Aunque el último año resultó el más doloroso en la vida de la familia Vargas, oriunda de General Alvear, los próximos días serán a pura felicidad: la pequeña Alma, de 3 años, regresará a su hogar luego de haber permanecido durante un año entre el Hospital Dr. Humberto Notti y Casa Ronald, institución situada a escasos metros donde se albergan quienes provienen de otras ciudades y necesitan tener cerca a los profesionales.
El “cimbronazo” de acontecimientos difíciles comenzó en marzo de 2023, cuando Alma, que tenía dos años, evidenciaba comportamientos extraños: vómitos, fiebre, dolores de cabeza y cierta inestabilidad para caminar. Se tambaleaba. Ya había empezado a dar sus primeros pasos y un retroceso alertó a sus padres, Jennifer y Emanuel.
La peor noticia
“No dudamos en acudir a la guardia del Notti y fue un antes y un después en nuestras vidas. Alma quedó internada para ser sometida a estudios neurológicos y allí comenzó la odisea”, relata su mamá en diálogo con Los Andes. Por ese entonces ya estaba embarazada de su segunda hija, Sofía, que nació en septiembre pasado con una complicación en el brazo.
Lo cierto es que el diagnóstico de Alma, un tumor cerebral, no demoró en llegar. Habían pasado por el servicio de traumatología, aunque de inmediato se constató que se trataba de una afección neurológica producto del cuerpo extraño que se alojaba en su cabeza y que, al comprimir esa zona, acumulaba líquido.
“Me hablaron de tumor cerebral y sentí que me derrumbaba, pero al mismo tiempo tenía que ser lo suficientemente fuerte por mi hija, mi embarazo y también por toda la familia que esperaba las novedades”, relata. Al día siguiente la chiquita fue sometida a un drenaje para descomprimir el cerebro; a una resonancia magnética y, una semana después, ingresó al quirófano para la extirpación.
Finalmente, el 20 de abril Alma fue operada. Comenzó ese día con un largo proceso de tratamientos de quimioterapia que coincidían con un embarazo dificultoso, ya que Jennifer debutó con ataques de epilepsia.
“Creo que fue producto de todo el estrés que sufrí, al igual que la complicación que sufrió Sofía al nacer, con un brazo paralizado. Ironías del destino, próximamente la atenderá el mismo médico que atiende a su hermana”, detalla. La beba nació el 27 de septiembre de 2023 en General Alvear, ya que un cuadro de Covid de Alma obligó a la futura mamá a permanecer aislada.
Una tormenta que se aplaca
“La verdad es que todo llegó junto, como suele suceder, y de manera complicada. Fue doloroso, pero a la vez destacable el equipo humano que nos acompañó no solo en el hospital sino también en Casa Ronald, donde nos hemos sentido como si fuese nuestro propio hogar”, reflexiona.
La tormenta, de a poco, señala Jennifer, se va aplacando y esperan que todo vuelva pronto a la normalidad. Incluso que Emanuel, que es panadero, pueda retomar su trabajo en Alvear.
“Hoy, habiendo superado la cirugía, que fue lo más terrible para todos, deseamos volver a casa en marzo y regresar luego solamente a los controles. Eso es lo que nos dijeron los médicos y podremos hacerlo próximamente. Estamos felices, valorando este momento con gran felicidad y con deseo de estar todos juntos”, expresa.
Previo al alta, Alma debe ser sometida a los últimos estudios de rigor. En las últimas horas los valores en sus glóbulos y plaquetas le dieron elevados, aunque es algo normal a esta altura del tratamiento.
Por eso, regresó al Notti mientras sus padres van y vienen entre el hospital y la casa que los albergó durante casi largos 12 meses de angustia.
Sin embargo, lo más increíble y esperanzador para Jennifer y Emanuel es que su hijita prácticamente no presenta secuelas intelectuales luego del duro proceso que debió atravesar.
“Solamente debe aprender nuevamente a caminar, algo que, de alguna manera, nos habían anticipado los doctores. Por ahora lo hace con nuestro apoyo, pero pronto se soltará solita, estamos seguros”, asegura.
Aquel líquido en el cerebro también provocó un retroceso al comenzar a hablar. Es que, justamente, la enfermedad se despertó cuando Alma comenzaba a decir sus primeras palabras.
“Entonces todo esto interrumpió el proceso del habla, aunque se dará paulatinamente y con el tiempo. Estamos muy contentos porque la cirugía, que fue de altísima complejidad, no generó consecuencias en su vista, algo que también podía suceder, tal como nos explicaron poco antes de ingresar al quirófano”, señala la mamá.
Jennifer y Emanuel junto a su pequeña beba Sofía, de seis meses, pasaron las fiestas de Navidad y Año Nuevo en el sanatorio. Su hija mayor, Camila, quedó en Alvear.
“Es triste y doloroso no poder compartir la vida en familia y en especial estas fechas tan importantes. Fue muy duro ver a nuestra hija postrada en la cama cuando todo niño a esa edad corretea por todas partes”, lamenta.
El día más esperado
Sin embargo, toda la familia se enfoca en el día tan esperado en que Alma toque la campana que indique el fin del tratamiento.
“Sabemos que para ese día falta mucho pero hoy estamos felices porque hemos dado un gran paso”, reflexiona, para agregar que después de lo sucedido, valora la vida y la salud de sus hijas como nadie en el mundo.
“Nadie tiene la vida garantizada ni comprada. Pero siempre digo que hay que tener fe y esperanza y, sobre todo, confiar en el equipo médico que vuelca todo lo mejor. Como mamá, el rol fue siempre estar, acompañar, confiar y rezar”, afirma.
La edad de Alma hizo que, de algún modo, no tomara conciencia de todo lo que estuvo atravesando.
“Ella no pregunta demasiado pero los profesionales nos han sugerido que igual le contemos lo que pasó. Que un bichito entró en su cuerpo y hubo que pasar por pinchazos para poder quitárselos. Y así lo hacemos siempre”, relata.
Los papás no saben bien si Alma comprende ese “cuento”, pero están convencidos de que el amor recibido desde aquel inolvidable día en que ingresó al Notti terminará por sanarla.
“Los niños tienen una fuerza increíble y una gran capacidad de salir adelante. Lo hemos comprobado con Alma y tenemos esperanzas”, concluye Jennifer.