El acompañamiento de las trayectorias educativas por medio de tutores tiene un efecto positivo en el aprendizaje de los estudiantes, contribuye a desarrollar las habilidades socioemocionales y, a largo plazo, favorece la permanencia en la escuela y mejora la inserción laboral.
Los datos surgen del informe “Política educativa basada en evidencia: tutorías”, del Observatorio de Argentinos por la Educación, con autoría de Graciela Cappelletti (profesora de la Universidad Nacional de Quilmes y la Universidad de San Andrés, y cofundadora de Andamia consultora), Eugenia Orlicki y Leyre Sáenz Guillén (Observatorio de Argentinos por la Educación). El documento analiza la evidencia disponible –en América Latina y el resto del mundo– acerca de los efectos de las tutorías en las trayectorias escolares de los estudiantes.
Las tutorías son espacios de formación individuales o en grupos pequeños, orientados especialmente a acompañar las trayectorias educativas de los estudiantes. Abarcan aspectos que van desde el apoyo al aprendizaje hasta el desarrollo socioemocional y la atención a las necesidades de cada alumno. Pueden implementarse en la escuela primaria y en la secundaria; también existen experiencias en el nivel universitario.
Pueden estar a cargo de maestros, voluntarios o pares (compañeros de clase), entre otras alternativas. Con frecuencia involucran a todos los actores escolares, incluyendo a las familias. Los perfiles de los tutores y de los destinatarios de las tutorías varían según el objetivo y el formato de cada programa. También varía la periodicidad de los encuentros, su duración y la modalidad de integración con la propuesta escolar.
Más allá de esta diversidad, la evidencia disponible muestra que los programas de tutorías pueden mejorar los desempeños en comprensión lectora, matemática y ciencias; disminuir la probabilidad de abandono escolar; aumentar la graduación a tiempo de la escuela primaria; mejorar la tasa de asistencia y las calificaciones de los estudiantes; y fortalecer la autoestima y las habilidades socioemocionales, entre otros efectos.
“Las tutorías interpelan la lógica escolar de la transmisión, tienen la posibilidad de favorecer vínculos entre instituciones de la sociedad civil y las escuelas, incluso del trabajo entre pares. Distintas voces interpelan las aulas, las actividades de aprendizaje y, en ese sentido, promueven otros vínculos con el saber”, afirma Graciela Cappelletti, coautora del informe. “Para que puedan llevarse adelante, requieren de articulaciones tanto con las escuelas como con las familias o responsables adultos de los estudiantes: no solo se los incluye para coordinar cuestiones logísticas y legales, sino también para que sean partícipes y acompañen el proceso de aprendizaje”, agrega.
“Los programas de tutorías han demostrado ser iniciativas costo efectivas, que permiten que los estudiantes cuenten con espacios de acompañamiento personalizados, de modo de recuperar y acelerar aprendizajes. A partir de la evidencia de la experiencia en distintos países, se ha encontrado que los estudiantes que se benefician del programa completo aprenden más que quienes no participan. Además, estas experiencias han brindado una serie de lecciones para el escalamiento de este tipo de intervenciones, con espacios de articulación entre la sociedad civil y el Estado”, señala Tamara Vinacur, especialista en educación del Banco Interamericano de Desarrollo.
“Los espacios de tutoría son aliados poderosos de la escuela: contribuyen de forma efectiva al fortalecimiento de las trayectorias escolares. Tienen la ventaja de que pueden trabajar con mayor flexibilidad, agrupando a los estudiantes según aprendizajes logrados y no necesariamente por edad, focalizando en la enseñanza de competencias específicas y trabajando con material didáctico contextualizado”, explica Magdalena Benvenuto, directora ejecutiva de Educar y Crecer. Y añade: “El trabajo uno a uno o en grupos pequeños permite la construcción reflexiva del conocimiento y otorga mayores oportunidades de retroalimentación, a la vez que permite trabajar sobre necesidades individuales de los estudiantes y su desarrollo emocional”.
Según las evaluaciones de impacto, las tutorías son más efectivas para la mejora de los aprendizajes que otras intervenciones como la mentoría de estudiantes y docentes, la enseñanza asistida por computadoras o los programas de verano.
En Argentina, el artículo 32 de la Ley de Educación Nacional establece que las jurisdicciones deben garantizar, entre otras cosas, la implementación de alternativas de apoyo a la trayectoria escolar de los jóvenes, como tutores y coordinadores de curso, con el objetivo de “fortalecer el proceso educativo individual y grupal de los estudiantes”.