La visita del Papa Francisco a Canadá con mirada mendocina

Muchas expectativas y esperanzas despierta la visita del representante de Pedro en la tierra a Canadá. Especialmente porque presentará las excusas a las Primeras Naciones de este país por el accionar de la Iglesia Católica en los llamados «Pensionados para Autóctonos»

La visita del Papa Francisco a Canadá con mirada mendocina
El Papa Francisco fue recibido por representantes del las primeras naciones de Canadá.

Francisco será el segundo Papa en pisar suelo canadiense y la cuarta vez que este hecho sucede.

Los únicos antecedentes son las tres visitas de Juan Pablo II en 1984, en 1987 y en 2002, esta última solamente a la ciudad de Toronto en ocasión de las Jornadas Mundiales de la Juventud.

Durante sus primeras presencias en este suelo, Juan Pablo II hizo lo que se llama «Peregrinaje penitencial», la misma ceremonia que cumplirá Francisco esta semana.

Realizará un largo peregrinaje desde Edmonton a la ciudad de Quebec. Canadá es un país enorme.

Para su primera vez en este país, Karol Wotjila aterrizó en Fort Simsons, una minúscula ciudad islera en la confluencia de los ríos McKenzie y Liard, en Los territorios del Noroeste, una vastísima y muy desolada comarca que no alcanza aún la categoría de provincia.

En ese punto perdido fue el primer encuentro de un pontífice con las comunidades de las Primeras Naciones Canadienses. En esa oportunidad y en todos sus comentarios posteriores «El Papa Peregrino» destacó la gran espiritualidad de estos pueblos de los que tenemos, sin dudas, mucho que aprender.

El punto en común más trascendente de aquella visita y esta de Francisco es que el pontífice argentino llega con el objetivo específico y primordial de presentar las excusas a esas Primeras Naciones por el accionar de la Iglesia Católica en los llamados «Pensionados para Autóctonos».

Desde las épocas de «La Nouvelle France», es decir de la llegada de los primeros colonos europeos al Canadá (exceptuando los intentos vikingos, que no prosperaron), el problema del tremendo choque cultural con los pueblos de las Primeras Naciones ha preocupado a los gobiernos. De esos años son los primeros «pensionados», un intento de integración cultural que produjo más perjuicios que beneficios.

Pero el sistema se estableció con fuerza a partir de 1883.

La iniciativa, cabe destacarlo, fue del Gobierno Federal de Canadá, que solicitó el concurso de otras instituciones para llevarlo a cabo, entre ellas varias iglesias de las llamadas «cristianas» y también la Iglesia Católica.

Los pensionados se expandieron por casi la totalidad del inmenso territorio canadiense, a excepción de las provincias de la Isla del Príncipe Eduardo, Terranova y Nueva Brunswick.

El objetivo era la integración de los niños de las Primeras Naciones y se constituyó en un sistema brutal que los arrebataba de su entorno, su familia, su comunidad, su lugar y que los obligaba a abandonar su lengua nativa y sus creencias religiosas.

Los éxitos fueron escasos y los daños muchos, muy graves y permanentes.

El tema resurgió al debate público hace poco tiempo con el hallazgo de fosas comunes con muchos cadáveres de infantes no identificados en varios de estos pensionados.

El Gobierno Federal se apresuró a ofrecer su disculpa pública y enseguida los pueblos de las Primeras Naciones y luego la ciudadanía canadiense en general reclamaron el mismo gesto a la Iglesia Católica.

El Papa fue más allá, ofreció la disculpa y pidió visitar el país.

La intención es noble y ambiciosa, busca lareconciliación y la sanación. Algo complejo, difícil y muy necesario.

No es casual, entonces, que el peregrinaje empiece por Edmonton ya que se trata de la ciudad canadiense con mayor porcentaje de población de Primeras Naciones y que termine en Quebec, que es la provincia de mayor tradición católica.

El problema de la integración de los pueblos es común a toda América y se da también en los otros continentes ya que todos han experimentado y sufrido el colonialismo. El Canadá ha hecho ingentes esfuerzos por lograrla y destina hoy enormes sumas de dinero al sostén de las comunidades en todo su territorio.

Los avances son escasos o nulos.

Este primer intento, el de los pensionados, fue especialmente torpe y, en mi opinión, conceptualmente errado. Bien mirado, no parece un intento de integración sino de asimilación y eso, aparte de ser imposible, es profundamente injusto.

Privilegio el uso de la expresión «Primeras Naciones» pues al arribo del primer barco de bandera francesa estos pueblos habían organizado hacía mucho tiempo sus estados y por lo tanto ya eran, por estricta definición, verdaderas Naciones y no « pueblos autóctonos» o «aborígenes» ni « originarios ».

Todos los pueblos de América somos producto de la migración. Todos nosotros, americanos de diferentes épocas, hemos llegado a este precioso continente migrando desde algún punto remoto, nosotros mismos o nuestros ancestros.

Todos tenemos el mismo derecho a pisar este suelo y la misma obligación de integrarnos como hermanos, hijos de la misma tierra.

La tarea resulta, sin embargo, dificilísima y hasta el presente se ven pocos avances.

La sociedad canadiense se ha vuelto rápidamente muy laicicista y hasta anticlerical. Se percibe, sin embargo, mucho interés en esta visita.Mis expectativas en lo personal son altas y también lo son como observador. Entiendo que el imprescindible proceso de integración de todos los pueblos que convivimos en suelo americano resulta muy arduo y demandará todavía decenios o siglos.

Este gesto papal y del Gobierno Federal de Canadá es apenas un pequeño paso en ese larguísimo y escabroso sendero, pero un paso en la dirección correcta: perdón y sanación como antesala de aceptación y unificación.

El mendocino que seguirá los pasos de Francisco a través de 600 km

Los Andes contará para la cobertura papal a Canadá con el servicio informativo de las agencias internacionales.

Además, un mendocino radicado en Quebec desde hace mas de un cuarto de siglo, Gabriel Rey, ingeniero electromecánico egresado de la UTN, ofrecerá su perspectiva sobre el acontecimiento.

Rey, frecuente colaborador de la sección Opinión de este diario, se desplazará desde su ciudad, Sherbrooke, a los Planos de Abraham, en las afueras de la antigua Ciudadela de Quebec, para asistir a uno de los encuentros de Francisco con los líderes de las Primeras Naciones de la zona y con el pueblo en general. Esto ocurrirá el miércoles 27 y el jueves 28 estará en la misa comunitaria en Santa Ana de Beaupré, unos 50 km más allá.

«Mi intención –comentó el comprovinciano- es aprovechar las bondades del clima estival quebequense para hacer el trayecto en moto. Van a ser casi 600 km y una noche de hotel».

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