Tantas cosas sucedieron en la vida de Lucía Parra desde aquel 2 de agosto de 2020, cuando Los Andes publicó su historia, que hoy parece estar viviendo otro capítulo de su existencia, uno muy cercano a la vida y también a la muerte. Sin embargo, en todo este tiempo jamás se sintió alejada de lo que le apasiona: escribir cuentos.
La joven estudiante que sueña con ser escritora pese a las numerosas necesidades que atraviesa desde su hogar de Campo El Molino (un asentamiento situado en El Challao), fue mamá de mellizas el pasado 3 de septiembre: Helen Sofía y Amira Xaviera son sanas, hermosas y comparten una cuna usada que le obsequió una vecina.
“Sí, mellizas ¡Increíble! Fue inesperado. Soy mamá soltera, pero a pesar de cumplir ahora este rol tan importante no dejaré de estudiar ni de escribir. Lo haré por ellas, para que se eduquen con el ejemplo. Estoy pensando en mi primera novela”, adelantó.
La noticia del embarazo fue todo un shock. Un mes antes, precisamente el día de Navidad, de manera trágica, falleció su papá. La muerte la venía atravesando porque poco antes había sucedido algo similar con un primo y un tío, todos muy allegados a ella.
“Y de repente esta noticia que me cambió la vida. Me asusté, sí, pero a la vez me dio mucha felicidad, una sensación muy rara. Hoy me estoy acostumbrando a la maternidad y a la escuela presencial, todo al mismo tiempo”, relató, para enfatizar: “Ellas son hermosas y buenísimas. Amira nació con menos peso y un problema respiratorio, por eso estuvo en Neonatología, aunque enseguida se recuperó. Sofía es la que más comió dentro de la panza”.
“Estoy muy contenta y siento que me inspiran, por eso pienso en escribir mi novela. Tengo menos tiempo pero a la vez muchísimos deseos. Llegaron cuando pensé que nada tenía sentido en mi vida porque la muerte de mis seres queridos me afectaron muchísimo, con todos había una relación muy cercana”, dijo.
En el pequeño habitáculo oscuro donde María Isabel, su mamá, cuida a las bebas mientras Lucía va a la secundaria Champagnat, también en El Challao, las necesidades aumentan cada día.
Sin ventanas y con un alero que amenaza con derrumbarse, conviven 10 almas: además de María Isabel, Lucía y sus bebas, también sus hermanos José Luis, María, Daiana y Abel, que ya tiene su familia y un hijo en camino.
No es la primera vez que Lucía, quien en 2019 ganó un certamen de cuentos en su escuela, encuentra escollos para seguir estudiando y no se da por vencida. Primero fue cuando vivía en otro barrio y no tenía ni para el micro. Tuvo que hacer una pausa y retomó más tarde en la Champagnat, donde siempre le dieron una mano, según dice. Y ahora, su maternidad por partida doble que amenazaba su trayectoria.
Sin embargo, insiste: “Antes de que nacieran fui con mi mamá a hablar con la directora y le adelanté mi decisión de continuar. Hice lo mismo cuando salí del hospital, volví a contarles todo. Me abrieron las puertas y hoy estudio dentro de un programa de protección a mamás y alumnas embarazadas”.
Más de 10 perros descansan al rayo del sol primaveral al frente de la vivienda junto a dos viejas bañaderas que hacen las veces de contenedores de agua. En este barrio no hay agua potable ni luz eléctrica.
La basura abunda en todo el sector: es que muchos vecinos se dedican al cirujeo. Los caballos con sus carros repletos de cartones resultan moneda corriente. “Siempre hemos sufrido necesidades y ahora más, porque las bebas usan pañales”, relata María Isabel.
Después de la cesárea, que tuvo lugar en el Hospital Lagomaggiore, Lucía sufrió una infección que la obligó a tomar antibióticos varios días y ya no pudo amamantar.
La misma vecina que acercó la cuna para las niñas suele proveerla de hojas en blanco para que no abandone su pasión literaria. Docentes y compañeros de cuarto año, así como su hermana María, que es excelente alumna, también la ayudan en este período de tanta exigencia física y emocional.
La historia que recorrió el país
Cuando Los Andes publicó la historia de esta adolescente apasionada por los cuentos y algunas imágenes de su habitación, donde se exhibía un cajón de manzanas que oficiaba de biblioteca repleta de libros, todo el país se conmovió.
Por entonces Lucía y su hermana cuidaban coches en el predio de la iglesia Nuestra Señora de Lourdes, cerca de su casa. Vivían de eso y de la asignación que recibe su mamá por tener siete hijos.
Cuando su vida se hizo pública, el Fondo de Becas de Mendoza (FONBEC) le otorgó un subsidio a ella y a su hermana. También recibió un teléfono celular con crédito todos los meses; computadora, escritorio, libros, alimentos y ropa.
Sin dudas, había sufrido en carne propia las dificultades de la conectividad en tiempos de pandemia, por eso y las donaciones le permitieron seguir estudiando.
En enero de este año se enteró que estaba embarazada. El papá de las niñas no se hizo cargo y ella siguió adelante como pudo, con sus estudios.
“Esperábamos un varón. El día que llegó del médico me dijo que me sentara. Supuse que era una nena, sin embargo me dijo que no, que había algo más para contarme. Que iban a ser mellizas”, recordó la mamá de Lucía, entre risas.
“¿Qué espero para ellas? Que cumplan sus sueños. La vida es dura, lo comprobé, pero no hay que detenerse. Que nunca detengan sus sueños, eso es todo lo que deseo”, reflexionó.
Para ayudar
Quienes deseen ayudar a la familia pueden llamar al 261 5906218 / 261 7525518.