Los reclamos por el presupuesto universitario también alcanzan a la Universidad Tecnológica Nacional y su facultad Regional Mendoza no es la excepción. Este año, han sido protagonistas de la marcha por la educación pública y los gremios que nuclean al personal se han manifestado para visibilizar la situación. Los carteles en las escaleras del ingreso al edificio por calle Coronel Rodríguez son el recordatorio de que la lucha continúa.
La sede mendocina tiene 5.100 alumnos cursantes de las diferentes ingenierías, más de 500 docentes y 115 no docentes, 26.000 m2 del predio de la Quinta Sección donde se encuentra el edificio de la Casa de Estudios, el anexo en Rivadavia y una construcción que están terminando en el Polo Tic.
En el primer semestre de este año, recibieron 50 millones de pesos sumando: los $ 6.300.000 trimestrales que según el presupuesto 2023 le corresponde; 17 millones que envió la Nación y otros 19 millones de refuerzo que aportó el rectorado de la UTN.
Sin embargo, esa suma no alcanzó para solventar los 90 millones de pesos que la Regional Mendoza ha pagado en concepto de servicios durante esos meses (entre ellos: agua, luz, gas, internet, teléfono).
La diferencia sale de los ahorros que el equipo del decano José Balacco guarda y estira para dar respuesta a lo más que se pueda, sin poner en jaque las becas y las prestaciones que ofrece la sede mendocina de la UTN. Lo único que se puede decir que se ha resentido tiene que ver con los proyectos de investigación. “Se han resentido en el sentido de que los recursos que vienen son pocos y el investigador no puede hacer nada”, explica el decano.
Pese a la coyuntura adversa, la facultad inaugurada en 1953 sigue en expansión. En el ciclo lectivo 2025, pone en marcha la sexta ingeniería que se agrega a su abanico de carreras de grado. La Ingeniería en Telecomunicaciones ya cuenta con inscriptos cursando el preuniversitario junto a los aspirantes a Civil, Electromecánica, Electrónica, Química e Ingeniería en Sistemas de Información.
“Uno aspira a hacer las cosas lo mejor que pueda; no pasar desapercibido, dejar una carrera nueva, dejar una huella, dejar el edificio del Parque TIC que lo hemos hecho con recursos propios”, confiesa Balacco a la vez que destaca que la construcción en Godoy Cruz se inició en 2014/2015 cuando “no era tanta plata como ahora” y admite que se está “terminando a duras penas”, con un subsidio del municipio de Godoy Cruz.
En los 71 años de vida se han graduado másde 2.900 ingenieros en las cinco carreras de grado, y unos 5 mil estudiantes -tal como se acota en la página de la sede local- esperan graduarse no sólo como ingenieros, sino como técnicos y licenciados en otros campos del saber: enología, administración de empresas, matemática, turismo y hotelería.
Y sigue siendo, a pesar de ser carreras duras, una alternativa de formación ya que aporta mano de obra capacitada a la matriz productiva de la provincia, la región y el país. “Nuestros egresados están todos con trabajo”, ratifica orgulloso Balacco. Y agrega: “Faltan ingenieros. Vamos manteniendo un flujo. El año pasado tuvimos cerca de 1.800 interesados, de los cuales rindieron el pre más o menos 1.000 y entraron 540/550 aproximadamente”.
Un dato más: la cantidad de títulos por año están en 150 en promedio, asegura el decano. Y muestra que Mendoza es una de las 30 unidades académicas de la Universidad Tecnológica Nacional que aporta más profesionales y tiene mayor demanda.
El presupuesto de la UTN Mendoza
La masa salarial para cubrir las remuneraciones de los más de 500 docentes de planta, de otros contratados y de 115 no docentes abarca el 90 por ciento del presupuesto que la Casa de Estudios recibe. Esa partida se incrementó por las paritarias de 2023, aunque los valores siguen por debajo de lo solicitado. “En enero de 2024 no recibimos lo mismo que en enero de 2023; recibimos entre un 140/150% más”, aclara el decano.
En este punto, los gremios reclaman un 40 por ciento o igualar los incrementos obtenidos por los estatales en lo que va de este año. Sin embargo, la oferta del Gobierno nacional ha sido sólo del 3 por ciento para agosto y 2 por ciento para septiembre.
El 10 por ciento restante está destinado a gastos de funcionamiento y mantenimiento “donde están los consumibles, los servicios y el mantenimiento”, aclara Balacco. “Ésa es la partida que quedó congelada; ese 10, que nunca llega al 10 por ciento”, apunta casi con resignación el decano que estima que apenas suele llegar el 3,5 o 4 por ciento.
“Todos los años nosotros tenemos que agregar fondos propios para poder pagar ese gasto de funcionamiento”, insiste desde la experiencia que le dan los once años que lleva en la oficina del Decanato. A veces más, a veces menos, pero sin duda nunca tanto como ahora. Por ello, también los paros universitarios ponen foco y se quejan del deterioro del financiamiento.
“En el 24, para el primer trimestre me llegó en marzo 6.300.000 para redondear. Cuando fue la marcha, dijeron que iban a dar el 70% de incremento (NdR. siempre sobre el teórico 10% del presupuesto) que se supone que llegó en mayo y en mayo dijeron que se enviaba otro 70%... Tampoco está claro, porque es difícil de entender cómo manejan esos números”, grafica el decano con los papeles en la mano.
Lo único claro es lo que pueden recaudar con los servicios que se prestan a la comunidad en general, privados e instituciones. La Regional Mendoza cuenta con 40 laboratorios de diferentes especialidades. Balacco cuenta que hacen análisis químicos para YPF e Irrigación, por ejemplo; análisis de materiales o de eficiencia energética como el que hicieron para verificar si las lámparas LED que compró el Gobierno cumplían los requisitos.
También es una fuente de ingreso el Ceredetec (Centro Regional de Desarrollos Tecnológicos para la Construcción, Sismología e Ingeniería Sísmica). Entre los últimos convenios importantes, el decano destaca el que tuvieron con Edemsa para estudiar las torres de la línea de alta tensión de Cruz de Piedra.
Asimismo, el ITREN, que es un Organismo de Calificación Autorizado, brinda certificación de normas IRAM. “Hay muchos alumnos que son de empresas que se certifican y eso también nos deja de recursos”, apunta Balacco quien agrega a la suma lo que aportan -aunque en menor medida- los doctorados, las maestrías, las especializaciones. “Las carreras cortas se autofinancian”, aclara.
“Si sobrevivimos es con los ahorros que tenemos. Tratamos de ser muy eficientes”, se enorgullese el decano y muestra más números, que no son menores: entre los diferentes tipos de becas -algunas de la propia facultad y otras con el aporte de particulares y privados- benefician a unos 1.300 estudiantes.
“Tenemos la residencia donde viven 42 alumnos que pagan muy poco. Tenemos el buffet que está concesionado y también paga con viandas todos los días para unos 30 chicos. Y las becas de transporte que salen del canon del bufet”, detalla Balacco.
Mirada a futuro
Si bien la coyuntura no es promisoria, las autoridades de la sede mendocina no se quedan quietas y se animan a soñar. “Creo que nosotros deberíamos tener más ofertas de ingeniería”, se sincera el decano y pone sobre la mesa una concreta que ya está estudiada: Bioingeniería.
“Iniciar una carrera no es un tema simple. Todo muere en el presupuesto”, sintetiza Balacco. Pero no se desanima. Ya tuvo un logro: arrancar con Telecomunicaciones. La última Ingeniería que se había creado fue la de Sistemas en los ‘80 y “vino” desde Casa Central; no como la flamante propuesta local que nació de una necesidad regional.
Se priorizó Telecomunicaciones sobre Bioingenería porque no necesita presupuesto extra. “Es una carrera que tiene mucho en común con Electrónica. Entonces, aprovechamos la estructura porque ya se dictan la mayoría de las materias”, explica el decano, en tanto estima que son sólo seis las materias específicas a crear.
El ingeniero electrónico -que en los ‘80 empezó dando clases como ayudante, concursó para ingresar como docente en el ‘86, fue jefe del Laboratorio de Electrónica, consejero y director del departamento de Ingeniería Electrónica y llegó al decanato en 2013- vuelve a insistir: “Todo lo nuevo está hecho con ahorros. Vengo de familia italiana de la guerra y me acostumbré a ahorrar”.