“Matchpoint”, advirtió el juez de silla (umpire). Segundos después, una feroz bola paralela impulsada con un certero revés a dos manos marcó el final de uno de los partidos por los cuartos de final del Abierto de Australia, el primero de los cuatro grand slam en el calendario del circuito de la élite del tenis y unos de los más importantes del mundo.
Justo en el momento en que el tenista tiraba una pelota al público a manera de celebración, Paula Ledda, una mendocina de 35 años, colgaba los auriculares y dejaba su puesto junto a una de las imponentes cámaras que graban el partido desde la cacha. “Salí. Iba sola por un pasillo y no pude aguatar el llanto, acababa de cumplir uno de mis sueños”.
Paula no solo alcanzó un difícil objetivo en su carrera, sino que marcó un precedente al convertirse en una de las pocas mujeres en operar una cámara desde la prestigiosa carpeta del Melbourne Park.
Paula llegó hace 7 años a Australia. Hoy está recorriendo el mundo junto a su pareja Apollo en su casa, un micro convertido en motorhome, ha logrado trabajar de lo que le apasiona y, algo que parece ahora menor, pero fue fundamental en su desarrollo, habla a la perfección el inglés.
Pero a este presente lo antecedieron años de cambios, aventura y búsqueda.
Niñera en una “familia circense”, ordeñadora de vacas y el “año más feliz de su vida”
La camarógrafa del Australian Open se animó a dejar su vida mendocina en 2016 para embarcarse en la aventura de perfeccionar su inglés en Oceanía. “Llegué Sídney sola. Fue el año más feliz de mi vida porque rompí todas mis estructuras”, recuerda Paula.
Paula arribó con una Working Holiday Visa que la habilitaba para estar un año en ese país. Su primer empleo fue como niñera en una familia muy particular: “Tenían un parque de diversiones itinerante y viajaban por el interior de Australia”, resume.
Mientras pulía su inglés, su objetivo principal del viaje, advirtió algo que la impulsó a decidirse por intentar asentarse en la tierra de los canguros y los ornitorrincos. “Me di cuenta que se podía ahorrar, proyectar y trabajar de lo que vos quieras”, recuerda, aunque confiesa que lo que la terminó de cautivar fue la ausencia de prejuicios en el campo laboral: “La edad no es un problema y la gente no tiene miedo de perder su trabajo a los 50 años”.
El primer año pasó rápido, entre trabajos que no requerían de un inglés muy avanzado y la ilusión de seguir creciendo en esas tierras lejanas.
El segundó año en Australia fue bisagra para Paula. Para conseguir que le aprobaran el extendido de su visa necesitaba trabajar en algo relacionado a la agricultura y allá fue. “Trabajé por 5 meses ordeñando vacas en una granja cercana a Melbourne”.
En esa estadía su vida cambió: “Comencé a jugar al fútbol mientras trabajaba en la granja. Ahí me hice de un grupo de amigos y conocí a mi novio”, relata. Paula y el australiano Apollo llevan 6 años juntos y están embarcados en un proyecto de vida nómade.
Ya en pareja y con la vida en el tambo como un lindo recuerdo, Paula comenzó su tercer año en con una visa de pareja y con la confianza de que su inglés ya “estaba listo” para empujar su sueño de trabajar de lo que la apasiona: el mundo multimedia.
“Logré aplicar para una productora que hace comerciales y campañas para redes sociales. Luego seguí como productora de piso de torneos deportivos como fútbol australiano de mujeres”, enumera.
Para ese entonces Paula ya tenía el objetivo de trabajar el Abierto de Australia, en un partido que pudo presenciar del prestigioso torneo descubrió otro mundo de éltie más allá del tenía: el de las transmisiones en vivo.
Cómo trabajar en uno de los eventos deportivos más importantes del mundo mientras se viaja por el mundo
Paula y Apollo ya habían condicionado un micro para convertirlo en una casa rodante con la que comenzaron a recorrer el mundo cuando llegó la posibilidad de formar parte del abierto de tenís. De hecho, Paula viajó del estado insular de Tazmania hacia Melbourne para sumarse al equipo del Australian.
“Yo quería filmar en abierto, me costó más llegar porque soy mujer y en el torneo todos los operadores de cámara eran hombres”, agrega la mendocina.
Para llegar hasta los que toman las decisiones Paula usó su frontalidad como principal herramienta. Contactó al jefe de operadores de cámaras directamente y le relató su curriculm. Aquí, en Mendoza, trabajó en Señal U luego de terminar su formación como cámara operadora en la productora audiovisual El Generador. Esto sumado a que ya había estado transmitiendo en el Australian Open de Bowling, “un evento muy importante aquí!”, remarca.
Así, llegó su primera oportunidad en el torneo de tenis. “Comencé a operar las cámaras más chicas de manera remota. Fue un gran paso, pero mi objetivo era estar en la cancha al mando de una de las cámaras que son enormes”, se sincera.
Cuando el torneo estaba por concluir, una cámara de campo quedó disponible, el jefe se acordó de las ganas de la mendocina y la llamó. El miedo la invadió, pero no la paralizó. Pisó la mítica carpeta azul y se puso detrás de ´aparato´ gigantesco que pocos saben manejar.
“Filmé dos sets enteros. El director me pidió que siguiera al jugador cuando sacaba y los festejos. Para mi sorpresa usaron un montón de tomas mías y el director me felicitó”, dice orgullosa.
“Cuando salí del estadio se me pasaron por la cabeza todos los momentos que viví. Desde que llegué sola sin saber el idioma hasta estar en un evento tan importante. No pude contener las lágrimas”, confiesa la mendocina.
Con un sueño desbloqueado y con el curriculum con más peso, Paula dejó Melbourne para reencontrarse con Apollo y su casa rodante. “Viajo todos los días, nos despertamos siempre en un lugar diferente y no tengo pensado dejar de viajar”.