Cuando fue encontrado hace unos meses, atado con alambre, abandonado en un campo y llorando desesperada y desconsoladamente, es muy probable que Camilo ni se haya imaginado lo feliz que iba a estar ya en octubre de 2023, dentro del refugio “La casita de Lula” y junto a otros 200 compañeros más con quienes comparte su día a día.
Un niño que iba a la escuela lo encontró solo, a la intemperie, sin comida ni agua, y dio aviso a las referentes del espacio ubicado en Colonia Segovia (Guaymallén), quienes ya son directamente “ángeles de la guarda” para Camilo y otros canes que han encontrado una segunda oportunidad gracias a su intervención.
Ya no quedan rastros de la desnutrición, la sarna, las heridas y la deshidratación que lo aquejaban en aquel momento, y hasta recuperó su fuerza, por lo que juega y corretea como quien aprende a valorar la importancia de estar vivo. O, mejor dicho, de quien se encontró en su camino con una segunda vida.
Lo mismo ocurrió en enero de este año con Roque, quien fue encontrado abandonado en un terreno casi baldío por una vecina de Corralitos, también sin agua ni comida.
“La chica nos mandó la foto y pensamos que estaba muerto. Pero cuando fuimos a verlo, supimos que todavía estaba vivo y agonizando, por lo que lo llevamos a una veterinaria de urgencia -era domingo a la tarde-, y allí le dieron la primera asistencia. La veterinaria se llama San Roque, y por eso le pusimos Roque al perro”, repasa Galia Rossi (49), quien es odontóloga, y -además- una de las referentes de “La Casita de Lula”, el refugio que tiene -de forma permanente- a 200 perritos en recuperación ante distintas situaciones.
Roque ya encontró una nueva familia que lo adoptó y lo hizo parte de su hogar, y no hay manera de saber quién está más agradecido con quién: si Roque con su nueva familia o la nueva familia con el perrito.
El trío de perros que están disfrutando de esta nueva oportunidad que les ha dado la vida -y con las voluntarias del refugio y sus veterinarios como grandes protagonistas- es Toto. Con menos de un año, el cachorrito llegó al borde de la muerte por una gangrena en sus patas. Era tal la gravedad e la situación que debieron hacerle una transfusión al perro, y no pudieron evitar tener que amputarle una de sus patitas.
También fue operado de otra de sus patas, ya que tenía la cabeza del fémur luxada. Por estos días, Toto se encuentra en un hogar de tránsito, donde lo acompañan en su recuperación, lo cuidan con mucha dedicación y lo llevan permanentemente a fisioterapia.
“Se está haciendo todo para que no quede postrado”, agrega Galia, de “La Casita de Lula”.
“LA CASITA DE LULA”, DE UN PEQUEÑO REFUGIO A UN PREDIO DE 7.000 METROS
A Galia Rossi se le suman Mónica Gauna (61), Noelia Barrera (46) y Leticia Chagnaud (39). Todas ellas se han convertido en una especie de Ángeles de la Guarda para Toto, Roque, Camilo y los miles de perros (y contando...) que han pasado y sido asistidos en el refugio “La Casita de Lula” desde 2018 y hasta la fecha.
Cada una de ellas tiene su propia profesión, por lo que el refugio es un espacio que mantienen a pulmón y que no tiene ningún fin lucrativo desde lo económico. “Somos 4 voluntarias. Yo soy odontóloga, Mónica y Noelia son docentes -Mónica está jubilada- y Leticia está viviendo en Estados Unidos. En 2018 era solamente una casa alquilada y la primera perrita a la que se asistió fue a Lula, que había quedado cuadripléjica. Por eso se llama ‘La Casita de Lula’. Pero en 2018, luego de haber tenido que entregar la casa, Leticia cedió un lote que había comprado en Colonia Segovia, después le agregamos dos más y ahora es un predio de 7.000 metros”, cuenta Galia.
El refugio cuenta con sus profesionales veterinarios -labor remunerada-, que se suma a lo que invierten en alimento, medicamentos y demás insumos para poder mantenerse en pie. Por esto mismo es que el principal sostén de “La Casita de Lula” son las donaciones de voluntarios, además del dinero que sus responsables aportan de manera desinteresada.
“Lejos de dar plata o ganancias, esto es una cuestión del corazón. Lo que nos gusta es ayudar a seres que están olvidados de la mano de Dios, en casos donde la sociedad mira para otro lado. Allí intervenimos nosotros, la gente que nos avisa porque nos conoce, o directamente nos trae a los perritos rescatados”, sigue Galia.
En el lugar, que cuenta con caniles y espacios que mantienen a los perros al resguardo de la intemperie, hay 200 perros de manera fija. Muchos de ellos están terminando de recuperarse y rehabilitarse de la atención veterinaria que se les da en el lugar, mientras que otros están a la espera de una familia adoptante que quiera y pueda integrarlos a su grupo.
Por separado, por estos días son 7 los canes que presentan diversas discapacidades y que se encuentran en la casa de una mujer que los tiene en tránsito y quien no solamente los cuida, sino que además los alimenta y está permanentemente pendiente de ellos. Las voluntarias destinan una pensión especial a esta mujer, para que se invierta en todos los cuidados y productos que precisen los perritos.
A los que están fijos en el lugar y a los que se dejan en hogares de tránsito se suman todos aquellos perros que, a diario, llegan junto a personas que los llevan por distintas situaciones.
“Hay gente que no puede pagar el costo alto de una cirugía y nos pide ayuda a nosotros en lo veterinario. Y, si está a nuestro alcance, los ayudamos. Hemos ayudado a miles de perritos en todos estos años, muchos casos externos -de proteccionistas o particulares- que se acercan”, agrega Galia.
Para contactase con el refugio, el principal canal es la cuenta de Instagram @casitadelularefugio. Allí están los links para quienes puedan ayudar vía Mercado Pago (en Argentina) o PayPal (desde el exterior).
“Cada vez es más difícil conseguir donaciones, ya que por lo general siempre son más los gastos que los ingresos”, agrega Galia. Y acota que hay donantes que ayudan desde otros países, y que se trata de personas que conocieron el refugio gracias a la viralización de historias como las de Camilo, Roque o Toto.
ELLOS SON ROQUE, CAMILO Y TOTO: LOS PERRITOS QUE VOLVIERON A NACER GRACIAS AL REFUGIO
A comienzos de 2023, una vecina de Corralitos encontró a un perro moribundo en terreno casi baldío de ese distrito guaymallino. Creyendo que estaba muerto -o que era cuestión de minutos para este triste desenlace-, la mujer -que sabía de la existencia y la misión de “La Casita de Lula”- se comunicó con las voluntarias.
“El dueño se había ido, no sabemos si por unos días o mucho tiempo, y lo había dejado sin agua ni comida. Si bien nosotros tenemos nuestros veterinarios, era un domingo a la tarde y se trataba de una emergencia, por lo que lo llevamos a la veterinaria San Roque para que lo atiendan”, rememora Galia Rossi, y reitera que por ello este perrito fue bautizado como Roque. “Estaba emaciado, que es cuando alguien está excesivamente delgado por culpa de una enfermedad. ¡Había perdido hasta el tejido graso!”, sigue.
Los costos de esa primera atención también fueron absorbidos por “La Casita de Lula”. Tras pasar una primera semana internado en estado crítico, recién allí Roque pudo ser trasladado al refugio. Sin embargo, llegó con una atrofia muscular que no le permitía caminar y casi ni mantenerse en pie.
“De repente empezó a poder pararse, luego a caminar hasta que, al último, empezó a jugar con otro perro, con una pelota. El contraste que se ve en el primer video con el último es impresionante. Y al final a Roque lo adoptó una familia que se emocionó muchísimo. Fue un caso muy movilizante y la señora que lo integró a su familia se puso a llorar de la emoción cuando lo vio”, cuenta la odontóloga y rescatista.
También este año, aunque más cerca -cronológicamente hablando- llegó Camilo a “La Casita de Lula”. Luego de que un niño lo avistara cuando iba a la escuela y diera aviso a las referentes del refugio, se lo fue a rescatar al lugar -estaba prácticamente echado a su suerte- y se le comenzó a curar la sarna y a trabajar en su extremo adelgazamiento.
“Camilo estuvo como 3 meses en recuperación hasta que empezó a recuperar el pelo, el peso. ¡Debajo de todo el maltrato y la sarna había un labrador!”, cuenta, sonriente, Galia.
Camilo aún no ha sido adoptado y están a la espera de una familia responsable que quiera integrarlo a su vida y a su hogar. Mientras tanto, sigue en el refugio.
Por último, está Toto, quien -literalmente- regresó de la muerte. Se trata de un cachorrito que fue encontrado en Bermejo (Guaymallén), tirado en la vía pública, y con una gangrena que avanzaba en su cuerpo.
“Cuando lo atendimos tenía un hueso expuesto, la pierna gangrenada, septicemia y anemia severa, además de desnutrición. Con Toto y con todos los perritos, hay un arduo trabajo entre los veterinarios clínicos y el cirujano traumatólogo, además de los cuidadores del hogar transitorio y los fisioterapeutas”, reconoce Galia Rossi.