Andy Calderón tiene tres años y se ha convertido en un pequeño gladiador. A los dos meses de vida le diagnosticaron una enfermedad hepática y a partir de ese momento empezó a transitar por diferentes hospitales en busca de distintos tratamientos.
“Es todo nuevo para nosotros. Estuvimos tres años en Buenos Aires encerrados en un hospital, pero ya no importa. Andy está completamente recuperado”, contó su papá Ismael a Todo Noticias.
Ocurre que la familia es oriunda de Río Gallegos pero a los pocos meses del nacimiento de Andy tuvieron que viajar a Buenos Aires. Los médicos descubrieron que el hígado no le funcionaba.
“En el hospital Gutiérrez le salvaron la vida”, cuenta el hombre, de 42 años. Sin embargo, el órgano quedó dañado y el bebé fue diagnosticado con una cirrosis. Debían hacerle un trasplante.
Un tiempo después, Andy recibió el hígado de Zair Aguirre, un nene de 6 años que había fallecido y cuya familia había decidido donar sus órganos.
El 28 de enero de 2020 operaron a Andy y fue dado de alta en julio. A fines de noviembre, Andy viajó a Buenos Aires para un control y le detectaron una neumonía que le había complicado el pulmón derecho.
Los médicos lo volvieron a internar y mientras estaba en el hospital contrajo el virus Epstein-Barr, también conocido como la “enfermedad del beso”.
Según los médicos, a raíz de esta patología Andy presentó cáncer en el sistema linfático. “No le daban posibilidades para nada. Me había traído ropa para una semana. Justo se había muerto Maradona, me acuerdo. Y no pudimos volver más a Río Gallegos”, contó Calderón.
Andy afrontó el tratamiento en el hospital Alemán, donde antes había sido trasplantado. Y en noviembre del año pasado, su familia recibió la mejor noticia: Andy había ganado la batalla contra el cáncer.
En diciembre, el pequeño atravesó una cirugía en su hígado para retirar el catéter, y se recuperó en los primeros tres meses de este año. “Tuvo que pelear contra dos monstruos enormes y los venció. Me decían que no salía, que no salía, y lo tengo acá jugando”, recordó su padre.
“Donar salva vidas, y aunque parezca una obviedad, yo no lo sabía hasta que me tocó a mí. Me dieron la posibilidad de tener a mi hijo vivo”, dijo.
Tras una larga batalla y contra todos los pronósticos, Andy finalmente regresó a su casa y fue recibido con aplausos y mucha emoción en el aeropuerto de Río Gallegos.
Allí se encontró con su hermanito Enzo, que la semana que viene cumplirá un añito. En cuatro meses debe regresar a Buenos Aires por controles médicos.
Los profesionales del hospital Alemán y Regional de Río Gallegos seguirán de cerca su evolución. “He visto a Andy morir miles de veces. Dios me hizo un gran regalo. Te puedo asegurar que ese angelito donante luchó con Andy y lo ayudó a superar el cáncer”, dijo Calderón.