Pese a que hay nuevos discursos, hoy quienes no se ajustan a los estereotipos físicos “aceptados”, como quienes tienen sobrepeso u obesidad, deben lidiar con juicios externos que llegan al extremo de la discriminación y afectan su vida social, laboral, académica y hasta afectiva. El punto límite es lo que se ha llamado “gordofobia”.
Pero gana espacio -de a poco- la comprensión de que el cuerpo de otro no tiene por qué ser motivo de juicios, opiniones y, mucho menos, parámetro para evaluar necesariamente virtudes y capacidades. Se trata de un proceso de cambio en el imaginario social que va lento, pero va, aunque por ahora de manera insuficiente a la luz de los hechos.
“Volvete saludable, así te tienen más tiempo y cuando tu nena se dé cuenta de lo gordo que sos, ¡se va a avergonzar de vos!”, comentó un usuario en una publicación de Instagram al conductor televisivo Darío Barassi.
La respuesta estuvo a tono con su estilo directo: “Si mi hija se llega a avergonzar por el cuerpo de otro es porque hice las cosas mal educándola. Mi gordura no da vergüenza. Tu irreverencia, en cambio, sí”.
Especialistas consultados por Los Andes reconocieron que conviven dos concepciones, pero que la gordura sigue siendo un filtro para la inclusión. El ingreso a un puesto de trabajo, el acceso a entornos sociales, la aceptación, la escolaridad, se ven atravesados por esta “carga” impuesta con la que deben lidiar estas personas. Reconocieron que ciertas cosas tienden a cambiar en una sociedad que tanto excluye, desde el asiento en un cine o transporte formato estándar a la ropa escasa y más costosa.
“Hay un leve cambio en juzgar menos, pero persiste la gordofobia. Si en un empleo tienen que seleccionar, seguramente no lo harán sólo por la capacidad, sino también por el aspecto físico”, aceptó la psicóloga social y laboral Nilda Bautista. Reconoció que sufren discriminación en el ámbito laboral, escolar y social.
Relató que a estas personas les cuesta mucho la inserción, por eso muchos buscan tratamientos de diversa índole que requieren un gran esfuerzo y no siempre resultan efectivos. Por ello, aunque la intención prioritaria sea lograr más salud, consideró que las presiones que sufren son parte de lo que termina de convencer a muchos de optar por la intervención quirúrgica, cada vez más demandada.
“No apto”
Esta semana la Justicia Civil local condenó a la Dirección General de Escuelas a indemnizar a una docente por 1.350.000 pesos. Fue al considerar que sufrió discriminación por tener sobrepeso y por ello, perdió su empleo.
Tuvo en cuenta el daño moral a la que fue sometida la mujer por el aparato institucional. La junta médica de la dirección otorgó un certificado de “no apto” para realizar las tareas administrativas que hacía aduciendo patología preexistente en referencia a la obesidad.
En Mendoza, 40% de la población adulta notificó sobrepeso u obesidad en la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo. Esta es mayor en la mediana edad.
“Hay una delgadísima línea entre la percepción de la obesidad como enfermedad y como tema estético, lamentablemente se toma sólo lo último”, resaltó la licenciada en Nutrición, Yanina Mazzaresi, directora de Prevención y Promoción de la Salud.
Destacó que es una enfermedad, hay que tratarla como tal y a veces hasta es un tabú dar un diagnóstico así porque lo sienten peyorativo. Dijo que hay estudios que han mostrado que hay mayor discriminación por esta causa y esto llega incluso a las escuelas.
Es habitual que ocurra, por ejemplo en las prácticas deportivas, en que los chicos con sobrepeso van al arco y cuando los grupos se arman por elección de los compañeros son los últimos en ser elegidos o los dejan de lado.
Mencionó que el sobrepeso tiene una connotación sociocultural y el tema adquirió más relevancia durante la pandemia, en que el aumento del uso de pantallas puso en relieve la imagen. Destacó que hoy hay más conciencia en los ámbitos escolares donde se abordan estas problemáticas.
Yo puedo
“Genera depresión, frustración, suicidio, miedos, desempleo en personas gordas, estrés físico y mental. ¿Qué te hace pensar que en nombre de la salud tenés derecho a hablar del cuerpo de otra persona?”, cuestionó la actriz cordobesa Mar Tarrés, en apoyo a Barassi.
“Hay una apertura, lenta, pero hay”, subrayó Jimena Tillar, directora regional de Servicios de Adecco. Contó que desde la empresa tienen un compromiso con el tema y buscan que sus clientes aprecien las competencias que una persona tiene para un empleo.
Señaló que hay ciertos puestos en que puede haber dificultades, ya que se consideran las características del trabajo o el espacio donde se realiza. “Es muy extraño que te pidan que alguien no sea obeso, pero sí pueden aclarar que esté en buen estado físico. En puestos operativos hay temor a que no funcionen como deberían y, aunque les aclares que tienen las posibilidades, hay resistencia”, refirió.
“Hay empresas que no están adaptadas, por ejemplo para operarios, cuando en la industria tienen líneas de producción de armado, trabajo manual y no tienen los espacios adaptados les sugerimos que tengan pensadas un par de posiciones para que puedan cumplir con su trabajo”, agregó.
Por otra parte, Tillar señaló la situación particular que se vivió con la pandemia, ya que la obesidad fue considerada factor de riesgo. Por ello, debieron darse licencias y se dificultó que fueran incorporados como nuevo personal ya que debían adaptarse a las disposiciones.
