A principios del 1900, el distrito Rodeo del Medio, de Maipú, pudo experimentar una verdadera transformación arquitectónica marcada por la construcción de importantes casas, diseñadas por las grandes firmas de la ingeniería civil, así como la construcción de una gran cantidad de bodegas y obras viales que se fueron expandiendo considerablemente.
También se erigió el Colegio Vitivinícola Don Bosco y, posteriormente, el impactante santuario María Auxiliadora, de la congregación Salesiana, que rápidamente se convirtió en el principal foco del catolicismo regional. Tal vez sea por la elección y disposición de sus plantas con el campanario y la construcción utilizando argamasa y ladrillo cocido, o por la incorporación del gran órgano alemán, así como de los vitrales y el reloj europeo de cuatro brazos, con campanas fundidas de bronce en Italia, o por el camarín de la Virgen María Auxiliadora.
En febrero de 1915 arribó a Mendoza el artista español catalán Antoni Estruch i Bros, quien para esos años ya estaba radicado en nuestro país como Antonio Estruch y Bros. Su objetivo era pintar el altar mayor del santuario María Auxiliadora en Rodeo del Medio, que abarca los lunetos (elementos semicirculares y el coro) y que fue inaugurado en 1909, consagrado a la basílica de Santa María la Mayor de Roma en 1913. Estruch concentró lo más significativo de la decoración en el ábside del Santuario, alrededor del altar mayor y contó con la colaboración de Francisco Castelló quien realizó bóvedas y arcadas; y con la colaboración operaria de las obras de la decoración de Bernardo Ruiz.
Esta fue su última pintura certificada, ya que al año siguiente se dedicaría a la técnica del vitral. La curiosidad de esta imponente obra es que se autorretrató junto a su característica paleta en actitud participativa dentro del espacio, en el extremo derecho de todo el escenario ecuménico. Muy cerca de él, y para reforzar el concepto, colocó su firma y retrató a su amigo, el padre Aquiles Pedrolini, quien fue el primer director de la escuela de los salesianos. La obra le demandó vivir en nuestra provincia más de ocho meses, durante los cuales tuvo la oportunidad de viajar a la República de Chile en un par de ocasiones.
Hoy, la imponente iglesia está en proceso de restauración y puesta en valor. Allí, además de importantes religiosos y vecinos de lugar, descansan los restos de los considerados hacedores de Rodeo del Medio: Lucila de Bombal, el padre Pedrolini y también se encuentra la tumba del general Rufino Ortega, que cuenta con la declaración de Monumento Histórico Nacional.
El arquitecto Pedro Canepuccia, a cargo de la importante restauración del complejo, asegura: “Es Estruch quien está retratado. Lo estudié con varias fotos de esos años y no hay lugar a dudas”. Luego acompaña al equipo de Los Andes al nivel superior, donde se encuentra el camarín, para ver la otra obra del artista catalán.
Entre silencios y siempre en orden
El maestro Estruch se jactaba de poder trabajar con las auténticas técnicas medievales de los vitrales. Esto se refleja hoy en el uso del cartón o plantilla dibujada por él mismo, donde nada quedaba librado al azar estético, sino que formaba parte del mensaje. Para lograrlo, trabajaba metódicamente y en orden, ya que una misma obra a veces estaba constituida por más de 300 pequeñas piezas. El silencio absoluto era su mejor compañero y cada color que se proyectara al ser visto a contraluz tenía una justificación, ya que estudiaba los colores en sus proyecciones, reconociendo que la técnica era tan importante como el dibujo.
A pesar de haber pasado varios meses en Alemania, se cree que fue allí donde se acercó a la técnica del vitraux. Durante su estadía en Mendoza, Estruch viajó a Chile en el verano, donde estableció contacto con artistas residentes en ese país. Se especula que es en este contexto donde incorporó nuevos materiales adaptados a esa geografía.
Agradecimiento a la Virgen María
Con el paso de pocos años, se añadió en la fachada posterior del santuario maipucino una importante estructura de hormigón armado que remataba en una cúpula, como recordando que toda la iglesia es de ladrillo con argamasa directa. Una ventana en sentido vertical justificaría la entrada de la historia del catolicismo reflejada en ese espacio íntimo.
La necesidad de una restauración de este sector, que el mes que viene tendrá su última etapa, estará a cargo del equipo de profesionales que comanda la obra: el arquitecto Pedro Canepuccia, la arquitecta Susana Malnis y la licenciada Cristina Sonego.
La obra conserva su esplendor, a pesar de ser casi centenaria, y está compuesta por los 20 “misterios” (momentos o acontecimientos significativos) de la vida de Jesús y de María, divididos desde la publicación de la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae en cuatro “Rosarios”. El primer “rosario” comprende los misterios gozosos, el segundo los luminosos, el tercero los dolorosos y el cuarto, los gloriosos.
Y no es para menos, en momentos en que se había concluido la instalación, un fuerte viento Zonda los sorprendió a todos y no detuvieron la marcha. Pocas horas más tarde llegó el viento Sur y una tormenta, y no sufrió ningún daño. Era la garantía de Estruch. En la década del ‘50 el santuario tuvo una limpieza y relleno de metal en muy pocos espacios, y hasta hoy impactan como hace 97 años.
Obras en iglesias e históricos cafés de Buenos Aires
El catalán Antonio Estruch -nacido en Sabadell, España, en 1873- es considerado uno de los más destacados representantes de la pintura historicista catalana, un referente también por su pintura religiosa. A principios del siglo XX se mudó definitivamente a Argentina y fue director de la Escuela de Bellas Artes.
En distintas ciudades argentinas todavía es encuentran las obras del pintor y vitralista, no sólo en iglesias, como la de Rodeo del Medio, sino en otro sitios como el vitral que se destaca en el Café Tortoni o la pintura de la histórica confitería Las Violetas, de Buenos Aires. Durante su centenaria existencia, esta confitería fue escenario de múltiples reuniones que marcaron la historia argentina. Por ejemplo, allí se fundó y articuló el movimiento de las Abuelas de la Plaza de Mayo en 1977.
Durante su primera etapa artística trabajó con el patrocinio del industrial Francesc Ponsà. En 1910 emigró a Argentina y no regresaría jamás a Cataluña ya que moriría en Buenos Aires en 1957. Entre sus obras más famosas y destacadas se cuentan “Una manifestación obrera” (1904), “Corpus de sangre” (1907), “El once de septiembre de 1714″ (1909), “El sueño de la Virgen” (1894), “La Santa Cena11″ (1903-1904) y “Manifestación por la República” (1904).