La ANMAT aprobó el primer test rápido creado por científicos argentinos que permite saber si una persona está o estuvo infectada con coronavirus, se informó hoy oficialmente.
A través de un comunicado, el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) explicó que “aportó al nuevo producto la provisión de un insumo clave que se emplea en el proceso de obtención de una proteína del coronavirus”.
“Teniendo en cuenta esta demanda, científicos del consorcio CINDEFI-Bamboo desarrollaron el primer test serológico rápido nacional, que mediante una gota de sangre permite saber si la persona está o estuvo en contacto con el virus SARS-CoV-2”, explicaron desde el INTI.
Laura Hermida, subgerenta de Industria y Servicios del INTI, quien integró el equipo de trabajo junto a especialistas de los sectores de Química y Biotecnología detalló: “Desde el consorcio se contactaron con nosotros porque necesitaban sustituir importaciones de un insumo conocido como IPTG , para inducir la producción de la proteína N del coronavirus. Esta proteína se coloca en las tiras reactivas del test y es clave porque al ponerse en contacto con la sangre de la persona testeada permite detectar la presencia de anticuerpos”.
“El nuevo test rápido permitirá realizar estudios poblacionales a gran escala, mapeo y segregación de áreas. Podrá utilizarse, por ejemplo, en plazas, colectivos y escuelas para separar rápidamente a los positivos, a quienes luego se les podrá realizar un hisopado para aislar a los que están cursando actualmente la enfermedad”, abundó el INTI .
“Estos test actualmente existen pero la mayoría son importados de Oriente. El nuevo producto tiene un costo accesible (que se calcula entre 5 y 7 dólares) y permite ir siguiendo la infección de una manera activa, en lugar de atacarlo de forma pasiva sólo centrado en pacientes con síntomas”, destacó Sebastián Cavalitto, del CINDEFI.
“El desarrollo del insumo desde INTI acompaña al proyecto en la sustitución de importaciones, clave para que el test pueda tener un precio accesible”, concluyó Hermida. Como resultado de la experiencia, la científica anticipa que “a futuro, está previsto transferir la tecnología de producción (del IPTG) para que una empresa nacional pueda fabricarlo”.