Joyas arquitectónicas: escuelas rurales, edificios diseñados para la reunión de las familias

En la década del 60 se proyectaron y ejecutaron edificios en zonas rurales, de montaña y del secano, con un objetivo social y comunitario.

Joyas arquitectónicas: escuelas rurales, edificios diseñados para la reunión de las familias
Escuela Graciela Ferrer de Moretti.

A comienzos de la década del ‘60, la Dirección de Arquitectura y Urbanismo de Mendoza proyectó un conjunto de escuelas que, poco a poco, se fueron construyendo en zonas alejadas de los centros urbanos.

Los profesionales y técnicos interpretaron las recomendaciones emanadas en las Jornadas Pedagógicas Panamericanas, donde el tema excluyente había sido el de las escuelas rurales. El Monitor de la Educación Común, órgano de difusión del Consejo Nacional de Educación, dedicó la edición 933 de 1960 al tema mencionado. Y por ello, el diagnóstico y conclusiones de las Jornadas fueron tomadas como la base de la reformulación del programa arquitectónico de las nuevas escuelas a proyectar.

En aquel tiempo, y sobre un total de 7.310 escuelas argentinas, 1.433 estaban situadas en zonas urbanas, 800 en áreas suburbanas y 5.077 en zonas rurales. Casi el 70% correspondía a las escuelas rurales.

Estas se instalaron no sólo en los oasis productivos con entornos agrícolas, sino también en zonas de montaña y de desierto. Poco a poco, las recomendaciones de las Jornadas Pedagógicas comenzaron a evidenciarse en los nuevos proyectos. Uno de los primeros diseños fue el que correspondió a una escuela primaria lavallina creada en 1961 por Resolución 207 de la Dirección General de Escuelas (DGE).

El modelo luego se replicó en otras escuelas, tanto del mismo departamento como de otros más alejados. Fue el caso de la ampliación de la escuela “Juan Galo Lavalle” (actual 1-065) en la Villa Tulumaya y de la “Correo Salinas” en Polvaredas (actual 1-176).

Detalle del proyecto de la escuela Graciela Ferrer de Moretti.
Detalle del proyecto de la escuela Graciela Ferrer de Moretti.

También de una serie de establecimientos de las regiones Este y Sur, como la “Alas Argentinas” (actual 1-176) de Junín y, entre otras, las alvearenses “Pedro Christophersen” (actual 1-504), “Amado Sad” (actual 1-616), “Delia Euliarte de Salonia” (actual 1-492), “Provincia de San Luis” (actual 1-464) en La Escandinava y “Juan XIII” (actual 1-537) en La Marzolina.

La escuela 1-495 en la colonia “El Carmen”, en Lavalle, inicialmente identificada como provincial 341 funcionó en Costa de Araujo. Los primeros años se instaló en una casa cedida por el vecino Alcidez Arnaldo Righi.

Contaba en sus orígenes sólo con dos aulas “y estaban destinadas a grados múltiples”, indica Eduardo Appugliese, el actual director de la escuela Graciela Ferrer de Moretti, nombre que se asignó posteriormente en homenaje a una educadora mendocina fallecida en 1962.

En el archivo de la Obra Pública de Mendoza se conservan una serie de planos elaborados por la Dirección de Arquitectura y Urbanismo entre 1964 y 1966 para esta escuela. En ellos ya consta el nombre de la patrona del establecimiento, identificado en aquel tiempo con el 225.

También el del autor del proyecto, el arquitecto Jesús Hipólito Corti, hijo del dibujante proyectista Hipólito Corti. En ese tiempo el organismo estaba conducido por los arquitectos Segundo Godoy Nieva como director y Mario Day Arenas como subdirector.

Contención y comodidad

El proyecto revela aquellas búsquedas a las que las nuevas escuelas rurales querían dar respuesta. Entre ellas, la de ser un ámbito destinado no sólo para la educación sino también para la reunión de las familias, un verdadero centro de actividades del medio. Además de brindar comodidades a los alumnos a través de aulas luminosas y amplias, se debía garantizar una vivienda para el maestro-director. El plano 2, fechado en mayo de 1964, evidencia que el proyecto contemplaba una superficie cubierta de casi 480 m2, destinando 208 m2 a las cinco aulas, 145 m2 al patio cubierto, y verdadero corazón de la escuela, 41 m2 a los sanitarios, 24 m2 a la dirección y dormitorio, y 60 m2 a la vivienda, propiamente dicha, e integrada al planteo general.

Este mismo esquema, que presentaba gran flexibilidad espacial y constructiva, fue la base para el resto de escuelas que se replicaron en todo el territorio, y que los arquitectos de la DAI, fueron adaptando en cada caso.

La escuela Correo Salinas, proyectada por Marta Genovart, por ejemplo, presenta una planta similar. La diferencia radica en la inclusión de un aula más y otros locales, ampliando el espacio del salón central, obteniendo así una superficie cubierta mayor del edificio. El plano 4 corresponde a los cortes y el plano 5 a los frentes o fachadas de la escuela. En ambos, también ejecutados en 1964, se advierte la característica cubierta a dos aguas que identifica al establecimiento y los diversos materiales empleados en la construcción y terminaciones: ladrillo visto bolseado para la fachada principal, cemento comprimido en los zócalos, hormigón a la vista en los detalles y revoque grueso y fino para el tanque de agua.

Se confirma así que se trata del mismo modelo aplicado en las escuelas mencionadas de Las Heras, Junín y General Alvear, entre tantas otras que se construyeron durante toda esa década e inclusive la siguiente.

En mayo de 1966 se ajusta el plano 1, quizás porque ya se contaba con el predio preciso para la construcción, y por ello se ubica el edificio en su terreno de la intersección de las calles Urquiza y El Carmen, con el proyecto del cierre del establecimiento. En este período el director de la DAI era Mario Day Arenas y el subdirector, Edgardo Alfaro.

*Graciela Moretti, Dirección de Patrimonio Cultural y Museos.

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