Ecléctica y maximalista. Así se define Mayra Ballesteros, una joven mendocina diseñadora de indumentaria que ha encontrado un espacio en las redes sociales y se ha convertido en influencer con casi 140 mil seguidores en Tik Tok; mundo en el que ha cosechado 2.700.000 “me gusta” en los videos subidos, varios de los cuales superan las diez mil visualizaciones, otros lograron más de medio millón y están esos que cruzaron la barrera de los siete dígitos.
“Estoy en mi mejor momento”, asegura consciente de que aún tiene sueños y objetivos por cumplir. “Estoy en la mejor, porque me ha llevado un tiempo encontrarme, sentirme segura en lo que quiero hacer, en mi trabajo... en si realmente soy esto o puedo hacer muchas cosas. Siento que ahora que me he encontrado en ese camino me siento excelente y siento que puedo avanzar bien”, dice con satisfacción.
Ella -que tiene una “vida normal”, en un barrio de Villa Hipódromo de Godoy Cruz, “sin esa vida que consumen otros personajes que venden esteticismo”, que en ocasiones transmitió con ropa o zapatillas “destruidas”- conquistó a su público desde la “transparencia y la espontaneidad” como la Tía May (se pronuncia como se escribe, aclara, no como la tía de Peter Parker).
“Voy a hacer humor con esto porque es mi realidad; no voy a mostrar algo que no soy”, se planteó Mayra cuando se dio cuenta de que sus reels hablando “boludeces” tenían más alcance que aquellos que mostraban el proceso de creación de indumentaria. Desde allí, esta joven que en la Vendimia 2017 lució la corona distrital de Presidente Sarmiento, “generó una conexión más genuina”.
Los números empezaron a moverse. Pero eso, no ha sido todo. Este fenómeno que la ha “dejado de culo” excede las pantallas y el celular. “Ahora salgo a la calle y me saludan, me piden fotos. Es una locura: gente de distintas edades que te reconoce”, confiesa sin salir del asombro y pone como ejemplo ese día que una mujer se le acercó para pedirle un video para la hija que cumplía 15 años “porque era refanática”.
“La otra vez -suma Mayra- me saludó una chica en un boliche, me da un abrazo gigantesco y me dice: ‘Boluda, gracias! porque yo estuve en terapia intensiva y veía tus videos y me sacaban de ese malestar; me ayudaron a salir adelante riéndome’. Yo no lo podía creer. Me emocioné de una manera...”, deja la frase sin terminar la joven de ojos grandes y el cabello lacio rojo furioso que enmarca su rostro hasta mitad del cuello con un flequillo parejo hasta las cejas.
Más allá de su producción en redes, a las que ahora se suma su participación en el stream Caviar y Mortadela que se emite los miércoles 20.30 por el canal de YouTube Desde el fondo, Mayra tiene una prenda única: armó un vestido con argollas de latas de cerveza. Una tarea titánica que terminó “después de más de un año, más de 3.500 horas de trabajo, 60 mil argollas engarzadas artesanalmente, incontables envases de birra recicladas y mucho amor”.
Luego de un in pass en su rol de diseñadora y mientras hace algunas colaboraciones para marcas locales, está proyectando su propia marca. “Quiero por fin hacer lo que yo quiero hacer. Estoy proyectando una marca propia en la que no me voy a poner tantas estructuras. Quiero producir cosas icónicas y darles mi impronta”, anticipa.
-¿Cómo te definís?
-Ecléctica y maximalista, porque en lo artístico me gustan todas las ramas del arte. Me gusta integrar todo lo que siento y sé en mi personalidad porque soy muy efusiva. Tengo como explosiones en mi personalidad, no soy tranqui. Entonces siento que este maximalismo lo tengo en lo estético también. Me gustan las cosas que son una piña visual. Me considero ecléctica porque la verdad es que integro cosas de todos lados que me sirven, que me gustan, que me ayudan a formar mi personalidad.
-¿Por qué elegiste estudiar diseño de indumentaria?
-Yo nací, dije ‘mamá', dije ‘papá'; pegué dos gateadas y empecé a dibujar. Dibujar era como mi canal a tierra dibujar. Cuando veía las pelis, me interesaba mucho dibujar la ropa. No sé por qué. Había algo en el dibujar el vestuario de los personajes... Yo era muy fanática de la serie Club Winx, que eran unas simples mortales y se transformaban en hadas para combatir el crimen y cambiaban de outfit. Eso me volaba la mente y yo dibujaba esas escenas en las que se transformaba la ropa. De niña trataba de combinar las prendas y si no me gustaba lo que tenía puesto me ponía mal. Hay una anécdota de mi cumpleaños de un año que lloré todo el cumpleaños, ya no sabían que hacer conmigo; me cambiaron la ropa y dejé de llorar cuando me pusieron un vestido rojo...
Así fue que con el aval y el esfuerzo de sus padres, que la han apoyado “en absolutamente todo” se recibió de la Universidad de Mendoza como diseñadora de Indumentaria y Textil en 2019 sin desaprobar ni una sola materia, “muy veloz”.
Sumó cursos de producción de moda, estilismo, asesoramiento de imagen. “Cosas que en lo particular no me gustan hacer, pero que ese conocimiento integradome ha servido muchísimo. Siento que tengo más herramientas. Para mí, el estudio ha sido como una herramienta fundamental, una base”, grafica Mayra y hace la salvedad que si bien “la moda se lee como algo efímero, superficial”, ella le aporta “una mirada a lo que es el estilo propio y personal”.
-¿Cómo es diseñar ropa con tu impronta en una provincia como Mendoza?
-Hace como un año y medio o dos, empecé a ver transmutar. O sea, siento que Mendoza está floreciendo en todos los aspectos. Y en la moda, en el arte, lo veo despegar. Entonces como que no fue tanto un problema. Tal vez al principio sí, pero hoy siento que cambió todo eso. Ahora se reciben mucho mejor otras cosas que antes por ahí era una locura o era una ridiculez.
-¿De dónde salió la idea de Tay May?
-Mis amigos siempre me han dicho “tía”. Me decían “tía Pelusa” porque tengo una personalidad que a veces como que florece en mí, una señora... porque siempre he estado rodeada de gente grande en los shows y cosas de mi papá (NdR. el cantante Lírico, director de coro, pianista y compositor Fernando Ballesteros). Siempre he sido muy observadora y es como que de alguna forma hay gestos, hay cosas y palabras de la gente adulta que me fascina. Y yo sin darme cuenta lo integro en mi forma y también soy un medio personaje con mis amigos... Un día quedó tía May y explotó un poco más cuando empecé a usar TikTok.
Al principio no entendía por dónde iba TikTok y yo subía los trabajos que hacía, o sea el proceso de la producción de las cosas que era un relaburo porque estar haciendo y grabando, y haciendo y grabando era como que me entorpecía un poco. Me generaba mucho esfuerzo hacerlo y no lo veía a nadie. Y un día, subí un video hablando boludeces, así, como soy, y gustó. Tuvo un alcance impresionante.
-¿Alguna vez pensaste en irte de la provincia?
-Hace re poco, estuve a nada de irme a España. También flashé con irme a Buenos Aires. He pensado en irme a un montón de lugares. Pero me di cuenta de que en esa incertidumbre que estuve atravesando por un buen tiempo, tal vez irme significaba un escape. Y de la nada me empecé a enamorar de Mendoza, de nuestra cultura, de nuestro país. Los argentinos somos muy ricos en todo, en personalidad, en resolver, en creatividad... Hay tanto para explotar acá, hay un montón de cosas para sacarle brillo y hacerlo valer. Entonces, dije: ‘Me voy a quedar acá; algo va a pasar acá'. Y este año viene maravilloso.
-Cuando eras chica ¿te imaginabas lo que vivís hoy?
-Cuando era chica me imaginaba siendo actriz, me imaginaba siendo cantante. Me imaginaba siendo bailarina, pintora... Yo fantaseaba con todos esos escenarios y, sí, de alguna manera un poco soñaba ser más o menos lo que hago ahora. Me acuerdo que cuando era chiquita me encerraba en el baño o en algún lugar donde hubiera un espejo y actuaba, imitaba. Y una vez me acuerdo que yo tenía el pelo largo y me hice con broches este peinado. Además, no podía esperar a ser grande para hacer planes de grande, de salir de tener amigos y bailar y todo eso. Decía, quiero ser re divertida, quiero que la gente la pase bien conmigo. Eso soñaba de chica y, de alguna manera, siento que voy caminando hacia eso.