El colesterol elevado puede afectar la salud, en particular la salud cardiovascular, sin embargo, los hábitos de vida y sobre todo alimentarios de una buena proporción de la población son perjudiciales en este sentido.
Hoy es el “Dia del Colesterol”, en el que se busca poner el tema en agenda para generar conciencia sobre el impacto. Lo cierto es que mucho se escucha hablar sobre el colesterol pero: ¿qué es?
Según explica la Fundación Española del Corazón, el término “colesterol” engloba a todas las partículas de grasa que circulan por el organismo. “El colesterol está presente en todas las células del cuerpo humano y es necesario para el normal funcionamiento del organismo. La mayor parte del colesterol se produce en el hígado, aunque también se obtiene a través de algunos alimentos”, refiere la entidad.
Tipos de colesterol
Pero además hay dos tipos y es entonces que puede generarse la confusión: el de baja y el de alta intensidad, el LDL y el HDL, respectivamente. La mirada está puesta en el aumento del LDL.
“Se puede hablar de colesterol elevado, hipercolesterolemia. El colesterol es una grasa que también se llama y se conoce como lípidos”, explicó a Los Andes la licenciada en Nutrición Carina González. “Está el colesterol bueno y el colesterol malo, el bueno es el HDL y el colesterol malo es el LDL y eso es lo que tenemos que tratar de mejorar tanto con la actividad física como con la alimentación, en definitiva, tener hábitos saludables porque todo eso repercute en la salud”, señaló.
En cuanto a los riesgos de estos valores detalló que el colesterol elevado perjudica especialmente y es un riesgo para la salud cardiovascular, los accidentes cerebrovasculares o para la aterosclerosis.
El colesterol es conducido por la sangre desde el intestino o el hígado hasta los órganos que lo necesitan: hace esto uniéndose a partículas llamadas lipoproteínas. A partir de esto hay que decir que existen dos tipos de lipoproteínas:
-De baja densidad (LDL): se encargan de transportar nuevo colesterol desde el hígado a todas la células del organismo;
-De alta densidad (HDL): recogen el colesterol no utilizado y lo devuelve al hígado para su almacenamiento o excreción al exterior a través de la bilis.
“Los niveles en sangre de cLDL se relacionan linealmente con el riesgo de infarto; cuando las células son incapaces de absorber todo el colesterol que circula por la sangre, el sobrante se deposita en la pared de la arteria y contribuye a su progresivo estrechamiento originando la aterosclerosis”, señala la entidad española.
Cómo afecta el colesterol al corazón
La enfermedad cardiovascular es la primera causa de muerte a nivel global y genera más muertes que el cáncer, las infecciones y las enfermedades respiratorias crónicas.
“En nuestro país casi un 30% de la totalidad de los fallecimientos, son debidos a la enfermedad cardiovascular (1 de cada 3 muertes) y representan la principal causa de muerte prematura. Según la 4° Encuesta Nacional de Factores de Riesgo correspondiente al año 2019, casi el 30 % de la población encuestada tenía valores elevados de colesterol medidos por lo menos una vez en su vida”, explicó en un informe el doctor Facundo Tornelli, médico de planta a cargo de Diabetología y Lípidos Hospital Parmenio Piñero CABA y especialista en lípidos de la Sociedad Argentina de Lípidos (SAL).
En el país, un cuarto de la población tiene factores de riesgo para enfermedad cardio-reno-metabólica, según la Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial.
En tanto, la doctora Melina Huerin médica cardióloga, Jefa de Cardiología del Instituto Cardiovascular Lezica y miembro de la Comisión Directiva de la SAL refirió: “el daño de cualquier factor de riesgo depende de dos variables: la intensidad del factor, es decir, la cifra de colesterol-LDL, la cantidad de cigarrillos diarios que se fuma, etcétera y el tiempo de exposición a esa dosis (los años de colesterol-LDL alto, las décadas de haber fumado, etcétera.). Como regla general, el tiempo de exposición prolongado suele ser mucho más dañino que la intensidad o dosis del factor, por lo cual además de reducir el colesterol-LDL al nivel que corresponda en cada caso, es central hacerlo lo antes posible para minimizar la exposición temporal a este factor.”
Además detalló que en una persona adulta sana (es decir que no tuvo ningún evento cardiovascular y no tiene factores de riesgo coronario), los niveles de colesterol-LDL objetivo o meta deberían ser menores a 116 mg/dl. “En cambio, si esa persona sana tiene factores de riesgo, su meta será menor de 100 mg/dl, y si tuviera “placas” en sus arterias la meta ideal será menor de 70 mg/dl”, explicó Huerin.
Pero además hay otros puntos a considerar: “Los valores recomendados para alguien que hubiera tenido un evento cardiovascular (infarto, accidente cerebrovascular, angioplastia, cirugía de bypass) o tuviera enfermedad arterial de miembros inferiores, son sumamente bajos. El colesterol-LDL debe ser en todos estos casos menor de 55 mg/dl. Y en personas que hubieran tenido más de un evento cardiovascular o un evento cardiovascular muy reciente, particularmente aquellas que hubieran repetido un nuevo evento cardiovascular a pesar de haber mantenido un colesterol-LDL menor de 55 mg/dl, la meta será menor de 40 mg/dl. Este número extremadamente bajo permite que personas con mucho riesgo cardiovascular reduzcan su chance de presentar nuevos eventos clínicos”.
Qué cosas pueden aumentar y bajar el colesterol
González destacó que una de las principales estrategias para bajar el colesterol es la actividad física ya que el ejercicio ayuda a bajar el colesterol malo y subir el colesterol bueno.
“Hacer ejercicio, caminatas es lo ideal, evitar la vida sedentaria, caminar 3 o 4 horas a la semana, si es lo posible, caminar todos los días sería fabuloso”, recomendó.
Otro punto crucial es la alimentación. “Tenemos que evitar todo lo que son las frituras, los embutidos, el exceso de carne vacuna, evitar los ultraprocesados, que esos tienen los famosos nutrientes críticos que son la sal, azúcar y las grasas, las grasas saturadas, las grasas malas y ahí volvemos al colesterol, que es una grasa”, apuntó la especialista. Evitar los ultraprocesados permite evitar aportes críticos como los conservantes, los aditivos, los gelificantes que se colocan para que el producto dure un tiempo determinado en el paquete.
Dio como un “super tip”: volver a lo natural, volver a la comida casera, volver a preparar los alimentos. “Obvio que es mucho más simple y práctico comer una tortita, comprar un sanguchito, que hacernos algo o elegir algo un poco más saludable, un poco más natural, más un alimento más directo de que venga de la tierra, como una fruta, una verdura, por supuesto que sí. No quita que siempre terminemos comiendo cosas que tienen un poco más de grasas. Es normal, sí, pero es buscar un equilibrio”, dijo la nutricionista.
“Lo que yo siempre recomiendo es durante la semana cuidarse o tener un orden, una planificación, organizar las compras, los platos, tener actividad física, un buen descanso y el fin de semana, por supuesto que uno comparte en familia, con amigos, con afectos y uno se sale de esa alimentación un poco más ordenada. Es normal, sí, pero si lo compensamos con la actividad física, con nuestros hábitos durante la semana es un poco mejor, yo creo que todo eso suma. Ir buscando un equilibrio”, recomendó.
Y en ese sentido mencionó que ya no se habla de seguir una dieta sino de focalizar en tener hábitos convenientes para una vida de calidad.
Una de las sugerencias es seguir la famosa dieta mediterránea, con alto aporte de frutas, verduras, semillas, aceites vegetales, frutos secos, salvado de avena, carnes blancas como el pollo y pescado. Insistió particularmente en el consumo de las verduras y frutas de estación y la importancia de la ingesta de agua, tener una buena hidratación. Las guías alimentarias recomiendan ocho vasos por día como mínimo, aunque si se hace actividad física o hay altas temperaturas debería ser más.
“Tener un buen descanso, eso también repercute en el colesterol, respetar el ciclo circadiano nos favorece”, subrayó.
Otro factor de riesgo son los antecedentes familiares. Esto es si en la familia hay padres o abuelos con hipercolesterolemia o colesterol elevado ya que determina una predisposición al desarrollo del cuadro. También inciden los cambios hormonales y el estrés.