El sábado 29 de julio por la mañana, Fernando D’Ambrosio recibió en su teléfono celular, vía WhatsApp, una serie de fotos y de videos -tomados casi a escondidas- donde se veía una bicicleta. “Decime si es” era el texto, escueto, que acompañaba a la sucesión de imágenes. Aunque lo tomó por sorpresa, el mensaje no era casual ni inesperado: en las imágenes se veía una de las dos bicicletas que a él, a su esposa Jazmín y a su hija Lola (6) le habían robado el miércoles anterior en la Alameda de la Ciudad de Mendoza. Y la respuesta a la consulta era indiscutible: sí, era.
Luego de un efímero diálogo con el remitente del mensaje, Fernando y Jazmín (quienes habían llegado de Buenos Aires en tren a Mendoza con la idea de recorrer la provincia en bici y hasta intentar completar el Cruce de los Andes en estos rodados con su pequeña hija, Lola) partieron a toda velocidad -y casi sin pensarlo- al lugar donde quien le había escrito dijo haber visto la bicicleta. Era en una feria a cielo abierto en Rodeo de la Cruz, más precisamente en Don Bosco y Ruta 20 (Guaymallén).
Pero, cuando llegaron, no había rastros de la bicicleta. Ni de la que había sido fotografiada minutos antes ni de la otra que había sido robada en el mismo lugar durante el mediodía del miércoles, cuando la familia almorzaba en un local de la Alameda y dos ladrones las robaron en cuestión de segundos y tras cortar la cadena de seguridad con que los rodados habían sido sujetadas en la vía pública.
Solamente encontraron la sillita para niños que llevaba la bicicleta de Fernando, lo que fue suficiente para comprobar que en el lugar habían estado ofreciendo a la venta la bici de él (por lo menos, esa), y que también fue suficiente para que se aprehendiera en ese momento a las dos personas que estaban vendiendo en el lugar.
No obstante, hasta el momento los turistas no recuperaron ni tienen noticias de sus bicicletas. Y, además, no se fueron de Mendoza con el mejor de los recuerdos, no únicamente por el robo en sí, sino por lo que –denuncian- ha sido un constante destrato de parte del personal policial y judicial.
“Cuando fuimos al lugar donde vendían la bici, nos enfrentamos a 10 personas que nos vinieron a increpar, más la seguridad de la feria. Hasta que llegó la Policía, que estaba en la entrada, fue todo caótico”, describe Fernando a Los Andes, ya desde Buenos Aires.
“Desgraciadamente no pudimos recuperar ni las bicicletas ni los bolsos, solamente la silla donde viaja mi hija. Esta silla va a quedar como recuerdo, como una anécdota de lo mal que la pasábamos y de lo mal que actuó la Policía, que no nos pudo ayudar a resolver qué pasó con nuestras bicicletas”, agrega el hombre.
En ese sentido, explicó que el mismo sábado –antes de partir con desesperación hacia el mercado donde le habían dicho y hasta mostrado con fotos y videos que estaba su bicicleta-, dio aviso a la Policía. Fernando y Jazmín (no fueron con Lola a la feria el sábado por la mañana) llamaron en dos oportunidades al 911 para avisar dónde estaban las bicicletas.
“Cuando nos dieron la data de que la bicicleta estaba en ese lugar, avisamos a la Policía. Nosotros salimos de la Quinta Sección para allá y llegamos antes que la Policía, que estaba a un kilómetro”, lamentó el hombre.
“Todos saben que en esos lugares se venden cosas robadas. Es importante que se sepa, porque así como nosotros supimos que ahí estaba –al menos- una de nuestras bicis, mucha gente puede ir a ver si ahí hay cosas que les hayan robado y hasta recuperarlas. A nosotros un vecino nos avisó, pero si esto sigue, quién te dice no aparecen las cosas de alguien más”, agrega Fer.
Una estadía olvidable
El sábado 15 de julio, cerca de las 21:30, Fernando, Jazmín y Lola bajaron del tren que había partido el día anterior desde Retiro (Buenos Aires). Allí lo habían abordado y llevaban las bicicletas de los dos adultos, las mismas con las que ya habían recorrido otras provincias viajando de la misma manera: llegaban a destino en tren y luego recorrían los lugares en bicicletas.
Tras bajar en Palmira, en bicicleta completaron los más de 30 kilómetros que separan a ese distrito de la Ciudad de Mendoza y se alojaron en una casa de la Quinta Sección y que alquilaron por internet.
Durante sus primeros días en Mendoza, los oriundos de Buenos Aires visitaron una bodega y hasta la casa histórica de San Martín, siempre con sus dos bicicletas consigo. La de Jazmín era una Volta Razz negra, con detalles en azul y rosados y con un bolso delantero, mientras que la de Fernando es una Raleigh 2.0 Venture y que tenía –en la parte trasera- la sillita de niños donde llevaba a Lola.
Sin embargo, lo que venía siendo un hermoso viaje para los visitantes porteños se convirtió en una pesadilla para la familia. Y es que el miércoles 26 de julio, al mediodía, dos personas les robaron las bicicletas cuando las habían dejados encadenadas en la puerta de un local de la Alameda (calle San Martín, de la Ciudad de Mendoza).
El robo quedó grabado en una de las cámaras de seguridad del mismo local, y en la secuencia se ve el momento en el que, luego de inspeccionar disimuladamente el lugar, un hombre se agacha al lado de las bicicletas, corta la cadena con una destreza y habilidad admirables para luego huir pedaleando en uno de los rodados. Un segundo ladrón entra en escena en ese momento para subirse a la otra bicicleta.
Y aunque una moza se percató en el momento y dio aviso, cuando los dueños de las bicicletas salieron a la vereda, los ladrones y las bicicletas que acababan de robarles ya estaban a –por lo menos- 3 cuadras.
Noticias de la bici
Ese mismo miércoles a la tarde, la familia de Buenos Aires estuvo más de 3 horas en la oficina fiscal denunciando el robo de las bicicletas, Incluso, según contó Fernando la semana pasada, en el lugar no solamente los trataron despectivamente (con expresiones del estilo “a ver qué les pasó a estos porteños”), sino que –además- se encargaron de dejarles en claro desde el comienzo que iba a ser muy difícil recuperar las bics. “Nos dijeron que las diéramos por perdidas”, resumió Fernando el jueves, un día después del robo.
En las redes sociales, la familia y la encargada del alojamiento que habían rentado los turistas se encargaron de viralizar el video del robo y las fotos de las bicicletas, con la esperanza de que alguien pudiera llegar a verlas a la venta. Ello, sumado a una nota de Los Andes donde se relató toda la situación y se compartieron las imágenes, fue suficiente para que el sábado pasado a la mañana le llegara al WhatsApp de Fernando el mensaje donde avisaban haber visto la bici en este mercado de cosas usadas de Rodeo de la Cruz (Guaymallén). Fue en este momento cuando el hombre recibió, además, fotos y videos de una de las dos bicicletas.
Pero cuando los turistas llegaron, no había rastros de ninguna de las dos bicicletas. Se desconoce si llegaron a venderlas o si las escondieron o llevaron a otro sitio. Aunque lo que encontraron Fernando, Jazmín y la Policía en el lugar fue la sillita que estaba en la bici del hombre y donde trasladaba a su hija. A raíz de esto, quedaron detenidos dos hombres de apellido Andrada, quienes estaban vendiendo objetos en el puesto donde estaba el asiento.
“No hemos tenido ninguna respuesta ni novedades por el momento. El domingo a las 8:30 llegamos a la fiscalía donde estaban detenidas las dos personas para pedir nuestra silla, pero al principio no nos la dieron, porque el ayudante fiscal no había dejado la directiva de lo hicieran. Yo tenía su teléfono, lo llamé y ahí me pidió que lo disculpe y avisó al ayudante de turno que nos devolvieran la sillita”, repasa Fer.
El mismo domingo -30 de julio-, Fernando, Jazmín y Lola regresaron en tren desde Palmira a Retiro, aunque lo hicieron sin sus bicicletas ni las alforjas y bolsos que estaban en ellas y donde llevaban documentación importante. El plan inicial, que era quedarse –por lo menos- dos semanas más en Mendoza para intentar el Cruce de los Andes en bicicleta, debió ser suspendido.