Mendoza llegó el lunes a los 1.500 fallecidos por Covid-19, tras cumplirse el domingo un año de pandemia en la provincia con la detección del primer caso.
La revolución de la vida diaria que conllevó la llegada del virus también impactó en la forma de despedirse de los allegados fallecidos. Es que desde marzo hasta noviembre, no se permitió hacer velorios mientras que, hasta hoy incluso, no puede haber despedida de quienes han muerto por Covid.
Pero desde entonces, se habilitaron los velorios en el marco de un protocolo que los redujo a dos horas, con restricción de la asistencia y control en la forma de permanecer.
Los adultos mayores tuvieron que aceptar un adiós a la distancia de sus familiares y conocidos, ya que no se les permite el ingreso a las salas velatorias, el único lugar habilitado para velorios. Esto dado que es donde pueden garantizarse los controles y medidas de seguridad dispuestas por el contexto epidemiológico.
Muchos, menores de esa edad o con enfermedades de riesgo, también prefieren no ir a un lugar donde pudieran estar en contacto con alguien infectado y tampoco se permite el acceso a los niños.
Fue peor para los allegados de las más de 1.500 personas fallecidas por Covid-19 para quienes la distancia quizás comenzó antes. Es que tras el diagnóstico positivo, llegó el aislamiento y luego el desenlace fatal. Para estos casos el protocolo no ha cambiado desde el inicio de la emergencia sanitaria.
En las empresas que se encargan de esto, aseguran que luego de la reducción del trabajo durante la etapa más crítica, hoy tienen los mismos servicios que antes de la pandemia.
Cambios
A partir de la llegada del coronavirus lo que observan en las empresas de sepelios son dos variantes. Por un lado la consolidación en algunos sectores de una tendencia que ya se apreciaba antes: no hacer el velorio y pasar directamente a la instancia de disposición final, entierro o cremación.
“Después de que estuvimos un año sin hacer velatorios, hoy 80% de la gente elige algo directo porque además es más económico”, destacó Carolina Zapata de la Empresa Zapata Sepelios. Agregó que lo que tiene más demanda es la cremación directa.
Sin embargo, hay quienes creen que la necesidad de hacer una despedida persiste y el hecho de que ahora se haga por menos tiempo y de día ha tentado a muchos a sostener esta costumbre. Para quienes trabajan en estos lugares, tiene mucho que ver con hacer el duelo y cerrar.
Para Cristian Milio, presidente de la Asociación Cuyana de Empresas Fúnebres, no hay un abaratamiento del servicio porque los insumos son los mismos y además han debido incrementar recursos por las condiciones sanitarias.
“Para cremar a una persona se necesita un ataúd, el servicio tiene un precio pero no han bajado los costos porque se te redujo el personal más lo que hubo que aumentar como medidas de seguridad, entonces los valores no se modificaron, si no ocupás cosas como el coche duelo o la sala velatoria, los insumos y servicios igual se pagan”, dijo.
Por otra parte, advirtieron que la situación ha generado la creación de pequeñas empresas que brindan un servicio más acotado, que incluye sólo el retiro del cuerpo para llevarlo al destino final sin el servicio para la familia.
Dijeron que eso afecta a las empresas ya instaladas porque eso demanda menos recursos.
Nuevas condiciones
Por otra parte, recordó que al principio de la pandemia no se podía velar a nadie. Explicó que las restricciones costaron, muchos no aceptaban o no entendían que no pudiese hacerse un velorio e incluso los cuestionaban a ellos.
En cambio ahora, con el protocolo nuevo, hay más flexibilización entonces la gente que puede, accede, destacó Ariel Boschin, socio gerente de Boschin Sepelios.
“Hay un protocolo nuevo con cierta flexibilización que incluye respetar el distanciamiento, no más de 10 a 12 personas dentro de la sala, tomamos la temperatura a quienes ingresan y les proporcionamos alcohol”, detalló.
Las salas sólo pueden funcionar al 50% de su capacidad y en ingresos por grupos con una permanencia breve.
“No puede haber aglomeración de gente en la vereda, ni alrededor de ataúd, no se puede besar ni abrazar al fallecido, no pueden ingresar niños ni mayores de 70 años, no se puede comer dentro de la sala velatoria y no se puede velar de noche, porque debe ser en horario que se pueda salir al cementerio; tampoco se usa el coche de acompañamiento, solo se usa la carroza”, enumeró.
Esto siempre y cuando el fallecimiento no sea por Covid. Para estos casos el protocolo es el mismo desde marzo, el fallecido se entrega en una bolsa cerrada y se hace un traslado directo a tierra o cremación, no se puede llevar a nichos ni mausoleos.
Reclamos por la vacuna
“No nos han vacunado, siendo que somos personal esencial por el decreto del presidente, pero no estamos aún en ningún listado”, apuntó Cristian Milio, presidente de la Asociación Cuyana de Empresas Fúnebres.
“Somos esenciales hasta que tenemos que ponernos la vacuna y entonces dejamos de serlo”, dijo Ariel Boschin, socio gerente de Boschin Sepelios.
Es que desde el sector destacan que se ponen en riesgo y reclaman se les asigne la vacuna pero, pese a los reclamos por diversas vías, no han obtenido resultados.
“El patrón esquiva algunas cosas pero el personal que hace la manipulación de las personas o el que atiende en la oficina está en contacto con los familiares que pueden estar infectados”, agregó Milio. Así, corren el riesgo de ver reducido más su personal mientras que muchos no quieren ir a trabajar por temor a contagiar a su familia.
Detalló que han enviado notas por diferentes vías, al ministerio de Salud de Mendoza y al nacional, directamente a gobernación y reclamado a través de la Federación de Empresas Fúnebres a nivel nacional.