Se anticipaba y sucedió: la pandemia afectó la salud de médicos y enfermeros y demás personal que debieron afrontar abruptamente situaciones que los excedieron.
Ansiedad y miedo al contagio propio o de familiares se encuentran entre las emociones con las que más han tenido que lidiar mientras trataban de ganarle vidas al virus Sars CoV-2.
Desde el área de Salud Mental del hospital Lagomaggiore, referente en Mendoza, buscaron darle forma a lo que le estaba pasando a sus médicos a través de un informe. Así, lograron reunir relatos y detectaron que de los 80 participantes (profesionales y no profesionales) 65% dijo sentir ansiedad, 63% miedo y 49% incertidumbre.
Pero además 2 de cada 10 refirieron irritabilidad, cambios bruscos de humor, frustración y enojo. Suman sensación de falta de control, tristeza, sueño excesivo y pánico.
Tras la llegada de la Covid-19 a la provincia y la declaración de la emergencia sanitaria a fines de marzo, se suspendieron las licencias para los trabajadores de la salud, se hicieron cambios de funciones y las horas de trabajo se extendieron. Viendo lo que sucedía se generaron espacios de atención de la salud mental exclusivos para ellos mientras que hace unos días las autoridades tomaron la decisión de comenzar a darles las licencias adeudadas.
Carga pesada
En particular, muchos debieron abocarse a la Covid-19 sin contar con los recursos por ser de otra especialidad.
“Estamos agotados, trabajamos los 7 días de la semana”, relataba uno de ellos, que destacaba que inevitablemente esto afecta la calidad de la atención de los pacientes.
Un médico anestesiólogo de un hospital público terminó internado, con varios síntomas que no cedían y sin encontrarle explicación, hasta que tras una semana sin éxito el abordaje de Salud Mental le permitió mejorar. “Necesitaba hablar”, concluye.
“Empecé con fiebre, no respondía a ningún antibiótico, mucho dolor, en el cuello aparecieron adenomegalias, que son ganglios linfáticos que aumentan de tamaño en respuesta a una infección”, relató.
“Sea cual fuere tu tarea asistencial nos sobrecargamos y fue un desafío desde lo psicoemocional”, afirmó.
Con la llegada del virus sintió la necesidad de ayudar y se ofreció para trabajar en Terapia Intensiva ya que sus conocimientos de algún modo se lo permitían.
“Encontré un momento para devolver a la sociedad mendocina todos los años que recibí de formación en la época de grado y posgrado, asistí a la universidad pública y gracias a eso hoy soy médico”, esgrimió. El mismo agradecimiento que siente con los pacientes que le permitieron aprender.
Relató que ha visto a muchos compañeros atravesando situaciones emocionales difíciles. Es que a la falta de descanso, las exigencias y estrés de las condiciones, “hay que sumar situaciones familiares, puede haber pérdidas, duelos, muertes, situaciones económicas, problemas de pareja”, enumeró.
“Algunos no pudieron manifestar lo que les pasaba porque ya estaban habituados a trabajar así”, señaló y agregó que tampoco se podía elegir, sino que había que responder.
Dijo que ver a su abuela de casi 90 le generaba una gran carga y, de hecho, muchos médicos optaron por dejar de ver familiares, lo que les quitó un soporte fundamental.
En riesgo
Lo que destacan es que el personal de salud, ya en condiciones normales suele estar exigido y presentar algunas de estas condiciones que se vieron exacerbadas durante la pandemia.
Otro trabajo realizado por el mismo equipo en el mismo efecto en 2016 destaca la alta carga de estrés laboral que afrontan.
“En 2016 ya habíamos encontrado 63% de la población hospitalaria estresada, el 70% con ansiedad y 30% con depresión, ahora tienen ansiedad y depresión por igual (70%), van a enfrentar la segunda ola con el 70% de la población hospitalaria muy afectada psicológicamente (en particular deprimidos)”, expresó la jefa del servicio de Salud Mental y quien lidera el trabajo, Celia del Canto.
“El riesgo es que termine en un estrés postraumático y que la gente no quiera volver a trabajar”, remarcó.
Se menciona el Síndrome de desgaste profesional recientemente aceptado por la Organización Mundial de la Salud. En ese marco refiere que existe un riesgo incrementado de enfermedades cardio-cerebro-vasculares, metabólicas, inmunitarias y psicológicas.
“Aunque se perciban con un alto nivel de estrés pueden continuar trabajando pero van pagando un costo o desgaste que en el tiempo desajusta los circuitos fisiológicos”, expresa el informe. Según destacan, los altos niveles de ansiedad y depresión serían el primer indicador que se desajusta y determinan un riesgo alto de enfermedad mental próxima.
Esto lleva además al consumo de sustancias, trastornos de ansiedad, depresión y una amplia gama de manifestaciones somáticas.
Entidades internacionales ya han alertado sobre una post pandemia que tendrá un exponencial incremento de atención de la salud mental por el impacto de la vivido y esto en particular para quienes se desempeñan en el ámbito sanitario.
Cuando el cuerpo no da más
Tal cual le pasó al médico anestesista, otros también presentaron síntomas somáticos ante la situación. El más frecuente es una alteración del patrón del sueño que está presente en más de la mitad (55%) y el dolor muscular en 4 de cada 10. Por otra parte 30% dijo sentir desgano mientras que también han referido alteraciones en la conducta alimentaria, aumento del consumo de alcohol y cefalea.
Entre las conclusiones del trabajo aparece que están sometidos a una alta demanda, con exigencias superiores a las que a veces pueden abarcar y por lo que deben resolver más rápidamente.
Casi 7 de cada 10 dijo sentir su mente llena de preocupaciones: 97% dijo sentirse agotado mentalmente, 93% se siente agobiado por la responsabilidad y 80% no tiene tiempo personal.
Aumento de los conflictos
Una de las consecuencias de la situación vivida por los trabajadores de la salud es un incremento en los conflictos tanto en el entorno laboral como familiar.
En el hospital Lagomaggiore 6 de cada 10 trabajadores dijo haber tenido que lidiar con esta carga extra en el trabajo, sobre lo que hay que agregar que además son muchos los que trabajan en varios efectores.
Estrategias para afrontar la situación
“Lo que amortigua esto es sentirse acompañado, el sostén de los compañeros, cuando sienten que tienen mucha demanda pero logran mayor control interno los hace funcionar mejor, entonces si hay estrategias deberían apuntar a aumentar el control propio porque el contexto no va a cambiar”, explicó la psiquiatra Celia del Canto.
En ese marco señaló que se debe evitar los pensamiento negativo, la excesiva empatía con los pacientes, acotar las expectativas, el trabajo en equipo, reconocer las emociones para no ponerlas en el cuerpo, para no enfermarse y apuntalar el sostén del entorno extra- laboral.