Lo que somos

Tenemos mucho para aportar al resto de la Argentina. Falta que no se olviden tanto de nosotros, los mendocinos.

Lo que somos
La nieve en el Parque Aconcagua, uno de los paisajes icónicos de Mendoza. - Ignacio Blanco / Los Andes

Mendoza es una de las provincias argentinas. Como todas las provincias tiene su particularidad. Acá tenemos nuestra tonada al hablar y usamos palabras que en otros lugares no se usan: chapeca, camote, poto, choco, a peteco, enculado, chipica, cuyucha, patrona, carril, chupalla, angarilla, pandito, guevón. Practicamos la siesta, aunque ahora con este asunto del horario corrido va a quedar un tanto postergada: vamos a tener que dejar la siesta para los fines de semana.

Alguna vez nos dijeron “mendocinos, pata a la rastra”, porque decían que éramos lentos, que arrastrábamos las patas. Viene la expresión de aquella época en la que en Mendoza faltaba el yodo y entonces abundaba el bocio. De ahí la expresión “los cotudos” (los que tenían coto, es decir, la garganta agrandada por la enfermedad). Como nos costaba respirar con normalidad accionábamos con lentitud.

Mendoza tiene sus comidas predilectas, como las empanadas de acá, la carne a la masa, las sopaipillas. En Mendoza el asado se hace con leña, no con carbón, como en otros lugares. El sabor es, indiscutiblemente, distinto.

Mendoza tiene el vino como uno de sus principales atributos. Es el vino el que promueve una de las actividades básicas de la provincia y tiene una distribución global. En muchos lugares del mundo se la conoce a Mendoza por sus vinos, es sabido. En este momento en miles de lugares del mundo alguien está brindando, alguien está festejando, alguien está saboreando, alguien se está poniendo en curda con vinos mendocinos.

Y está la Fiesta de la Vendimia, un espectáculo como no hay otro en el país, que se desarrolla en un escenario preñado de cerros y de gente. Una celebración que ha sido considerada la segunda fiesta mundial de la cosecha, después del Día de Acción de Gracias en los Estados Unidos de la USA que nos usa.

Tiene paisajes incomparables, como el Aconcagua -que como ustedes saben es el techito de América-, como Potrerillos, Uspallata, el Valle de Uco, los embalses de San Rafael, y las maravillas que guarda Malargüe que, para citarlas, necesitaríamos otro artículo tan grande como este.

Mendoza tiene su arte, nombres que han hecho obras magníficas en su quehacer cotidiano, desde un Fader, a un Armando Tejada Gómez, desde un Di Benedetto hasta un Le Parc. Gente que le ha dado lustre a todo el país y que siguen siendo considerados como impulsores y guías de la belleza en el país.

Mendoza tiene deportistas que le dieron renombre a los colores argentinos: digo Pascual Pérez, digo el Víctor Legrotaglie, digo Nicolino Locche, digo el Negro Contreras.

Es decir Mendoza, es una provincia especial. No por nada es el cuarto destino turístico de nuestro país. Debería ser más considerada por los gobiernos de turno. Quisiera hablarle de todo esto al presidente para que no nos deje de lado como está ocurriendo últimamente, porque podemos darle satisfacciones que él ni se imagina.

Necesitamos que no nos hagan a un lado, que nos consideren, no especialmente y por encima de nadie, simplemente dándonos lo que nos corresponden. Estamos a mil cuarenta kilómetros del lugar de las decisiones. Tal vez sea eso, tal vez quedamos muy lejos.

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