La historia de Brisa Moyano, oriunda de Philipps –una zona rural del departamento Junín– es triste y desgarradora, aunque también repleta de esperanza: nació en el seno de una humilde familia numerosa, se crio en el campo y de niña, durante años, sufrió abusos que la marcaron para siempre.
Por eso el día en que por fin pudo decir “basta”, a los 12 años, le pidió a Dios fortaleza y prometió que si podía salir del infierno dedicaría su vida a ayudar a niños pobres y desprotegidos.
Cumplió con creces aquella promesa: de adolescente comenzó a dar apoyo escolar en el barrio con lo poco que sabía, porque ni siquiera había podido finalizar la primaria. “Pero veía la felicidad de los niños, algo que siempre me llenó el alma, y así fue como empecé, de a poco y a pulmón, hasta llegar a esta obra que me da vida”, relata hoy, a los 42, esta madre soltera de cinco hijos que brinda la merienda diariamente a unos 300 chicos en su precario hogar del barrio La Pastosa.
El Merendero María Silvia, llamado así en honor a su madre fallecida (“mujer única e irrepetible que siempre me alentó a salir adelante”, dice), funciona a pulmón, sin ayuda oficial y a partir de donaciones de los propios vecinos y de campañas solidarias.
En esta ocasión, Brisa se enfocó, como lo hace desde hace 15 años, a la colecta denominada “Mochila Solidaria”, que consiste en apadrinar a un niño o niña de su merendero donando un set completo de útiles escolares para que inicien las clases en tiempo y forma.
A esta altura, luego de tantas campañas realizadas, Brisa está perfectamente organizada: a través de redes sociales y del grupo de WhatsApp “Mochila Solidaria”, que cada vez suma más gente, asigna un padrino o madrina a un niño. Para evitar que estas personas deban acercar las donaciones a Junín, podrán hacerlo el próximo 10 de febrero en la esquina de la Legislatura provincial (Patricias Mendocinas y Peatonal Sarmiento, Ciudad), entre las 11 y las 20.
Si bien el volante que Brisa armó para promocionar esta campaña pide mayormente útiles escolares –como mochila, cuadernos tapa dura, carpeta oficio, set de geometría, cartuchera, lápiz y goma de borrar, lapicera azul y de colores, corrector, goma de pegar, bolsa de higiene y de merienda– todo lo que se pueda acercar será bienvenido.
“Funcionamos sin ayuda oficial, por eso lo que las personas puedan donar será bien recibido. Los útiles escolares son fundamentales porque permiten que los chicos asistan desde el primer día a la escuela. Les hablé de esta campaña y están felices y expectantes”, puntualizó.
La función del Merendero María Silvia es abarcadora. De lunes a viernes se brinda la merienda por turnos a unos 300 niños, mientras que sábados y domingos, siempre que cuenten con alimentos, se cocina para todos en el lote que Brisa acondicionó para ese fin.
Una vida difícil
Hija de un matrimonio que tuvo 10 hijos, Brisa creció ayudando a su madre a atender a sus hermanos menores.
“Los abusos fueron recurrentes y yo me callaba porque me amenazaban con matar a mi familia. Todo fue entre los 7 y los 12 años, cuando iba a juntar leña”, recuerda con tristeza, aunque sin dar nombrres.
Un día pudo poner fin al calvario, cumplió su promesa de ayudar a los niños del barrio y montó un espacio junto a su madre, que siempre la apoyó.
“Era 2006 y los chicos que se iban enterando que dábamos la merienda llegaban a casa pero a veces no teníamos nada. Mi mamá me tranquilizaba. No sé cómo, pero siempre algo aparecía. Así empezamos, con festejos por el Día del Niño, donaciones y voluntades”, recuerda.
Hasta ese momento Brisa llevaba a sus niños a los festejos que organizaba el municipio de Junín. “Pero se sorteaba un solo premio y mis chicos siempre regresaban llorando porque no ganaban nada”, cuenta.
Por eso el merendero es inclusivo: “Si hay leche, tortitas o golosinas se reparte entre todos”, ejemplifica, mientras confiesa que a veces se siente agotada física y mentalmente y que extraña la ayuda de su madre, que partió hace cuatro años.
A la tarea del hogar y la crianza de sus cinco hijos le suma el merendero, que cada día suma más concurrentes. “Pero siempre me acuerdo de las palabras de María Silvia, quien junto a mi papá me dejaron este terreno para seguir con la obra. Mi mamá me repetía que iba a poder”, cuenta.
Reflexiona: “He sobrellevado situaciones muy dolorosas y hoy lo único que me hace feliz y me impulsa a salir adelante es la presencia de estos niños en mi casa, poder ayudarlos, celebrar Reyes, Navidad, donarles una mochila y brindarles una rica leche en la taza. Son cosas pequeñas que no tienen precio. No sé si logro cambiar el mundo, pero cada noche, cuando pongo la cabeza en la almohada, me siento en paz”.
Brisa es madre de Eduardo (25); María (22); Milagros (19), Ceferino (16) y Alma Mía (5). La vida volvió a ponerla a prueba cuando nació la menor de sus hijos y sufrió un ACV. Y otra vez vuelve a las palabras de María Silvia, el faro que la ilumina cada día. “Vas a poder”.
Cómo colaborar con una mochila solidaria
Quienes deseen apadrinar a un niño de Philipps y acercar una mochila deben hacerlo el jueves 10 de febrero, entre las 11 y las 20, en Patricias Mendocinas y Peatonal Sarmiento o bien pueden contactarse al teléfono de Brisa Moyano, 2634 683980, manzana B casa 6 barrio La Pastosa.