Electrodomésticos, casas en alquiler, muebles, vehículos y hasta ropa son sólo algunas de las publicaciones con que uno puede toparse a diario en el apartado de Market Place, de Facebook. También es este escenario virtual el que puede terminar por convertirse en una peligrosa y atractiva trampa si de inseguridad se trata. Y es que, con sólo revisar las noticias, todos los días hay –por lo menos- un episodio de personas que fueron asaltadas cuando intentaban vender o comprar algo por esta plataforma, previo a haber acordado un encuentro por el mencionado Market Place y sentirse endulzados por una oferta más que tentadora.
Sin embargo, en un contexto en el que predominan la necesidad económica –que lleva a que artículos de todo tipo sean ofrecidos a la compra y venta en Market Place- y las situaciones delictivas, que derivan en que muchos de estos encuentros culminen en un asalto, una publicación en esta herramienta de Facebook llamó la atención de más de uno en Mendoza.
“T.O.R.N.E.O amateur de P.UL.S.E.A.D.A.S. No te pierdas la oportunidad” es la escueta publicación que fija su sede en Mendoza, que muestra como “disponible” el evento y que menciona “cupos limitados” e “inscripción libre para quien quiera participar” en su descripción. Y quien lo impulsa no es más que un mendocino que, como tantos, encontró en el cajón de los recuerdos esta oportunidad para rememorar aquel pasatiempo de horas libres y recreos en la escuela.
“Me gusta generar cosas nuevas y encontré en el torneo de pulseadas una de esas oportunidades. Me encantó la idea y empecé a organizarlo, creé la publicación en Market Place y se llegaron a inscribir varias personas”, sintetiza el ideólogo del evento, César López, a Los Andes. El torneo no tiene fecha confirmada todavía, ya que si bien César venía embalado con la organización y todos los detalles, algunas situaciones personales llevaron a que todo quede en un segundo plano. “Estoy en una situación complicada, por lo que dejé de contestarle los mensajes privados a mucha gente que me empezó a escribir. Pero se va a hacer el torneo, la idea está y sé que hay mucha gente a la que le interesó. Solamente me tomé esta semana para dedicarme a esas otras cosas”, contó el hombre de 40 años, quien trabaja en el rubro de soluciones informáticas.
Sin dar el brazo a torcer
César se define a sí mismo como una persona a la que le gusta “generar cosas nuevas”. De su cabeza han surgido algunos juegos de mesa inventados por él mismo, además de aplicaciones móviles que ya tiene diseñadas y que espera la oportunidad para poder mostrarlas al público. ¡Si hasta ideó una versión personalizada de ajedrez con un tablero variable que publicó en sitios especializados y que, según cuenta, despertó el interés de jugadores experimentados y hasta de un matemático de Rusia!
“Me gusta mucho la novedad, crear cosas distintas. Lo del torneo de pulseadas fue justamente por ese recuerdo que todos tenemos y fue algo que se me ocurrió en el momento y me encantó. Tengo todo en mente ya, pero tuve que posponer la idea por esta situación especial en la que estoy. Ya la semana que viene voy a retomar y veré si puedo seguir avanzando”, cuenta con orgullo.
Al comienzo de la pandemia y la cuarentena, César vio que la vida le sonreía en distintos aspectos. Un proyecto laboral conjunto con amigos se encaminó por buen rumbo y todo era color de rosas. Pero, poco a poco, las nubes comenzaron a oscurecer el camino. “Un amigo, que era como mi mano derecha, se enfermó. Y a partir de eso me empezaron a pasar muchas cosas difíciles en muy poco tiempo. No logré adaptarme a los cambios que vinieron. Entonces justo leí una frase que decía: ‘No existen crisis, sino cambios. Y quien no se adapta a los cambios, entra en crisis’. Eso es lo que me ha pasado”, reflexiona César.
En este estado de desesperación surgió la idea del campeonato de pulseadas. “Hace unas semanas estaba en la pileta con mis hijos y estaba medio bajón. Trataba de ponerle onda y jugar con ellos, y uno de mis hijos me dijo: ‘Te juego una lucha de brazos’. Y en ese momento se me ocurrió la idea del torneo de pulseadas, ahí se activó todo. Ese mismo día hice la publicación y ahí nomás me escribió muchísima gente, muchos comentarios en la publicación, a todos les copó la idea”, sigue el hombre, quien no duda en que se trata justamente de una oportunidad para ganarle la pulseada a la crisis.
Entre tantos comentarios, sobresalieron aquellos en los que predominó la idea de divertirse por sobre la competencia. “Hay gente que se lo toma muy en serio a este deporte. Quizás no tanto en Mendoza, pero he leído que hay federaciones de luchas de brazos en el mundo y gente que compite profesionalmente”, agrega.
“Sentí que era el momento de sacar estos proyectos y concretarlos. No estoy pasando una buena situación y tengo que sacar mis armas. Pienso que quizás sea el momento de hacer algo distinto y empezar a probar”, cuenta el ideólogo de este torneo de pulseadas que, por el momento, está en su etapa inicial.
Fuerza y nostalgia
Chicos y chicas, de distintas edades y en su versión tradicional o “china”. Como sea, las pulseadas sobresalen entre los recuerdos escolares de cualquiera que haya pasado tiempo en las aulas en la década del 90 y antes, junto al ahorcado o al Ta-Te-Ti, son parte de esos pasatiempos que se han convertido en memorables y perdurarán por toda la eternidad.
Alejandro es uno de los mendocinos que ya ha confirmado que participará de este torneo. Ni bien vio la publicación en Market Place, hizo clic en el evento y –dice- está a la espera de que haya mayor información y detalles. “¡En la primaria no me ganaba nadie!”, rememora con una sonrisa que intenta darle algo de falsa modestia a la arrogante descripción que acaba de dar. “Era un clásico en las horas libres, como el Tutti Frutti o al ahorcado”, agrega.
Fernando también recuerda con melancolía los torneos de pulseadas en su curso en la primaria y aquel sábado a la tarde en que fue –desbordante de entusiasmo- al cine teatro Plaza para ver El Vencedor (Over The Top, según su título original y también conocida popularmente como Halcón), aquella película protagonizada por Sylvester Stallone en la que el protagonista participa de una competencia precisamente de pulseadas. En el evento que es sensación en Market Place, precisamente el organizador ha elegido una imagen de la película como foto principal de la publicación.
“Creo que esas cosas ya no existen en las escuelas. Y sé que voy a sonar a señor mayor y amargo, pero hoy los chicos se pasan todo el recreo o las horas libres con el celular y las redes sociales. Yo recuerdo que siempre en el curso armábamos un torneo, ¡de lo que fuera! Fútbol cuando jugábamos en el patio, ahorcado y, por supuesto, pulseadas”, piensa en voz alta y con nostalgia este hombre de ya 35 años que vive en Godoy Cruz.
Stallone y la película que popularizó los torneos de pulseadas
Luego de las primeras cinco películas de Rocky (estrenadas entre 1976 y 1985) y de Rambo y Rambo II (estrenadas en 1982 y 1985 respectivamente), el actor Sylvester Stallone gozaba su momento de mayor popularidad. Y, como parte de este boom, en 1987 se estrenó la película Over the Top (o El Vencedor, o Halcón), protagonizada por el mismo actor que ya había inmortalizado al boxeador y al combatiente de Vietnam.
Stallone, quien además es el guionista de la película, interpreta al camionero Lincoln Hawk y la historia está centrada en el intento de este hombre por acercarse y reconstruir su vínculo con su hijo. Un problema cardíaco de la madre del niño y la misión de tener que cruzar toda la ruta en camión con su hijo llevan a que Hawk vuelva a vincularse con su hijo.
Y aunque en un principio en el reencuentro abundan reproches y críticas del niño hacia su padre, son precisamente las pulseadas lo que les permite a ambos encontrar una actividad en común. Incluso, en el medio de esta intención de reencontrarse, Hawk y su hijo deben sortear obstáculos nada fáciles: un grupo de secuestradores que el abuelo del niño ha contratado, ya que lo último que quiere es que padre e hijo se acerquen, la muerte de la madre del pequeño y la pelea legal entre el abuelo del niño y el camionero por la tenencia de su hijo.
Cuando el niño regresa con su detestable abuelo -y perdido por perdido-, Hawk decide vender su camión y jugarse toda su suerte en un campeonato mundial de pulseadas en Las Vegas. Su hijo, mientras tanto, descubre las verdaderas intenciones de su abuelo y las mentiras, por lo que se escapa y viaja hasta esa ciudad de Estados Unidos para reencontrarse con su padre, quien está en plena competencia de pulseadas y, por supuesto, sin intenciones de dar el brazo a torcer.