“Vale soñar”. Con esas palabras simples y esperanzadoras, Angélica Ojeda, de 63 años, se presenta en su perfil de WhatsApp en la que una foto la muestra bonita, moderna, jovial…
Las pruebas están a la vista: el pasado miércoles, esta madre de tres hijos y abuela de tres nietos que vive en Coquimbito sur fue elegida Reina de Adultos Mayores de Maipú entre otras 9 postulantes.
Angélica representó al Centro de Jubilados “Abuelos Chéveres”, mientras que la virreina, Nora Gutiérrez, hizo lo propio con el centro Lucila Bombal.
Feliz, agradecida y con muchos deseos de lograr el trono a nivel provincial, en febrero próximo, Angélica tiene una historia dura: es viuda de Pascual Humberto Federicci, el camionero cuyo vehículo cayó en 2003 por un barranco tras un alud de 300 metros de largo por cuatro metros de altura –que incluso bloqueó la ruta nacional 60 del sector chileno, en el paraje Los Caracoles–. Su cuerpo nunca apareció.
“A partir de allí tuve que salir adelante junto a mis hijos Pablo, Franco y Enzo. Hice de todo, elaboré pastafrola para vender; me dediqué al servicio de cátering, me fundí y luego hice un curso de peluquería”, repasa.
Justamente en sus recorridas como peluquera, ya que se dedica al público adulto, pudo percibir las necesidades de esta franja de la sociedad tan castigada durante la pandemia.
“Muchos abuelos quedaron solos, sin compañía, sin cariño y hasta siendo estafados. Me encantaría representarlos”, señala.
Angélica ya había sido elegida reina en su centro de jubilados, aunque llegaron las restricciones por el Covid 19 y casi no tuvo actividades.
Por eso, superada la pandemia, volvieron a elegirla. Luego pegó otro salto al disputarse el puesto con otras representantes y quedar electa como soberana de Maipú, su lugar de origen.
“Pese al sacrificio y la lucha que marcó mi vida, ya que quedé viuda siendo muy joven con tres hijos, hoy estoy agradecida y me siento reconfortada. Lo mejor que pudo pasar este año fue poder saldar mi casa en el barrio Amupe II, que habíamos empezado a pagar con mi esposo”, se entusiasma.
Hoy, su vida son sus hijos, sus nietos (Micaela, Jadiel y Luana) y su trabajo, que la ayuda a salir adelante.
“La elección estuvo hermosa, emotiva. La disfruté muchísimo porque pudo participar mi hijo mayor, que nunca tiene demasiado tiempo por su trabajo. Ese abrazo con él me hizo muy bien”, rememora, y agrega, mientras ríe: “Suele decirme Reina Madre… y ahora con más razón”.
El hecho de que su familia la apoye es clave, asegura Angélica, que se quiebra cuando relata historias de abuelas y abuelos que por distintos motivos no pueden disfrutar de esta etapa de la vida. “No es fácil ser adulto mayor y estar solo. Hay mucha gente triste y me apena”, añade.
En febrero, tendrá la posibilidad de disputarse el cetro mayor, ese que la puede llevar aún más alto. “Tengo ganas y mucha expectativa. Pero ya con esto me alcanzó para sentirme feliz”, concluye.