Los libros también tuvieron que ponerse en cuarentena

En las bibliotecas de Mendoza establecieron un sistema de entrega por delivery, pero al devolverse, los ejemplares eran aislados para evitar contagios.

Los libros también tuvieron que ponerse en cuarentena
Cuidado de los libros en la Biblioteca Pedro Arce. Silvia Tarrés (Bibliotecaria).

Dicen que los libros cambian el destino de las personas. Tal vez sea cierto. Pero, quizás por primera vez en la historia de la humanidad, fueron los seres humanos quienes cambiaron el destino de los libros. Al menos por unos días.

La cuarentena abrió un abanico de actividades y protocolos a los que las personas no estaban acostumbradas. Pero también, en muchos casos, fue un paréntesis para muchos que aprovecharon el tiempo en casa para leer aquellos textos pendientes que las ráfagas de la vida cotidiana no les permitía, que ocuparon con páginas el silencio en los sillones de sus hogares.

Así, fueron muchos los que pidieron libros en sus bibliotecas de siempre, pero esta vez los objetos prestados tuvieron que someterse a un protocolo de cuarentena. Sí:tal como tuvieron que hacer las personas.

Por eso, en diferentes bibliotecas, como la de Godoy Cruz, la San Martín (hasta que cerró), e incluso las populares, como la Pedro Arce, sometieron a los textos a una cuarentena como medida preventiva. Una curiosidad producto de los tiempos de pandemia.

Con delivery

Desde la Biblioteca Central -que aun no tiene director- indicaron que durante las primeras semanas de distanciamiento social se hicieron préstamos de libros. “Los libros de esas semanas que la gente devolvía quedaban en un carrito. Allí los ponía el usuario, nosotros evitábamos el contacto, y quedaban ahí hasta el día siguiente, donde el otro turno los limpiaba y los guardaba en el estante”, detallaron.

Desde la Bilioteca + Mediateca de Godoy Cruz indicaron que realizaron un procedimiento similar. Marcelo Quevedo, el jefe del área, explicó que se aplicó un protocolo para los libros que volvían de los domicilios con los repartidores del delivery de libros.

“Los socios de Godoy Cruz podían pedir libros por WhatsApp y los chicos del delivery, al regresar de llevar un pedido, se traían con ellos los libros para devolución (si los había). Estos textos los ubicábamos en lockers que tenemos en la planta baja de la biblioteca y los dejábamos siete días en cuarentena”, contó Quevedo.

Allí los libros permanecían lejos del resto de los otros, ubicados en el primer y segundo piso del edificio, con etiquetas con la fecha en que ingresó a la biblioteca tras haber estado en un hogar y el día de egreso, para volver a la estantería donde están los otros títulos.

“Vimos qué protocolos se estaban aplicando en otros lugares. En España los libros estaban de 7 a 14 días. En el Congreso de la Nación, 14. Nosotros consideramos que, aunque el virus dura tres días en el papel, un mínimo de siete días era adecuado”, detalló Quevedo, añadiendo que no utilizaron desinfectantes u otros líquidos para no dañar el material. “También nos cuidamos de hacer montañas de libros. Sólo quedaron en grupos de cuatro”, terminó.

En la biblioteca popular Padre Arce comentaron que por directiva de la Conabip pusieron a los libros en cuarentena. “El tema es que no había criterios claros, así que estaba sujeto a lo que cada uno pudiera manejar. Nosotros entendemos que los libros no transmiten el virus si el papel está seco, sólo si está poroso por la humedad. De todas maneras los pusimos en cajas madera (como los de las verdulerías) pintadas y separadas del resto. Como para que se pudieran orear”, explicó la bibliotecaria Iris Sapag.

La encargada además agregó que dejaban los textos de cinco a 10 días, dependiendo del ejemplar, ya que si se trataba de uno muy requerido, o de los que había pocas copias, preferían que volviera a un domicilio.

Desde el departamento de Luján de Cuyo explicaron que aplicaron el protocolo de “cuarentena” a las ocho bibliotecas de municipio (siete populares y una pública).

“Un libro que salió no puede volver a circular durante 15 días. Las chicas que hacen el delivery de libros los buscan con guantes y barbijos, regresan a la biblioteca y luego pasan una semana sin tener contacto con nada. Luego los de tapas plastificadas se higienizan con un trapo y se les da un rocio de amonio”, detalló el subsecretario de deportes y educación Mariano Barrera.

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