La historia de Mariana se volvió furor en internet, luego de que la joven contara sobre la cita más extraña que le había tocado vivir luego de aceptar conocerse con un joven con el que “pegó onda” en Tinder, una aplicación de citas con alto auge en nuestro país. Tras contarla en sus redes sociales fue cuestión de minutos para que lo acontecido copara hasta los medios de comunicación.
Mariana y Gonzalo se intercambiaron “matches” (como likes) en Tinder y luego comenzaron a chatear. Quedaron en conocerse en persona y él la invitó a cenar en su departamento en la Ciudad de Buenos Aires.
“Hablamos como una semana y me invitó a la casa. La verdad es que me encantó su perfil. Me contó dónde trabajaba, lo que hacía. Supuse que todo iba a estar bien, pero no fue así”, explicó la joven en diálogo con TN.
Sin vacilar aceptó el encuentro. “¿Sabés qué? Va a ser más fácil si subís directo porque tengo la comida en el horno. Y mi miedo es que se me queme la carne”, le dijo el anfitrión a través del portero eléctrico a Mariana una vez llegada al domicilio.
La joven de 29 años escuchó el sonido que habilitó el ingreso, empujó y caminó los pocos metros que separaban el descanso inicial de los dos ascensores. Escogió el primero y marcó el piso número 8. “Empiezo recordar detalles ahora. Cuando bajé sentí el olor a comida y tuve esa sensación que la iba a pasar bien. Pero esa idea se me derrumbó cuando abrí la puerta”, contó Mariana a TN.
La joven prefiere resguardar la identidad por temor a que el hombre en cuestión se reconociera en esta historia y se lo tome a mal. “Es que toqué el timbre, esperé otros pocos segundos y apareció. Estaba disfrazado de Batman, con la máscara incluida. Se la sacó solo para saludarme y volvió a ponérsela”, indicó.
La cena enmascarada
“¿Querés que sea tu batichica?’, le respondí en broma apenas lo vi. Quedé con la boca abierta, con ganas de reírme pero sorprendida”, rememoró Mariana.
Para la cena, Gonzalo cocinó un vacío con papas españolas como guarnición. Abrió un vino tinto y sirvió en las dos copas dispuestas sobre la mesa. “Hizo todo eso sin quitarse la máscara”, agregó Mariana.
Y agregó: “Me senté en la mesa y seguía así. No me daba para sacarle una foto porque lo iba a notar. Luego cenamos, él continuaba en su juego. Me dijo si me quería quedar, pero le respondí que era tardísimo y me tenía que ir. Ahí se sacó la máscara y nos reímos los dos. Sinceramente nunca supe cuál era su morbo”.
Ya llegando al final de la historia y adentrada en detalles, la joven completó: “Me quedé porque soy de conocer a las personas. Claramente no tuvimos intimidad. Cuando me abrió la puerta y abrí la boca, esa fue mi expresión. Él me devolvió una sonrisa sin mostrar los dientes. Charlamos, hablamos, pero sabía que no iba a tener sexo con una persona que estaba disfrazada de Batman en la primera cita”.