Inmediatamente después del voraz incendio que generó pérdidas totales para los comerciantes de la Feria Persa Mendoza, la Municipalidad de Capital activó la ayuda para que los damnificados puedan salir adelante.
La primera de las medidas fue iniciar la búsqueda de un lugar donde los feriantes puedan continuar trabajando y, al no existir espacios municipales que cumplan con los requisitos necesarios, la comuna acudió a los privados para encontrar una solución. Una estructura con contenedores ubicada en el cruce de calles Godoy Cruz y España, y otro lugar en avenida Mitre son las dos opciones más potables cercanas a la zona.
El espacio físico es la prioridad absoluta para las autoridades de la Ciudad y ese fue el eje de la última reunión que mantuvieron. Lorenzo Nieva, secretario de Desarrollo Económico de la Ciudad de Mendoza, aseguró que “hay interés de poder acercar las partes” entre miembros del gabinete municipal y propietarios “que tienen inmuebles que se pueden adaptar a estas necesidades”.
Por eso, el funcionario se mostró optimista y declaró: “La semana que viene tendremos reuniones preliminares entre feriantes y propietarios para ver si hay coincidencia en los intereses para desenvolver la actividad”.
Uno de los sitios es un espacio armado con contenedores, de diseño moderno e innovador, que está ubicado en la esquina de calles España y Godoy Cruz -con salida a ambas arterias y a calle 9 de Julio- y parece ser la primera opción hasta el momento.
La otra alternativa es un lugar en avenida Bartolomé Mitre, entre General Paz y Las Heras, en el que anteriormente funcionó una feria persa, aunque esta opción está un poco más relegada en la consideración, tanto por el deseo de los feriantes como por el desconocimiento de las condiciones en que se encuentra.
Más allá de eso, las autoridades de Capital coinciden en la buena predisposición de los feriantes a adaptarse al espacio que finalmente se pueda utilizar.
Mientras espera respuesta de los privados, la comuna trabaja en otros aspectos, como el asesoramiento legal y el financiamiento. Al respecto, Nieva expresó que “se planteó avanzar en líneas de financiamiento y líneas de crédito a tasa blanda para capital de trabajo” y destacó que “es importante que ellos recuperen parte de la mercadería y, en algunos casos, la totalidad de la mercadería para volver a empezar”.
Finalmente, ante la necesidad de formar una asociación civil o una sociedad por acción simplificada, las autoridades acercaron asesoramiento profesional, contable y legal a los feriantes, ya que “entienden que la mejor forma es estar agrupados y trabajando en conjunto”, dijo Lorenzo Nieva.
“Mi segundo hogar, mi vida y mi futuro se destruyeron en segundos”
Cuando creía haber “remontado” a fuerza de mucho sacrificio tras la muerte de su esposo, que comenzó con un puesto muy humilde en el Mercado Central y luego se trasladó al mercado Persa de la calle General Paz, recientemente afectado por el incendio, Elizabeth Barrionuevo vio derrumbado todo su proyecto en pocos segundos.
La mujer de 64 años y madre de tres hijas, dos de ellas en España en busca de un futuro mejor, solía transcurrir alrededor de 10 horas al día en su pequeño puesto de venta de accesorios para teléfonos celulares.
El “Persa”, así lo denomina, se había convertido en su segundo hogar y en la forma de subsistir y darle estudio a sus hijas.
Descansaba en su hogar de Guaymallén cuando su teléfono sonó la madrugada del lunes pasado. Pero no lo escuchó. Una compañera optó por llamar a su hija, quien fue corriendo a avisarle lo que estaba sucediendo.
“Salimos volando y, cuando vi lo que vi, me quise morir... Mi local quedó en ruinas. No se salvó nada. Frente al espanto y la desesperanza intenté entrar para sacar la caja donde estaba el dinero, pero fue imposible. Perdí 250.000 pesos, es decir, todo mi capital. Absolutamente todo lo que ganaba lo reinvertía en mercadería. Quedamos en la ruina”, comentó Elizabeth en diálogo con Los Andes.
Profundamente creyente, a pesar de atravesar uno de los momentos más críticos de su vida, la feriante dice que tiene esperanzas en la ayuda que la Municipalidad de Ciudad podría brindar a todos los locatarios, que son alrededor de 85, además de otros 15 de un mercado situado a pocos metros.
“No se sabe nada respecto de cómo se inició todo el desastre. Sólo sabemos que quedamos en la calle. Una de las alternativas, dentro de las muchísimas que se evalúan, es trasladarnos a un sector de contenedores de calle España y Godoy Cruz, aunque el lugar, que pertenece a un privado, aún no está habilitado”, sostuvo apesadumbrada. Advirtió que, además, habría que hacer numerosas refacciones al lugar.
“Se habla de ayuda, de subsidios para comprar mercadería, de préstamos tasa cero, etcétera. Se hablan muchas versiones pero hasta ahora no tenemos nada concreto”, remarcó la mujer. Y reflexionó: “Yo creo en el Señor y sé que no nos abandonará”.
A la espera de peritajes
“Eli” Barrionuevo es una de las ocho delegadas que ayer hablaba con este diario mientras aguardaba una reunión con un funcionario municipal en un café céntrico.
“No queremos invadir, no queremos molestar. Pero tampoco sabemos qué hacer. Es todo muy triste. Yo represento a uno de los pasillos, pero otros compañeros quedaron haciendo vigilia en el lugar, como si algo pudiera solucionarse. Todo quedó hecho cenizas, nuestro futuro, nuestra fuente laboral quedó en la nada”, manifestó.
“Creo que cuando se determine una solución debemos ser equitativos: hay gente que tenía varios puestos y creo que corresponde que todos recuperemos al menos uno. Luego se irá viendo”, especuló la mujer.
Recordó finalmente el sacrificio que hizo su familia para poder tener un local digno en el interior del tradicional mercado visitado diariamente por miles de mendocinos.
“Mi esposo empezó de abajo en el Mercado Central y, de a poco, nos fuimos consolidando. Lamentablemente enfermó de cáncer y empezamos un proceso muy duro de internaciones. Se me hizo muy difícil quedarme a cargo de tres hijas estudiantes, pero le puse el hombro y salimos adelante”, recordó la feriante.
Ya adultas las tres, dos de sus hijas se fueron a Europa a trabajar. “Quedé con la del medio, que afortunadamente estudió y tiene su trabajo. Yo pasaba en el Persa desde las 9 de la mañana hasta las 9 de la noche. No sé cómo haré para volver a levantarme”, concluyó.
Oriana, otra de las delegadas de uno de los pasillos, aclaró que todo el predio se perdió completamente, ni siquiera los baños quedaron en pie.
“Del Persa situado al lado, que es El Gigante, se perdieron 15 puestos que no pueden trabajar porque deben esperar peritajes. Les dijeron que los trabajos llevarán, por lo menos, 40 días. Es decir, nuestro mercado y parte del contiguo no están trabajando. Somos en total más de 100 puestos”, puntualizó Oriana, que tenía un local de insumos de uñas y maquillajes.
“Por lo que tenemos entendido, el seguro cubre sólo el predio, son 35 millones de pesos, pero no nos cubre a los locatarios. De todos modos, estamos en tratativas”, finalizó la mujer en una muestra de una historia que se repite en decenas de testimonios.