La ciudad se ve desde lo alto de los cerros, la vista de Mendoza es impresionante tanto de día como a la noche. Y allí, entre jarillales y a 800 metros por encima del valle, emergen varias hectáreas de viñedo que se pueden divisar desde distintos puntos altos o mientras uno sube por el camino principal que conduce hacia este establecimiento vitícola. La subida se inicia por Avenida del Libertador, en el Parque General San Martín hacia el oeste. Hay que pasar La Favorita, el viejo autódromo General San Martín, la Colonia Papagallos y el Puesto Lima para finalmente arribar a la antigua Estancia La Obligación. Son menos de 15 kilómetros lineales desde el Kilómetro Cero comercial de la ciudad (Av. San Martín y Peatonal Sarmiento). “Tenemos viñedos a 1600 metros y el fin es también productivo. Se hacen vinos de 97 y 98 puntos según críticos internacionales respetados”, sintetiza el afamado winemaker Santiago Achával, uno de los propietarios del establecimiento, hoy llamado Piedras Viejas, a la hora de presentar este emprendimiento productivo.
Señala que en 2006 compraron 20 has que eran parte de La Obligación, sobre una vertiente y que ampliaron la capacidad de agua con una perforación, con la idea de plantar malbec en suelos no aluvionales. “Por eso nos fuimos a las laderas de montaña. Hemos plantado 6 hectáreas en una zona de cultivo muy difícil, carísimo que lleva entre 8 y 10 años entre la plantación hasta la vinificación”, dice Santiago. Y acota: “La búsqueda es carácter en el vino, de personalidad de una frontera, una aventura vitícola nueva... y creo que lo hemos logrado por las puntuaciones obtenidas”. Achával se refiere a un cultivo extremo. “Estamos sobre 3 suelos geológicamente bien diferenciados: piedra caliza sedimentaria de mares epicontinentales de hace unos 40 millones de años; el otro suelo es de una lutita, otra sedimentaria, negra; y el tercer suelo que tenemos plantado, pero que todavía no produce es una caliza de fondo marino profundo de unos 400 millones de años, sobre laderas de más de 30 grados de pendiente”.
Para finalizar, resalta que si bien él comenzó y se hizo famoso con sus productos a partir de viñas viejas (Achával-Ferrer de Perdriel), ahora “viene el terroir potente, donde extrañamente las plantas jóvenes dan calidades extremas desde sus inicios. Y así podemos decir, modificando un viejo dicho popular de billetera mata galán, en este caso, decimos: terroir mata viña vieja o ¡terroir potente, mata viña vieja!”:
Regreso a los orígenes
La vitivinicultura ganó terreno por todos lados, aunque perdió otros. Hace 160 años, en la Quinta Normal (anterior a la Quinta Agronómica del barrio Cívico) que estaba ubicada en el centro de la Nueva Ciudad (refundada tras el terremoto de 1861), se plantó la primera cepa malbec de modo experimental. Allí, en la actual la Peatonal Sarmiento, entre San Martín y 9 de Julio, Miguel Amado Pouget realizó las primeras plantaciones de esa variedad y otras. La ciudad creció, se desarrolló y los mejores lugares para cultivo de uva fina se expandieron por toda la provincia. La actividad vitivinícola en el Gran Mendoza quedó reducida a su mínima expresión y sólo quedan unos pocos viñedos en la zona periurbana, a excepción del viñedo que está en Dorrego, junto al ex Wal mart y unas pocas bodegas citadinas en funcionamiento, como la Escorihuela y Caro, en Godoy Cruz; junto las reliquias: ex Arizu y ex Globo, en el mismo departamento.
Hoy, los viñedos han regresado a la ciudad, pero no al Centro, ahora se ubican en las partes más altas del área metropolitana y están relacionados al turismo del vino. Casi a la misma altura del emprendimiento de Achával y a unos 4 kilómetros al sur, ya en territorio de Godoy Cruz, un incipiente viñedo crece bajo el sol pedemontano. “Son de uva malbec y cabernet, hasta ahora tenemos dos hectáreas, pero los propietarios piensan seguir plantando otras variedades en estas partes altas de los cerros”, explica Jorge Femenía, encargado de la Estancia Punta del Agua. Y agrega: “Platamos en noviembre y a los pocos días comenzamos a ver una brotación fuerte, la adaptación es muy buena, hay como un microclima que lo permite; el riego es por goteo, con agua de vertiente natural del lugar”. Y remata: “Estas plantas requieren los mismos cuidados que cualquier otro viñedo y todos los días por la mañana bien temprano tengo que vigilar que las hormigas no crucen el cerro, es para impedir que ataquen a las plantas. Por suerte, tenemos el cauce que lleva siempre un poco de agua y eso es sirve de barrera contra hormigas”. Jorge se refiere a un pequeño arroyo de agua de vertiente que forma parte del sistema aluvional del sector y es afluente del cauce principal del zanjón Maure, que pasa por el centro departamental.
Al lugar también se llega por un camino principal, la calle Segundo Sombra. En línea recta, a unos 12 km al oeste del centro de Godoy Cruz está el sitio, un antiguo chalet parquizado con álamos y pinos construido hace más de 60 años, que estuvo abandonado por más de 15 años, hoy convertido en un proyecto de hotelería y turismo sustentable. La iniciativa “apunta a resaltar las características y atractivos naturales del piedemonte combinándolos con el agro y enoturismo. Estamos recuperando un edificio de alto valor patrimonial e histórico para reconvertirlo en un hotel de montaña”, asegura Emanuel Ricchiardi. Y agrega que se “aspira a generar un cambio de paradigma en el piedemonte de Godoy Cruz, mediante la generación de un polo turístico que beneficie de manera sustentable el entorno al proyecto y la economía local ”.
Turismo sustentable
De hecho, toda esta zona ha sido planificada por el municipio como un sector para el desarrollo del turismo sustentable. Así, además del emprendimiento de Ricchiardi, se encuentran otras iniciativas desarrolladadas por los antiguos propietarios de estos terrenos, como la familia Ortega. En este sentido, se destaca la actividad deportiva y de ecoturismo que tienen como base los puestos Atamisque, La Cieneguita y El Damasco. En este último hay un extenso circuito de trekking, mientras que en los anteriores se destaca el mountain bike como actividad principal.
Cuenta que sus cultivos se encuentran a 1245 msnm, “es el viñedo de altura más cercano al centro urbano de Mendoza. Además de malbec y cabernet franc, incluimos 2 varietales más: Garnacha y Albariño”. Que la plantación es de las llamadas viticultura heroica, debido a las grandes pendientes y obstáculos naturales con los cuáles deben lidiar en el medio de los cerros.
La intención final es lograr el concepto de granja cerrada donde todo lo que las plantas necesiten se lo aporte el mismo entorno y para ello van a incorporar animales de pastoreo chicos como ovejas y gansos que ayudan con el control de malezas y a la vez fertilizan el suelo, con la idea de lograr un ecosistema productivo. Y compostarán todo el material de poda junto con los desechos de animales para abonar los suelos.
“Tenemos grandes expectativas para estos vinos por la particularidad de condiciones que nos ofrece este lugar único, y si bien falta un par de años para nuestra primera vendimia, pensamos la viticultura cómo un estilo de vida que va más allá de la mera producción de vino”, cuenta Emanuel. Y asegura: “Tenemos pensado hacer la vinificación in situ, con lo cual pronto empezaremos con las obras de la bodega y así finalizar el ciclo completo”.