Martín García representa el ejemplo vivo del esfuerzo, la superación y el amor a la vida. Porque su parálisis cerebral, que le ocasiona también dificultades motrices y debe desplazarse en silla de ruedas, jamás le han impedido sortear obstáculos en su vida. Él siempre miró hacia adelante con una sonrisa.
A los 12 años, alentado por sus maestras que siempre le repetían “vos podés”, participó en el colegio de un concurso donde debía redactar una composición sobre la familia. Fue en el proceso de pasar de una escuela especial, donde había iniciado la primaria, a otra normal, con incertidumbre y temores lógicos de un niño que hasta ese momento había estado contenido y feliz en su ámbito.
Martín empezó a escribir y se sorprendió. Las palabras fluían y sentía que podía expresarse a corazón abierto. “¡Salí segundo! De allí en adelante descubrí ese dote que hoy continúo desarrollando a través de mis poemas”, describe, mientras recita casi de memoria, uno de sus textos favoritos que escribió para quien define como el amor de su vida:
Te amo
Te amo por lo que ve mi alma, lo que ven mis ojos,
lo que nadie ve, por tu fuerza, tu fragilidad.
Te amo por tus palabras. Tus silencios.
Te amo despierta y dormida porque iluminas mi mundo.
Por ser parte de mi vida.
Te amo porque te amo
y no busco explicación.
Porque antes de conocerte te inventó mi corazón.
Te amo por todo eso y por cosas que no sé.
Yo solo sé que te amo y siempre te amaré.
Martín, que vive con su hermana y su sobrina, nunca se ha quedado quieto. Se volcó a la producción radial, integró grupos junto a otras personas discapacitadas y así fue como, en ese camino, apareció el cine, su gran pasión. “Descubrí un mundo nuevo, casi sin querer, cuando vi ´Vengadores´”, señala, mientras lamenta que esta pandemia lo tiene limitado, entre otras actividades, para ir al cine.
Aburrido, en medio de esta cuarentena eterna y sin poder salir de su casa en Godoy Cruz, se las ingenió para sacarle provecho a ese pasatiempo y así fue como creó un canal de YouTube donde hace críticas de películas. Se llama Martín Magflay y allí se lo puede ver desde su casa.
“Colecciono películas y con el aislamiento me volqué aún más a mirar distintos géneros. Ojo, todavía tengo pocos seguidores, pero eso sí, muy fieles”, cuenta. Fue una tarde, apenas se iniciaba el encierro en el país, cuando intentó grabarse. Pese a sus dificultades para expresarse, el trabajo salió digno. Además, necesitaba inventar algo para que el tiempo se le acortara. “Y acá estoy”, dice, entre risas.
Martín tiene su opinión formada sobre temas de actualidad: la pandemia y las redes, por ejemplo. “Me gusta la relación cara a cara. No es sano que la comunicación se de a través de las redes. Extraño muchísimo el contacto con mis amigos y mis seres queridos”, reflexiona.
La cuarentena también lo irrita, según dice, porque sus dificultades para movilizarse se agudizan aún más. Los remises, prácticamente, ya no quieren trasladarlo para evitar el contacto.
Enojado con el virus que tiene en jaque al mundo, días atrás escribió:
Ya no se qué día es
No estoy seguro de la hora
La semana se hace eterna
Y la ventana se me aleja
Cada mate que me cebo
Rememora una mateada
Ya no tengo qué entregar
cuando asalta la nostalgia.
Duermo más que de costumbre
pero mis sueños no llegan
No quiero chocar los codos
Quiero abrazarte hasta que duela
Quiero esas tardes de amigos
Esas que quitan la pena
Un lugar para el amor
“Me enamoré una vez y fue de repente; un día la ví y fue un flechazo. No sé si volveré a enamorarme con la misma intensidad algún día”, señala Martín. Y agrega: “Cuando te pega fuerte, el amor es lo mejor que a uno le puede suceder, pero ojo, no me gustan las medias tintas”.
Mientras pasan los días, Martín se sigue reinventando. “Creo que la gente en mi situación debe buscar un hobby, un pasatiempo, algo con qué entretenerse”, sugiere.
“Siempre hay algo que podemos hacer -concluye-. El encierro es difícil pero hay que levantarse y nunca bajar los brazos”.