Tras la reglamentación de la ley 27.350 que regula la investigación médica y científica del uso medicinal de la planta de cannabis y sus derivados, en Argentina es legal el autocultivo para la utilización por cuestiones de salud.
Esta nueva normativa fue muy festejada, aunque aún quedan puntos por definir, por personas y asociaciones que durante muchos años se dedicaron conscientemente a la producción de aceite de cannabis y otras variantes de aplicación medicinal. Marcos, integrante de la Agrupación Cannabicultura de Mendoza, contó que hay muchos integrantes relacionados a esta actividad, que él comenzó a producir cuando su padre lo necesitó y luego continuó de una manera solidaria para quienes lo requirieran.
Los pacientes podrán inscribirse en el Reprocann (Registro del Programa de Cannabis) para obtener la autorización de cultivo, a través de un familiar, una tercera persona o una organización civil autorizada por la autoridad de aplicación. “Este punto está muy bueno, porque tiene una parte más social y no tan sólo estatal como en otros casos”, comentó Marcos, en relación al protagonismo que pueden adquirir las ONG.
Fernando Arias, de la ONG Almatierra Cultivos, explicó que enseñan a hacer aceites, pomadas, cremas y también a cultivar. “El objetivo es que la gente cultive y aprenda a hacer su medicina porque es una planta muy efectiva y para múltiples usos, para el dolor, para la memoria, para dormir mejor, para digerir y muchos más”, expresó.
“Desde nuestro comienzo hemos tenido casos de pronósticos médicos muy pesimistas, como por ejemplo una nena con diagnóstico de leucemia a la que le quedaban pocos meses de vida según los médicos y la abuela le empezó a dar tintura de cannabis; hoy está viva y bien”, agregó.
Fernando detalló que la mayoría de los que consumen cannabis son personas con fibromialgia, que fundamentalmente afecta a las mujeres. “El 62% de los consumidores de cannabis medicinal a nivel nacional son mujeres debido a la fibromialgia, y porque hay madres que están más involucradas en el cuidado de sus hijos y lo adquieren o producen para ellos”.
El testimonio de una mamá que cultiva
Claudia comenzó hace cuatro años cuando a su hijo, que hoy tiene 8 años, le diagnosticaron autismo y fue medicado con antipsicóticos. “Más allá de sus autorregulaciones y desregulaciones, lo veía que estaba como dopado, dormido. Lo sentábamos en una silla y ahí se quedaba quieto, no era como otros chicos que interactuaban. Yo no quería esa calidad de vida para él, entonces empecé a consultar sobre el uso del aceite de cannabis”.
Tuvo la oportunidad de viajar a Chile y conocer a la presidenta de Mamá Cultiva, una fundación sin fines de lucro que tiene su origen en ese país y luego se expandió. “Ahí empecé a interiorizarme en lo que era, cómo se producía, cuáles eran las cepas indicadas en los casos de autismo. No se trataba de cualquier marihuana, en el caso del autismo utilizamos cepas altas medicinales en componentes CBD (Cannabidiol). Eso era muy importante saberlo. Yo en ese momento le di a mi hijo unas gotitas de aceite con alto contenido de THC (Tetrahidrocannabinol) y le disparó totalmente lo contrario, se alteró, estaba más irritable”.
Ella continuó viajando para seguir informándose, para interiorizarse cada vez más: las dosis correctas, el cuidado de la planta y el proceso del destilado. El tratamiento en niños se comienza con dosificaciones muy pequeñas de a una gota, una a la mañana u otra en la tarde, o cuando están sufriendo algún ataque de epilepsia.”En Chile, presencié un ataque de epilepsia muy fuerte de un niño, y vi cómo la mamá a la fuerza junto con dos mujeres le metieron unas gotitas bajo la lengua y las convulsiones pararon automáticamente”, recordó Claudia, quien afirma que esas vivencias le afirmaban que era el camino que tenía que seguir, en el cuál iba a encontrar soluciones.
“Consulté con mi neuróloga, y con tres neurólogos más, y ninguno quiso tener relación con este tema porque no estaba aprobado científicamente. Me hacían responsable a mí del tratamiento. Sin embargo, cuando empezamos a utilizar el aceite y dejamos de darle antipsicóticos, vieron una recuperación en el habla, en sus conductas, en su regulación que era totalmente distinta. Inclusive desde la escuela me comentaban que lo notaban distinto, mejor. Como familia nos cambió totalmente la vida, no solamente la vida de mi hijo. El aceite de cannabis fue un antes y un después. Que mi hija haya podido conectar con su hermano y jugar juntos, que mi hijo haya podido dormir tranquilo toda una noche entera, fue increíble”, recordó Claudia, quien con emoción marcó que, así como ella fue iniciada por otras mujeres, ayudó a otras mamás y familias a iniciarse en este proceso de “cambiarles la vida a través del cannabis y con patologías más severas aún”.
Producción: tiempo, dedicación y costos
El desarrollo de la planta requiere de 6 meses como mínimo y una atención especial. “Si está en el exterior, hay que tener cuidado con las plagas, Si está dentro de la casa, hay que estar atentos al consumo de luz y de los nutrientes que le hacen falta al no estar en tierra. Una vez que floreció, hay que cosechar y dejar secar los cogollos para luego poder producir el aceite por medio de una extracción con combustión, para la cual se utiliza alcohol tridestilado de cereal”, remarcó Claudia.
“Muchos utilizan alcohol común medicinal, pero no es lo mismo. La pureza del alcohol tridestilado de cereal hace a una mejor extracción de los canabinoides”, insistió.
A partir de la resina que queda se hace la dosificación, por ejemplo en una jeringa de 1 milímetro de resina pura se puede diluir en 50 milímetro de aceite de oliva (para variar el gusto también utiliza aceite de girasol o aceite de coco). La producción del aceite se puede lograr en cuatro horas, según la experiencia de la mamá.
Los costos económicos son elevados. “Sólo una semilla medicinal ahora que no se puede exportar está entre $3000 y $3500”. Con otras familias, recurren al intercambio de esquejes para su reproducción, o comparten las plantas para continuar con los tratamientos. Claudia contó que intercala diferentes cepas según se van produciendo mesetas en el tratamiento de su hijo.
El proyecto: media sanción de Diputados y va a Senadores
En Mendoza ya tiene media sanción el proyecto que busca regular la investigación científica para el uso medicinal y terapéutico de cannabis. Así mismo, incluye una visión económica, impulsando la producción e industrialización local del cáñamo.
Se busca que este año se pueda lograr la sanción definitiva en Senadores y de esa manera convertirse en la primera provincia con una legislación adecuada a la que existe a nivel nacional.