Milagros Almeida, una estudiante Antropología de 24 años, está varada en el aeropuerto internacional Barajas, en Madrid, España, desde agosto, junto a su madre Guadalupe. Ellas aseguran que el Gobierno de Alberto Fernández ha hecho abandono de persona, mientras que desde el consulado afirman que “no se dejan ayudar”.
Juntas en el aeropuerto comen lo que pueden conseguir o lo que les compra la gente que se apiada de su situación. Además duermen en el piso y se higienizan en el baño de la estación.
“Nos hemos enfermado física y psicológicamente”, explica Milagros a Clarín y añade que desde hace más de cuatro meses que las condiciones que viven son irregulares. Antes de llegar a Madrid ya vivió carencias en Roma y durante varias noches debió quedarse en el aeropuerto de Fiumicino.
La estudiante de antropología se fue a Europa en 2019 para completar sus estudios y entre sus objetivos estaba regresar a la Argentina, pero una serie de imprevistos, a partir de la pandemia por coronavirus complicó su regreso y lo convirtió en una pesadilla.
“Lo que están haciendo conmigo es abandono de persona. La Embajada de Argentina en España, Cancillería y Migraciones me dieron la espalda como ciudadana y sólo me ayudaron con 20 euros para los que tuve que firmar un comprobante de recibido”, aseguró.
En dialogo exclusivo con Clarín, Milagros aseguró que prefiere no incluir a su madre, y se limitó a contar su propia experiencia.
“Yo me estaba volviendo a la Argentina el 25 de junio, con nueve valijas y tenía un pasaje por Iberia, aerolínea que no me permitió despacharlas todas, por lo que decidí perder el pasaje y sacar otro unos días después por Air France o KLM, que sí me permitirían hacerlo, según había averiguado”, continuó.
Pero las restricciones y los cupos de ingreso impuestos por el Gobierno Nacional en aquel momento que permitían 600 personas por día, no le permitieron asegurarse una fecha certera de regreso y fue postergando la compra del pasaje.
“Las posibilidades fueron disminuyendo porque como yo tenía que vivir en euros me fui gastando el dinero que disponía para el pasaje. Nunca imaginé que se iban a cerrar las fronteras por tanto tiempo... Mientras, durante julio, yo estaba en un hotel en las afueras de Fiumicino esperando poder volver. Pasaban los días, las semanas y me iba comiendo la plata”, relata.
Con notable indignación, Almeida contó que vivía en el norte de Italia, epicentro de uno de los mayores focos en los que se desató el coronavirus. “Yo me encontraba entre Piamonte y Lombardía, allí estudiaba, tenía un emprendimiento y a la vez tramitaba la ciudadanía italiana. Fui testigo del infierno que pasaron los italianos, pero a ellos su gobierno nunca los dejó abandonados en el exterior como a nosotros. Estando en Italia, el consulado argentino de Milán me ninguneó, nunca nadie me brindó asistencia”.
“Llevo más de 4 meses sin poder viajar a mi país, luego de un cierre de fronteras en junio que impidió conseguir pasajes hasta fines de agosto y por lo cual debí extender una estadía en Europa imprevista y con toda mi vida ya organizada en ARG, trabajo, Univ, etc.”, tuiteó el fin de semana pasado haciendo pública su historia.
En Twitter, la mujer expresa el estado en el que vive, en otros remarca la desidia e indolencia de las autoridades argentinas y en uno de sus últimos revela un problema de salud. “Tengo epilepsia, viviendo este drama desde hace meses tuve una recaída y el Consulado brilla por su abandono”.
Pero desde que su historia tomó fama en las redes, el publico se ha dividido en dos: los que no pueden creer la pesadilla que está viviendo y los que aseguran que no todo lo que cuenta es cierto.
Por otra parte, una fuente cercana al consulado argentino en España aseguró: “Un funcionario consular se trasladó al lugar para localizarlas, aunque sin éxito a pesar de la asistencia de personal del aeropuerto y de seguridad, quienes informaron no tener conocimiento de que en las instalaciones hubiese personas en esas condiciones”.
Finalmente, en octubre fueron ubicadas y el Consulado les brindó “ayuda económica para alimentación inmediata y propuso gestionar ante servicios sociales de la Comunidad de Madrid alojamiento y comida, pero fue rechazada. Con relación a los medicamentos, se rehusaron a dar información sobre qué necesitan, no se dejan ayudar”.
Ante la consulta sobre si la ayuda económica ofrecida fue realmente de 20 euros, la fuente diplomática respondió: “No se podía entregar otra suma si las ciudadanas no permiten que se inicien los pasos necesarios para proceder a una real asistencia. Se negaron a presentar documentación aduciendo su derecho a la privacidad. De todas maneras, se está gestionando un alojamiento y un eventual repatrío”.
Pero al ser consultada por esto, Almeida refutó: “Yo llegué a Madrid el 9 de agosto, casi con lo último que tenía, y me comuniqué por mail al consulado, que sólo me respondía de manera automática y con un link. Dejé en claro que me encontraba en situación de calle y con una enfermedad crónica. ¿Sabés qué? Un mes y medio tardaron en responderme, para cuando lo hicieron derivaron mi pedido a Cancillería”.
Con notable bronca luego reveló: “¿Sabés que me ofrecieron las autoridades argentinas? Trasladarme a un centro español para refugiados y gente de la calle. ¿Entendés? Es una locura, yo estoy con nueve maletas. Después me dijeron que no tienen recursos para ayudarme. No entiendo, parece una cargada. ¿No tienen la obligación de asistir a una ciudadana argentina? ¿Para qué está el Consulado, entonces?”.