Las estrategias de la residencia Santa Marta en respuesta a la “nueva vejez” de estos tiempos

El hogar estatal para mayores de 60 años sin recursos cumplió 109 años. En la actualidad tienen talleres online, gimnasia y hasta cursos de “perreo”.

Las estrategias de la residencia Santa Marta en respuesta a la “nueva vejez” de estos tiempos
Foto: Los Andes

A raíz de los 109 años de existencia que cumplió esta semana la residencia de ancianos Santa Marta, el director provincial de Adultos Mayores, Lucas Luppo, habló de “cambios de paradigma” en el abordaje de las personas mayores de 60.

Aseguró que el “gran desafío” es acompañar a esa nueva realidad que se impone: hay una esperanza de vida cada vez más alta; los ‘ancianos’ son cada vez más activos, pero llegan allí cada más vulnerables en lo económico y afectivo.

Ante el nuevo panorama, algunas de las estrategias del Estado para responder a esa “nueva vejez” es brindar alojamiento alternativo en viviendas independientes a los jubilados más autónomos, ofrecer talleres de meditación online o buscar a familiares a través de las redes sociales y así lograr la revinculación con algunos “abuelos” olvidados del San Marta.

Si bien desde 1915 el edificio ubicado sobre calle Boulogne Sur Mer, de Ciudad, se fundó con la intención de albergar a adultos mayores sin recursos y sin una red familiar contenedora, en los últimos años los cambios en el perfil de quienes ingresan se vienen notando, como también las formas de abordaje hacia los residentes.

De hecho, ya el concepto de “hogar” quedó obsoleto para el Santa Marta y pasó a redefinirse como “residencia” desde el año pasado, con el fin de reflejar un concepto más integral en el acompañamiento.

“Hay cambios de paradigma en las últimas décadas. Una importante es que la última instancia es institucionalizar a los adultos mayores. Por eso hablamos de residencia de larga estadía, pero donde los adultos que no tienen patologías físicas o mentales tienen total libertad para entrar y salir de la residencia, siempre y cuando respeten los horarios establecidos. Acá pernoctan, comen y tienen sus actividades, pero pueden salir cuando quieran. Es una residencia de puertas abiertas”, plantea Luppo a Los Andes.

El funcionario asegura que no solo la denominación de esa institución fue cambiando, sino también el perfil de quienes residen, el entorno familiar y la vulnerabilidad económica, que se ha ido agravando con los años.

A la residencia Santa Marta llegan personas que no tienen “esa red familiar que la mayoría de los adultos mayores sí tiene”, además de carecer de obra social, hogar propio o de recursos para pagar un alquiler.

Sin embargo, cuenta Luppo, que muchas de las 62 personas que actualmente residen en ese edificio (con capacidad actual para 75 internos) se encuentran en buenas condiciones físicas y mentales y son autónomas; es decir, salen por el día del hogar y participan activamente de los talleres y actividades que propone la residencia.

En mayo, residentes de Santa Marta en una tarde de cine junto a Los Andes. Foto: Los Andes
En mayo, residentes de Santa Marta en una tarde de cine junto a Los Andes. Foto: Los Andes

Otro de los cambios son las actividades que realizan dentro de la residencia. Hacen gimnasia, meditación online, talleres de estimulación intelectual y hasta se animan a salir del clásico tango y folclore para adentrarse al “perreo” que proponen los ritmos latinos. “Eso, hace unas décadas, ni se planteaba. Solo se bailaba tango y folclore, o no había cursos online. Ahora participan abuelos de toda Mendoza, pero también de otras provincia y países”, explica el funcionario.

“Somos promotores de la vejez activa. Buscamos que las personas mayores que ingresan aquí se reinserten de alguna manera. Vemos qué les gusta, cuáles son sus intereses, qué les vendría bien y nos ponemos en campaña con el equipo interdisciplinario para poder ir recuperando alguna de sus funciones. La idea es que el adulto mayor sea lo más independiente posible dentro de sus posibilidades”, explica la geriatra y directora de la residencia, Virginia Flores.

Alojamiento independiente para “abuelos” autónomos

De hecho, un síntoma de esta “vejez activa” es que en los últimos años el Estado viene subsidiando a personas mayores de 60 años, a través del pago de pensiones privadas para que tengan un lugar donde vivir y que puedan compartirlo con uno o dos pares que estén en la misma situación.

“La idea, incluso, es que con el tiempo puedan ir fortaleciendo los vínculos familiares y hasta puedan trabajar en algún oficio para pagar sus gastos”, según Luppo.

Actualmente, el Estado provincial paga el alquiler mensual a 154 personas que se encuentran “en muy buen estado físico y mental”. Según el funcionario, la idea es que no sean rentas subsidiadas a largo plazo, sino dar un impulso a las personas beneficiarias hasta que consigan autonomía económica a través de sus familias o de ingresos por su trabajo.

Esas pensiones o departamentos pertenecen a privados y permiten al Estado monitorear “a la distancia” a esos jubilados con mayor autonomía, pero sin recursos. En cada pensión conviven dos o tres “abuelos” que cocinan, limpian su vivienda y realizan todo tipo de actividades sin depender de la asistencia de un tercero.

“Es una alternativa para generar más independencia en estos adultos más activos, en vez de mayor dependencia”, explicó Luppo.

Revinculación familiar 2.0

Las redes sociales también han tomado protagonismo en el último tiempo con el fin de encontrar a familiares de quienes hoy viven en la residencia Santa Marta. Según cuenta Virginia Flores, geriatra y directora técnica de la Residencia, ha sido una de las tareas más arduas y con “muy buenos resultados” ha sido la búsqueda a través de Internet.

“Hoy casi la mayoría de los residentes tiene redes sociales. Vamos entrelazando información y llegamos a tener contacto con sus familiares. Se encargan de eso la psicóloga y trabajadora social de la residencia. Si hay respuesta favorable, a veces se los llevan a un almuerzo o los visitan. Es parte de la contención la resocialización”, cuenta Flores.

En caso de que la respuesta no sea favorable y el vínculo esté “roto”, la geriatra aclara que hay refuerzos alternativos, a través de convenios e intercambios con iglesias, que implican visita de voluntarios o, bien, de niños institucionalizados (en situación de adoptabilidad), que también necesitan la figura de un abuelo o abuela. De hecho, se realizan encuentros intergeneracionales una vez por mes y es una de las actividades favoritas de los residentes.

Se han perdido muchos valores a nivel familiar; por eso, estamos intentado realizar convenios con jardines de infantes y escuelas para concientizar sobre la importancia de la gente mayor. Tienen mucha experiencia de vida. Por eso trabajamos fuertemente en la contención familiar en el último tiempo”, agrega Luppo.

Si bien la residencia Santa Marta es la más importante en disponibilidad de camas, el Estado provincial cuenta actualmente con otras seis residencias de larga estadía, que están distribuidas en diferentes departamentos y con un total de 200 personas mayores de 60 años que pernoctan y comen allí.

Sin duda, con el índice de natalidad en baja y la mayor esperanza de vida, la adultez mayor es uno de los grandes temas a pensar en un futuro no muy lejano. Para el director del área, será clave pensar en convenios entre entidades públicas y privadas con el fin de asistir y contener a los “nuevos viejos”.

¿Un ejemplo? La creación de barrios estatales con el monitoreo sanitario y actividades que busquen promocionar la salud en ese estadio de la vida. Por ahora, sin embargo, son ideas que todavía no logran materializarse.

109 años acompañando a la vejez más vulnerable

El lunes 22 de julio el antes hogar Santa Marta cumplió 109 años. Su piedra fundacional fue colocada en 1915 y desde un principio cumplió la función de albergar a adultos mayores. Ese centro de alojamiento estatal tiene una función sustituta del hogar familiar tradicional, donde se les presta atención integral a los adultos que allí habitan.

En el festejo hubo coro, baile, rock y música con la banda de la Policía. Tampoco faltaron los discursos oficiales, los discursos emotivos, los testimonios y una buena torta de celebración.

Rubén López, uno de los 62 residentes del Santa Marta, contó a este diario que fue feliz en el festejo porque “hubo torta, bizcochitos y música de rock”.

Ramona Flores, por su parte, fue otra de las que aplaudió cada momento del acto de su hogar, donde además de vivir, asiste a la escuela, uno de los servicios que brinda el hogar para alfabetizar a sus residentes. “Estuvo lindo porque hubo de todo. Todo rico. A mí me gusta vivir en el hogar. Hasta voy a la escuela acá”, dice, orgullosa.

La institución estatal es, en la actualidad, la más grande de la provincia de Mendoza y tiene la capacidad de albergar a unas 75 personas mayores de 60 años. Si bien hay espacio para albergar a 120 personas, el mal estado en algunas zonas del edificio obligó a reducir el hospedaje “por seguridad”.

El equipo interdisciplinario ronda las 80 personas y está conformado por servicio médico, enfermería, kinesiología, odontología, trabajo social, psicología, psiquiatría, nutrición, podología y auxiliares gerontológicos. Además, ofrece los servicios de cocina, lavandería, ropería, área recreativa y limpieza.

La residencia es su hogar, como también es nuestro segundo hogar, además de nuestro trabajo”, subraya, emocionada, su directora, la geriatra Virginia Flores.

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