Un año repleto de audiciones, presentaciones y triunfos vivió durante 2023 el bailarín mendocino Hernán Alvarez, quien con sólo 16 años, es alumno avanzado del teatro Colón.
Días atrás, en otra academia denominada GDBdanza, a cargo del renombrado director Guido De Benedetti, brilló en el teatro Avenida con “Cenicienta, un cuento que no es cuento”, junto con otros bailarines de su talla. Fue, según confesó a Los Andes vía telefónica, la “frutilla del postre” para cerrar un año espectacular e inolvidable.
“Estoy feliz y con muchísimos proyectos. Fue un año increíble. Me cuesta creer que estoy en sexto y que en sólo dos años ya finalizo la parte académica en el Colón, donde aprendí muchísimo y sigo aprendiendo todos los días rodeado de profesionales de nivel muy elevado”, dijo entusiasmado.
Hernán partió a Buenos Aires a los 14 años luego de un extenso camino recorrido en Mendoza. Y si bien extraña sus orígenes, sus amigos y la tranquilidad de la Tierra del sol y del buen vino, es consciente de que en la Capital Federal está su futuro. “Mi familia acaba de mudarse, en parte porque sabe que yo tengo que estar acá”, indicó. Agregó que su sueño como bailarín es continuar aprendiendo fuera del país, como en Francia, y luego regresar para seguir desarrollando su carrera en Argentina.
Nancy, su mamá, de origen paraguayo y quien siempre trabajó duro por el sueño de su hijo, manifestó que 2023 resultó para Hernán un año “inolvidable”. “Estoy orgullosa de sus logros”, confesó. Agregó que, ya instalada en la misma ciudad que Hernán, junto a toda la familia, presenció las obras que realizó en el año, como “Bodas de Aurora” y “Sueño de una noche de verano”, en las que su hijo formó parte del staff en el Colón.
“Es un sueño para mí también poder ir a verlo y comprobar lo mucho que ha crecido”, señaló Nancy, quien tiene otros dos hijos: Federico, gemelo de Hernán, y Analía, dos años mayor.
Con la danza en el alma
Pese a su corta edad, Hernán posee una importante trayectoria como bailarín clásico: apenas tenía 3 años de vida cuando comenzó a interesarse por el mundo de la danza. Fue innato. Poco después comenzó a tomar clases y a participar de audiciones impulsado siempre por su mamá.
Sin embargo, casi tres años atrás, alcanzó la meta más deseada tras haber rendido un examen riguroso y sobre la base de muchísimo entrenamiento: ser alumno regular del teatro Colón.
En su Mendoza natal ingresó al ballet de la Universidad Nacional de Cuyo y de allí en adelante siguió dando grandes pasos. No sólo tomando clases, sino participando de eventos, como la Fiesta de la Vendimia de Luján de Cuyo, en representación de Carrodilla.
Claro que, para llegar a este presente, Hernán no deja de mencionar a grandes maestros que siempre lo alentaron y estimularon: Mariana Robles, Cristina Hidalgo, Ana Patricia Motos y Jorge Soria, entre otros referentes mendocinos.
En una anterior entrevista con este diario, poco después de haber ingresado al teatro más emblemático del país, dijo: “Cuando tenía 4 años sentí curiosidad cuando veía a mi hermana tomar las clases en la misma academia donde empecé y fue un camino de ida. Acompañaba a mi mamá a llevar a Analía y me quedaba embelesado mirando la clase”.
“Un día pregunté si podía empezar, me tomaron una prueba de dos semanas y ahí me quedé por cuatro años junto a la profesora Mariana Robles. Todos me decían que no era para varones, pero tampoco era el único y eso me alentó”, agregó.
Tras un paso fugaz por el ballet de la UNCuyo, se cambió al instituto de Cristina Hidalgo y luego hizo lo propio con Motos y Soria. Fue allí cuando decidió volcarse de lleno para ingresar al Colón, donde finalmente lo hizo con excelentes calificaciones.
En todo ese lapso, gracias a su talento único, consiguió becas para bailar en las academias de Julio Bocca, Maximiliano Guerra y Eleonora Cassano. Hernán reconoció siempre el gran apoyo de su familia, en especial de su mamá y también de su abuelo del corazón, que falleció tiempo atrás.
Un examen virtual… y al Colón
Debido a las restricciones por la pandemia, Hernán rindió de manera virtual para ingresar al Colón. Pasó a sexto año y sus clases son todos los días y “rigurosas, disciplinadas y muy exigentes”.
“Cuando aprobé sentí una gran emoción porque es algo que deseaba desde muy pequeño y una meta para mi carrera”, reflexionó este prodigio de la danza que sueña con brillar en la Opera de París.
Para Nancy, el prejuicio respecto de varones en el ballet “siempre existe”, aunque ella aclara que nada le da mayor felicidad que ver a un hijo cumplir sus sueños. “Hernán es gemelo con Federico, que también tiene una gran vocación, aunque en este caso, hacia la cocina.Amo que mis hijos descubran su pasión y yo estoy para apoyarlos”, aclaró.
Y recordó los inicios de su hijo bailarín cuando, sin imaginar el destino que iban a depararle los años, anhelaba bailar en el teatro Independencia de Mendoza. “Estaba mi hermana de visita y logró bailar ahí. Fue una felicidad enorme, la misma que siento hoy cuando lo veo triunfar en lo suyo”, concluyó.