La historia de la lasaña Fernanda es mucho más que la de una receta. Es un tributo emotivo de “La Nonna” Teresa Barbera a su madre, que ha perdurado durante más de 30 años en La Marchigiana, el clásico restaurante mendocino.
“Era otoño y tenía unos alcauciles en la mano. Me dije que tenía que hacer una receta en nombre de mi madre, no sabía que iba a tener tanto éxito. La hice con el corazón y el alma”, rememora Teresa. Y así fue como nació la emblemática de lasaña Fernanda, un plato artesanal que simboliza amor, tradición y el legado familiar.
En los primeros días de La Marchigiana (ubicado en Patricias Mendocinas 1550, de Ciudad) cuando Teresa despachaba lasaña Fernanda y los mozos servían los platos, a menudo ella se escondía detrás de una columna del local para llorar. Cada pedido era un recordatorio de su madre, a quien había querido rendir homenaje a través de la cocina: “Cuando veo que piden una lasagna Fernanda, le digo a mi mamá: ‘Debés estar contenta, pasaron 30 años y vos, para mí, estás viva’”, confiesa con emoción Teresa.
La lasaña Fernanda, que combina el corazón de alcaucil con productos locales de Mendoza, refleja el amor que Teresa infunde en cada bocado. Para “La Nonna”, cada porción servida es una manera de mantener viva la esencia de su madre, quien le transmitió no solo el arte de cocinar, sino también el valor de compartir.
Un legado culinario vivo
Más allá de su sabor inigualable, la lasagna Fernanda es el testimonio de una historia personal que se ha mantenido intacta a lo largo de los años. Aunque la receta ha evolucionado ligeramente, el principio básico sigue siendo el mismo: usar ingredientes locales, como los alcauciles de Mendoza, y cocinar con la misma pasión y dedicación que Teresa siempre ha puesto en su arte.
Este plato sólo se sirve en septiembre, cuando los alcauciles están en temporada, lo que le da un carácter único y estacional. Esta exclusividad es parte del atractivo que tiene para los clientes habituales del restaurante, que esperan con ansias la llegada de este mes para poder degustar nuevamente la lasaña.
El vínculo entre la cocina y la memoria
Para Teresa, la cocina es mucho más que una habilidad; es una forma de conexión emocional. A través de la lasagna Fernanda, no solo mantiene vivo el recuerdo de su madre, sino que también ofrece a sus comensales una experiencia que va más allá del simple acto de comer. Cada bocado de la lasaña es una manifestación de amor, respeto y dedicación.
La historia de la lasagna Fernanda no es simplemente la de un plato que se sirve en un restaurante, sino la de una familia que ha sabido honrar sus raíces y su legado a través de la cocina. El hecho de que este plato continúe siendo uno de los más populares de La Marchigiana demuestra que, cuando la comida está cargada de emociones y significado, puede trascender el tiempo y las generaciones.