ese contexto tan desfavorable, ver algunos resultados en Mendoza da esperanza. Pero no reconocer el grave problema que tenemos es temerario.
–Hace unos días en Mendoza se realizaron pruebas de comprensión lectora. ¿Ya cuentan con algunos análisis de esos resultados?
–Todavía no tenemos el informe. Pero lo que se puede decir, a grandes rasgos, es que encontramos mucha interrelación entre mejora en fluidez lectora y en comprensión lectora. También hay una semejanza entre nuestro relevamiento y lo que marcan los de las Pruebas Aprender. Esto nos permite hacer políticas, ver qué cursos tienen que reforzarse, tomar políticas más profundas. Nosotros hemos arrancado con nuestro plan provincial de información educativa, que tiene que ver con la idea de poner sobre la mesa la realidad que estamos enfrentando. Tenemos que mostrar con datos la evidencia del sistema educativo, para profundizar lo que está bien y mejorar los problemas. No quedarnos en el relato.
–En medio de todo eso, también hay malestar por los bajos salarios docentes. De hecho, para la vuelta de las vacaciones, el SUTE (Sindicato Único de Trabajadores de la Educación) ha anunciado un paro de dos días. ¿Qué puede decir al respecto?
–El malestar con respecto a salarios es lógico. Los salarios no son buenos, como no son buenos en la Argentina y en nuestra crisis. Nunca lo hemos negado. Soy docente y lo reconozco. Pero si la forma de visibilizar el docente es dejando a chicos sin clases después de un año de pandemia y de los resultados de los Aprender, es muy mala decisión del sindicato esta medida de fuerza. Hay otras medidas que han tomado más sensatas, pero no es sensato que en la misma semana que el gobierno provincial propone adelantar paritarias (después de la firma de que no habría hasta septiembre), hacer paro y privar a los chicos de días de clases. Tenemos un sindicado muy partidizado y con la cantidad de votos que tiene, no tiene acompañamiento de la gran mayoría de docentes, con lo cual hay que ver qué ocurre y qué pasa en las escuelas. Yo creo que la gran mayoría de los docentes no están de acuerdo con la medida, pero sí con mejorar el salario.
–Desde la DGE acaban de anunciar que promoverán una ley de alfabetización. ¿En qué consiste?
–Esto empezó a principios de año en la Mesa Provincial, que es la máxima autoridad de carrera de primaria, y reúne a la inspectora general con las regionales. Ahí empezamos a hablar de la política de alfabetización de Mendoza y surgió que hay gran arraigo de esta política de alfabetización, que tiene sustento científico, pero que a la vez falta más formación en docentes en ese recurso, hay que garantizar recursos y hay que asegurar que la información de las distintas pruebas esté disponible. De esa charla surge que esto sería bueno tenerlo como un plan más a largo plazo, para que no esté sujeto a los vaivenes políticos. La mesa provincial armó un documento y esta semana lo presentó a los legisladores de partidos mayoritarios y al consejo provincial de educación. En las dos reuniones ha habido consenso para avanzar con una ley.
–¿Esto confirma que han dejado atrás desde el gobierno la intención de proponer una nueva ley de educación?
–Creo que la gran diferencia esta vez es que yo recorrí toda la provincia y los consejos de supervisión. Y hay gran consenso del sistema en esto, con lo cual hay un paso dado muy importante. Sentimos que el sistema lo pide y es nuestra obligación mostrarle el camino. En realidad, con esta la ley propuesta uno puede pensar que es otra forma de avanzar. El momento de la Argentina amerita consensos más chicos y más contundentes, porque si no la grieta te lleva puesta. ¿Hay consenso en esto? Vamos. Y así vamos a poder avanzar. Pero va a ser un muy sano ejercicio democrático.
–En agosto Mendoza comenzará a implementar la media hora más de clases propuestas por el gobierno nacional con 50 escuelas rurales. ¿Cuándo se aplicará a todas las escuelas?
–Se empezará con 50 por lo menos, pero la idea es ir subiendo. Nos importa y nos parece bueno, pero hay que caminar al ritmo del sistema. Yo espero que antes de fin de año hayamos duplicado la cantidad de escuelas. Es un convenio a cinco años y hay tiempo de trabajarlo. No queremos cambiar el foco y desatender la alfabetización y la recuperación de saberes, mientras subimos las horas. Es difícil operativamente cambiar. También depende del financiamiento nacional.