La mendocina que triunfó en la música, fue una estrella y dejó todo por su otro gran amor: la psicología

Ana Matilde Alsina (81) saltó a la fama en Mendoza y Argentina con su nombre artístico Luciana. Sus canciones fueron furor en la década del 70 y sus canciones fueron himnos. Sin embargo, desencantada con algunas cosas, dejó de lado la música y se recibió de psicóloga. Y se dedicó a ello, su otra pasión, hasta fines del año pasado.

La mendocina que triunfó en la música, fue una estrella y dejó todo por su otro gran amor: la psicología
Ana Matilde Alsina, bajo el nombre de Luciana fue la cantante mendocina furor en la década del 70. Sus canciones fueron un éxito y llegaron al primer lugar en ventas en todo el país. Foto: Marcelo Rolland / Los Andes

Ana Matilde Alsina es mendocina, cumplió 81 años el 27 de octubre pasado y en su casa ubicada a pocas cuadras del Hospital Central atesora recortes, fotos, diarios y revistas de lo que fueron sus años dorados. Fue de la mano de la música y por medio de dos pseudónimos claves –aunque Luciana es el más conocido y con el que brilló- que esta mendocina llegó a la cabeza de los ranking y las ventas en los años 70.

Sin embargo, cuando ya se había posicionado como una estrella consagrada de la música argentina y parecía tener todo para seguir subiendo, decidió hacer su propio renunciamiento histórico y dejar pasar ese tren –que no pasa muy seguido- para seguir con su otro amor y su otra gran pasión: la psicología. Porque Ana Matilde –o Luciana, nombre artístico que la acompaña aún hasta el día de hoy- no solo se recibió y comenzó a ejercer como psicóloga ya de grande (a los 52 años), sino que dedicó su vida a esta profesión hasta fines del año pasado, cuando finalmente se jubiló y abandonó ese otro lugar que tan feliz la hizo durante casi 23 años: el Hospital Carlos Pereyra. Claro que cuando vuelve al lugar, pareciera ser que nunca se fue.

“Me di cuenta de que el mundo de la música no era para mí, al menos presentaciones y en vivo. Había mucho destrato, teníamos que ir a cantar a 3 clubes por noche, me subían y bajaban del micro como si fuera ganado, me despertaban a las 4 para que me bajara a cantar. La verdad es que sentí que me exprimían como un limón”, resume Luciana en diálogo con Los Andes, haciendo un balance sobre lo que fue su vida artística.

Claro que la música fue, es y será uno de sus grandes amores (sino “su gran amor”, junto a la psicología). Pero es el ambiente de lo que la artista mendocina reniega y, al verlo en retrospectiva, se replantea ciertas decisiones.

“Creo que no volvería a hacer nada de lo que hice en Buenos Aires. Y eso que, gracias a Luciana, pude mantener una casa. Pero no tengo muy buenos recuerdos de eso. Claro que tenía sus cosas buenas, como no tener que estar trabajando 8 horas adentro de una oficina”, piensa en voz alta, como quien ve desfilar su vida entera delante de sus ojos y mientras mantiene la mirada perdida y –a la vez- fija en un punto imaginario.

Sin pensarlo dos veces y siquiera dudarlo, además, la artista y psicóloga asegura que volvería a estudiar y a ejercer la psicología una y mil veces. Y aunque confiesa que volvería a cantar, aclara con determinación que no lo haría profesionalmente.

“Yo le agradezco mucho a esta chica Luciana, quien nos dio la alegría de mantenernos. Es lindo que te reconozcan por lo que has hecho, en la calle. Pero el tema es lo que había detrás de eso. Y creo que en ese momento yo no tuve mucha conciencia de lo que pude haber significado en esa época, pero era porque estaba ocupada en otra cosa. Ha sido duro, y da rabia que no haya tenido los beneficios económicos correspondientes, pero fue porque yo acepté eso. No hay día en que no me pregunte: ‘¿cómo no me revelé a eso?’”, sintetiza.

DE LOS COROS A ANA HAMILTON Y EL DÍA EN QUE VIO A THE BEATLES

Ana Matilde Alsina nació el 27 de octubre de 1942. Por entonces no existía ni siquiera lo que sería su alter ego, la popular Luciana y quien brilló en los 70 con joyas musicales como “La Avenida de los Tilos” y “Feliz cumpleaños”.

No obstante, la música siempre estuvo rondando siempre de su cuna y cuando apenas era una bebé. “Mis tías eran cantantes y una de ellas fue la primera egresada de la Escuela Mendocina de Canto. Otra tía –que era mendocina, pero vivía en Buenos Aires- cantaba en vivo en Radio Excélsior. Y era la ‘contrincante’ de Libertad Lamarque en su época”, cuenta Luciana, verborrágica y acomodada en el living de su casa.

En cuanto a su amor por el canto, es algo que fue cultivando de pequeña, ya que siempre le gustó cantar. Participó del coro de su escuela primaria, mientras que luego pasó al coro de la Orquesta Filarmónica.

En 1962, con 20 años, Ana Matilde Alsina –quien luego sería Luciana- pasó a ser parte del mencionado coro de la Filarmónica. Y la primera nota periodística que atesora en su álbum es de la revista “Semana TV”, con fecha del 20 de junio de 1963 y en una nota donde se explayan sobre su incipiente carrera.

“Por entonces yo estudiaba Artes Plásticas, y mi papá era médico y egresado de la Escuela de Artes Plásticas, por lo que el gen artista estaba en la familia”, destaca la mujer.

Recién 10 años después, el 27 de octubre de 1973 (el mismo día en que cumplía 31 años), Ana Matilde firmaría su primer contrato con una discográfica. Para ese entonces ya era conocida y cantaba con el nombre de Luciana, y en ese momento comenzaría el apogeo de su carrera.

Pero entre la Ana Matilde Alsina que cantaba en los coros de la Filarmónica y el “nacimiento” de Luciana, hubo una etapa intermedia. Y fue otro pseudónimo, otro “alter ego”, el que se apoderó de la joven artista: Ana Hamilton (aunque siempre era ella misma, en esencia).

“Empecé a cantar en inglés y me metí en el jazz. Creo que nunca busqué vivir de la música, yo cantaba en inglés y cantaba jazz porque me gustaba. También cantaba canciones de The Beatles e, incluso, los fui a ver en 1965 en San Diego (Estados Unidos)”, repasa la destacada artista mendocina. Y cuenta que, dentro de la variedad de su repertorio, había canciones hasta en portugués.

EL NACIMIENTO DE LUCIANA

En aquellos años como cantante, y de la mano del jazz, Ana Matilde Alsina conoció al músico Aquiles Roggero, quien integraría luego el grupo ‘Pintura Fresca’. Y ese fue el momento bisagra para el giro en la vida artística de ella, para firmar su primer contrato con una discográfica y para que Luciana viera finalmente la luz.

“Me dijeron que Ana Alsina era un nombre muy serio, que eligiera un solo nombre, una sola palabra. Me quisieron poner Ema, pero a mí no me gustaba. Entonces se me ocurrió Luciana, que era –además- el nombre que me gustaba e incluía, además, el nombre ‘Ana’”, sigue al repasar el porqué de ese otro nombre que la lanzó a la fama.

En ese momento, la vida artística de esta mendocina tuvo su punto de quiebre. Primero fue un éxito, luego tres, luego cinco y así fue sumando. Solamente con “Quiero tu vida” vendió 150.000 discos, y en total editó 10 álbumes y con los que vendió más de 1,5 millones de discos.

“En esa época nacieron muchas chicas a las que le pusieron Luciana. Mis canciones y mis shows eran para que fueran parejas a disfrutar. Yo, quizás sin querer, cantaba para las mujeres”, destaca, sonriente.

LA AVENIDA DE LOS TILOS

Uno de los hits más populares de Luciana es “La Avenida de los Tilos”. Claro que ella no componía, pero su atrapante y cautivante voz, el ritmo y la poesía de esta obra fueron furor en los 70.

‘La Avenida de los Tilos’ es un tema de 1975 y venía vendiendo un montón. Pero, en la época de la dictadura, lo sacaron de difusión porque pensaron que hablaba de un desaparecido. Y es que en una parte decía ‘Ayer he caminado más que sola, ayer he caminado sin vos… Pero, en realidad, es la historia de un poeta marplatense que hablaba de su hija, quien se había ido a vivir a España”, aclara Ana Matilde, como intentando dar una explicación a algo que jamás debería haber explicado.

La Avenida de los Tilos de esta canción es, en realidad, la Avenida Pueyrredón de Mar del Plata, y en esta ciudad balnearia de la costa bonaerense, esta pieza es casi un himno.

Sin embargo, la oscuridad de aquellos años de los militares en el gobierno no solo llevó a que se prohibiera “La Avenida de los Tilos”, sino que a Luciana la prohibieron –además- en los programas de televisión. “Solamente podía ir si hacía canciones en inglés, y antes tenía que enviar las letras de lo que iba a cantar para que las revisaran”, cuenta.

Ya por entonces el desencanto comenzaban a evidenciarse en la rutina de Luciana, en especial a lo que tenía que ver con las presentaciones en vivo. Antes de regresar a Mendoza, estuvo viviendo en Buenos Aires entre 1973 y 1983. Pero sus días en la industria musical –o al menos en el main stream- parecían estar contados.

“Lamentablemente las letras de lo que cantaba no eran mías. Entonces, toda la plata iba para el autor y la empresa discográfica. A mí, por LP, me tocaba 5% y de ahí le descontaban el IVA y después el sobre”, agrega Alsina.

LA VUELTA A LA MENDOZA, LA PSICOLOGÍA Y LA VENDIMIA DE 1992

Con el desencanto que le traía aparejada algunos aspectos de su carrera artística, en 1982 Luciana –porque ya era la consagrada Luciana entonces- decidió volver a su Mendoza natal. Y aquí fue que decidió que estudiaría Psicología.

“Mi padre era médico y artista. Y yo, hasta ese momento, no me había dado cuenta de que me gustaba la medicina y la clínica, fue algo de lo que me di cuenta varios años después. Pero nunca llevé en simultáneo mi carrera en la música y mis estudios en la Psicología”, cuenta Ana.

Recién en 1987, con 45 años, Ana Matilde Alsina comenzó a estudiar la carrera de Psicología en la Universidad del Aconcagua. Y se recibió en 1994.

Antes de recibirse, y haciendo gala de su inquietud y sabiendo que el “no ya lo tenía, Ana Matilde Alsina se ofreció a trabajar en el hospital Carlos Pereyra. Allí estuvo como concurrente primero –cumpliendo las mismas tareas que un residente, aunque sin cobrar ni un peso- y luego ingresó formalmente en 1999.

El Pereyra terminó siendo su lugar en el mundo, el lugar donde trabajó como psicóloga ente 1999 hasta fines del año pasado, cuando se jubiló-.

Me quieren mucho en el Hospital Pereyra, y es porque creo que se nota cuando se hacen las cosas de corazón y sin importar si pagan o no. Yo ahí no tenía ningún cargo, ni quería. Solamente hacía consultorio, y también tenía consultorio en mi casa. Cuando me fui, los pacientes me decían que lamentaban mucho que lo hiciera”, agrega Ana Matilde Alsina, conocida en todo el país como Luciana.

En cuanto a la música, y como buen primer amor, nunca la olvidó ni la dejó de lado. Simplemente se alejó de la industria y del circuito, pero ello no impidió que cantara en la Fiesta Nacional de la Vendimia de 1992, que haya participado de algunas vendimias distritales y hasta que haya hecho presentaciones artísticas en bodegas de Mendoza.

Ana Matilde Alsina la cantante mendocina conocida como " Luciana".
Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Ana Matilde Alsina la cantante mendocina conocida como " Luciana". Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

LA MÚSICA O LA PSICOLOGÍA

Casi al cierre de la charla con Luciana, resulta imposible no hacerle la pregunta inevitable y referida a si se queda, para sí misma, con la música o con la psicología.

Las dos cosas son buenas para el otro. A mí la música me encanta, y la psicología me gusta. El problema con la música está en que, cuando me hicieron profesional del canto, me hicieron enojar muchísimo con la música en general. Sin embargo, tengo días. Y me pasa que hay días en que me despierto y tengo ganas de cantar”, reflexiona, en voz alta.

Además, Ana Matilde Alsina resalta que el arte y la salud tienen mucho que ver entre sí. “Tuve la suerte de poder hacer las dos cosas, quizás solo me faltó retomar a la parte de las artes plásticas, que había estudiado. Pero es algo que lleva mucha dedicación”, cierra.

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