Una vecina de Maipú, fanática de los animales y la naturaleza, realizó el viernes un curioso procedimiento para intentar devolverle el vuelo a una mariposa. Se trata Silvina Planinsek, quien el jueves vio al animalito en la enredadera que está frente a su hogar, se dio cuenta de que sus alas no estaban bien, consiguió unas nuevas para colocarle y, siguiendo algunas indicaciones, se las pegó.
Silvina, que es fotógrafa y diseñadora gráfica –pero principalmente mamá, tal cual describe- hizo un posteo en sus redes con la mariposa que había encontrado y pidiendo si alguien tenía alas para donar. Fue así que una integrante de la Fundación Cullunche la leyó y se comunicó con ella para concretar la donación.
“Enfrente de casa hay una pasionaria que se llena de mariposas. La semana pasada apareció una en el piso, pensé que la había agarrado mi gato pero al levantarla vi que tenía las alitas sin terminarse. Le di agua con azúcar pero no podía volar, cuando lo intentaba se caía y se iba rompiendo las pocas alitas que tenía. Así que ahí decidí ver si conseguía unas nuevas para trasplantarle”, contó Planinsek.
Asimismo, la madre de tres hijos, confesó que mucha gente la trató mal por lo que quería hacer pero que su pensamiento fue que la mariposa, sin volar, estaba condenada a morir y que, intentando esa técnica que ella había visto por internet, tal vez le daba una oportunidad.
“Se las fui pegando lentamente, muy despacito y con películas muy delgaditas. Le faltarían dos alitas más para volar bien pero no quiero causarle más estrés por ahora. Mueve sus alitas y hasta pudo realizar pequeños tramos de vuelo”, describió la mujer a la que siempre le ha gustado el mundo animal.
El análisis de Cullunche
Por su parte, desde la Fundación Cullunche explicaron que probablemente la mariposa nació con sus alas defectuosas por efecto del frío invernal.
“Probablemente al intentar volar se las rompió todas. Ahí fue cuando Silvina decidió buscar una solución. Cuando ellas se convierten en pupa lo que hacen es una verdadera licuefacción adentro de ese capullo, se reorganizan por una cuestión genética todas las estructuras internas y aparece transformada; de oruga a mariposa”, explicó Jennifer Ibarra, titular de la Fundación, cerrando con el análisis de que quizá por el frío ése proceso que describe no se logró y “Espejito” nació con sus alas en mal estado.
“Tenemos el corazón lleno por haberlo intentando. Mis hijos de 16, 14 y 10 años me ayudan a cuidarla, son bastante bicheros también y les encanta. Están pendientes de ella y de su evolución. Le decimos Espejito porque así se llama la especie y nos gustó el nombre. Son mariposas que llegan a vivir más de un mes, así que valía la pena intentarlo”, concluyó la mujer que adoptó y ayuda al animalito.