Ya que la historia se va escribiendo en tiempo real y en la medida en que va transcurriendo, tranquilamente podrían permitirse entonces algunas licencias para reescribir –o reformular- algunas frases populares y que ya han trascendido años y siglos. Con el permiso correspondiente, vale aclarar, podría decirse que la historia de vida de Eduardo Espinoza se describe con la (modificada) frase de “ojos que no ven, corazón que sí siente”.
Porque, aunque Edu es ciego de nacimiento, es la música, la pasión y el corazón lo que le permite ver y sentir el mundo, y relacionarse de una forma especial. Total, y ya que estamos con populares frases universales, ya lo dijo en “El Principito” el escritor y aviador francés Antoine de Saint-Exupéry: “No se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos”.
Eduardo Espinoza tiene 27 años, vive en El Bermejo (Guaymallén) y nació sin el sentido de la vista. De chico fue a la escuela Hellen Keller (en Godoy Cruz), mientras que de adolescente continuó forjando su vínculo con la música en la Escuela de Formación Integral Arte Aplicado.
“Desde chico que me gusta mucho la música y empecé a escucharla. A los 8 años empecé a cantar y aprendí a tocar la guitarra, todo a la vez”, resume el joven, quien ya audicionó en dos oportunidades para ser parte del exitoso programa “La Voz Argentina” (en 2020 y este año), aunque no quedó seleccionado para llegar al programa.
“El sábado me invitaron a cantar a un comedor de El Algarrobal y fui con mucha alegría. Era 9 de julio y canté el Himno Nacional y lo toqué en la guitarra, es algo que realmente me encanta”, se sincera, emocionado, el joven artista en su casa de El Bermejo.
Su familia (integrada por sus padres, Liliana y Ricardo, y sus 6 hermanos), en tanto, integra el club de fans y el público número uno de Edu; a tal punto de que lo acompañan a donde sea que vaya. “Siente una pasión indescriptible por la música, su vida es la música y nada más. Cuando salió de séptimo grado, tenía la posibilidad de seguir la secundaria normal. Pero él eligió seguir vinculado al arte y a lo que es su pasión”, describe con orgullo y emoción Liliana Rivas, madre de Eduardo.
El gran compañero de Edu es su hermano gemelo, Emiliano (“aunque yo nací un poquito antes, soy el mayor de los gemelos”, aclara sonriente Edu). Emi nació con una parálisis cerebral, lo que ha repercutido y limitado su movilidad. Pero ni siquiera este obstáculo o barrera le ha impedido ir con Edu a cuanta peña o presentación ha tenido. “Quien iba siempre es su hermano, Emiliano. Pero ahora se mudó, aunque siempre que Edu se presente en algún lado va a haber alguien de la familia acompañándolo. Como padres es un orgullo enorme para nosotros”, resume Lili.
La música como forma de ver la vida
Cuando Eduardo descubrió que quería dedicarse a la música tenía apenas 8 años y, según él mismo recuerda, iba a la escuela Quesada. “Es una escuela artística y ahí empecé a tocar la guitarra. En ese momento me di cuenta que quería dedicarme a y vivir de ello. Actualmente no estoy estudiando, pero estoy averiguando todo para anotarme y seguir estudiando música”, describe el joven, quien despliega todo el abanico de los géneros que le gusta (para cantar, y también escuchar): folclore, cuarteto, cumbia. “Un poco de todo”, resume.
“Para el día a día y todo lo que hago tengo una computadora con un programa especial para no videntes que me permite manejarme con Google y YouTube, ya me he acostumbrado a eso”, agrega el joven artista, quien se presentó dos veces en el casting de “La Voz Argentina” cuando pasó por Mendoza.
“El primer casting al que fui para ‘La Voz’ fue el 19 de mayo de 2020, mientras que el último fue el 25 de febrero de este año. En esta oportunidad canté la canción de Carlos Rivera, ‘Te esperaba’”, recuerda Eduardo. Y, haciendo gala de eso que tanto le gusta hacer –y que tan bien hace-, comienza a cantar, apasionadamente, una estrofa de la canción.
“Edu nació con una dificultad que le impide que pronuncie del todo bien las palabras, y es algo que notaron los encargados del casting cuando fue. Eso es un impedimento que puede llevar a que lo bochen en las audiciones quizás, pero no es un impedimento para que él se dedique al canto y sea feliz cantando. De hecho, Edu va con mucha felicidad a cantar a donde lo invitan, peñas, festivales. Y siempre estamos con él, en todos lados”, acota emocionada su mamá.
¿El Nahuel Pennisi mendocino?
Eduardo Espinoza se ríe cuando se le pregunta si puede llegar a considerárselo “el Nahuel Pennisi mendocino”.
“¡Él es muy bueno! ¡Pone la guitarra boca arriba para tocarla y todo! Yo toco la guitarra parada, como hacen todos los que tocan”, describe entre risas Edu cuando se le pregunta por la comparación con el músico y cantautor de Buenos Aires, quien también nació sin visión y quien hoy es una gran figura de la escena argentina.
“Aprender a tocar la guitarra para alguien que no ve es todo un tema, pero lo fundamental es conocerla bien primero. Aprender cuáles son las cuerdas, explorar bien cómo es la guitarra”, cuenta el joven guaymallino. Y agrega, con orgullo: “No voy a aflojar con la música, ¡es mi futuro!”.
“Si tuviese que darle un mensaje a la gente, le diría que no se dé por vencida. Que piense que la vida sigue y no todo está perdido, que de todo se aprende y que en el fondo todos somos iguales”, resume el artista quien, además de la música, completó un taller de capacitación en mimbrería.
“Siempre vamos a estar con él, lo acompañamos en su pasión y la música, que es su vida”, concluye Liliana Rivas, quien es ama de casa. Y cuando usa la primera persona del plural habla de ella, pero también del papá de Eduardo –Ricardo Espinoza- y de los otros 6 hijos del matrimonio y hermanos de Eduardo: Darío, Nicolás, Fernando, Emiliano, Alexis y Tiziana.