Tal vez porque nunca pudo ver, Nicolás Alfaro (27) no dramatizó su condición ni la de su familia: su esposa y dos de sus tres hijos también son no videntes, pero llevan una vida normal y se consideran autónomos y felices.
“Nico”, que es un “todoterreno” en la FM Eclipse –dueño, operador, locutor y periodista—nació en Tunuyán con retinopatía del prematuro, trastorno ocular causado por el crecimiento anómalo de los vasos sanguíneos en la parte sensible de la retina. Nunca pudo contemplar el mundo a través de sus ojos.
Si bien asegura que de niño sufrió discriminación, su situación hoy no resulta impedimento para desarrollarse en la vida cotidiana. “He sentido bronca y rencor, pero eso es pasado y pisado. Una vez sorteada esa etapa, estudié, descubrí la radio y la tecnología y jamás me puse límites”, sintetiza con una convicción que contagia.
Años atrás, en una escuela de Tunuyán, se cruzó con Yésica Moyano, también no vidente. Ella había nacido con microftalmia, es decir, una enfermedad ocular hereditaria: gran parte de su familia sufre la misma patología. Pasaron algunos años, volvieron a encontrarse y así nació el amor. Ella, cinco años mayor que él, ya era madre de un niño ciego, Gabriel, que hoy tiene 11.
“El amor trasciende todo”, reflexiona y agrega: “A Yésica no me la imagino, simplemente es mi gran compañera, la mejor madre para mis hijos”, define.
Poco después llegó al mundo Kevin, que tiene 5 años y nació sin ninguna dificultad. “Es el diablo de la familia”, ríe. Y casi de inmediato llegó Wendy, que al igual que Gabriel, nació con el gen de la madre. Ya con una familia consolidada, Nico y Yésica decidieron casarse el año pasado en una sencilla y hermosa ceremonia.
“Antes de que nacieran los niños conversamos sobre la posibilidad de tener hijos no videntes y cuando sucedió, no nos sentimos culpables”, resume. Para él, el mejor legado es el ejemplo. “Llevamos una vida ordenada y tranquila, mi esposa es ama de casa, me apoya en todos mis proyectos y les demostramos a los chicos que podemos”, aclara.
Instalar una radio en su pueblo había sido siempre un sueño. Había trabajado años como operador en una emisora y un día quiso tener su propia FM. Así, pudo cristalizar ese proyecto tres años atrás con la ayuda de su abuelo Raúl. “Si tuviera que agradecer a quienes que me han dado una mano, sería imposible. Mi abuelo y su mujer me respaldaron siempre, al igual que mi suegra Mónica, que nos da una mano inmensa, así como un montón de amigos”, relata.
Para Nico, la radio es “magia pura”. “Es mi pasión y estoy feliz porque la emprendimos a pulmón”, cuenta, para enumerar sus varios roles. “Armo y desarmo equipos, escucho tutoriales, trato de aprender y también hago algunos desastres”, bromea. Su programación es familiar y agradece, también, a los auspiciantes.
A Nico le gusta ayudar y difundir campañas solidarias. De hecho, también se está capacitando para convertirse en operador de emergencias del cuerpo de Bomberos Voluntarios de Tupungato. “Creo que en el fondo aún existe cierto estigma, tal vez por estar un poco alejado del centro, tal vez por ser no vidente. Me duele cuando invito y no se da”, confiesa.
“Valoro el trabajo genuino, por eso me desagradan las personas que cómodamente viven del Estado. Si yo, con mi discapacidad, puedo trabajar, creo que cualquiera puede hacerlo sin ayuda del Gobierno”, afirma.
Nicolás tiene en su computadora un lector de pantalla que le permite leer mensajes de WhatsApp, e incluso cualquier noticia que deba transmitir en la radio.
“Hoy gracias a la tecnología, todo es posible”, señala, tal vez sin darse cuenta de que es apenas una herramienta. Porque el resto -la actitud positiva, el deseo de progresar y el seguir siempre hacia adelante más allá de las vicisitudes- corre por cuenta de él, que supo mirar a la vida con otros ojos.