En la sede del Arzobispado en la esquina de las calles San Juan y Catamarca, Marcelo Colombo recibió a Los Andes. Nos contó que el último en vivir en ese lugar fue Monseñor Rubiolo, que Arancibia alquilaba un departamento cerca y él vive en un barrio en Maipú.
Obviamente detalló la situación social de Mendoza, debido a que siguen muy de cerca esa realidad a través de las distintas tareas que realiza la Pastoral Social.
-¿Cómo ve usted la sociedad de Mendoza, que ha sufrido en 2023 un impacto fuerte tanto en temas políticos y económicos?-Sí, ha sido un año desgastante porque estuvieron todas las elecciones. Comenzamos tempranamente y eso también nos puso a todos en una tensión de discernir candidaturas, había que ver los programas que proponían y también tener en cuenta trayectorias. Pero ciertamente, el panorama nos desconcentró bastante, porque estábamos más pendientes todos de ver cómo se iban proveyendo estos cargos con los nuevos titulares, en los niveles nacional, provincial y municipal. También tuvimos todos los embates de naturaleza económica, atenuado muchas veces con los programas de ayuda para paliar situaciones de emergencia, pero que, naturalmente, no tienen una proyección en el tiempo, sino van acompañados de otras medidas. Nosotros hemos tenido, a lo largo del año, un montón de posibilidades de sostener con nuestros voluntarios y con nuestros actores, obras de la Iglesia, que son obras que llamamos pastorales de trincheras, que están en la calle misma sosteniendo la esperanza en un marco muy doloso.La pastoral Cáritas se ocupa de la pastoral de la cárcel, la asistencia a las familias que quedan en un lugar de desprotección. Todo lo que significara la lucha contra la trata. La pastoral de la calle, la pastoral también de asistencia a los enfermos. Todo eso es un mundo, el mundo del dolor, el mundo de la necesidad que nos tiene la iglesia siempre como aliados, porque queremos estar en ese contexto ayudando y sosteniendo, con recursos cada vez más exigidos. Vamos percibiendo naturalmente, que se van acabando los recursos y que, en muchos casos, no podemos dar todo y que aparecen nuevos nuevos rostros, la antigua clase media empobrecida, no tiene como enfrentar situaciones de salud, medicación y también, en algunos casos, la necesidad de una contención humana.-Desde que llegó a Mendoza, ¿cuál de los problemas que mencionó ve que se agudizó más?-Percibimos crecimiento en este sector de la emergencia. Podemos responder y en algunos casos, encontramos en algunos municipios y en el gobierno provincial ayuda, pero fundamentalmente lo que tenemos es lo que viene de nuestros propios fieles. Lo que tenemos es una preocupación hacia adelante, cuesta saber hasta cuándo se va a poder acompañar y sostener todas estas necesidades. Esto significa ver cómo lidiar con las consecuencias de un esquema, un paradigma que ha cambiado, en el sentido de poder aportar lo mejor de nosotros, pero también sabiendo que hay limitaciones y que seguimos necesitando de una contribución de los organismos públicos del Estado.-Y en cuanto a los temas que están vinculados con la pobreza y que usted marcó, ¿cuál fue el que más se complicó en los últimos años? ¿Hay más drogadicción, hay más problemas de trata?-Sí, pero creo que en la crisis no hay que descartar y hay que tener muy en cuenta que el impacto anímico ha sido muy fuerte.-¿El costo emocional?-Claro, el costo emocional de desgaste de la gente y esto no lo podemos medir. No aparece en las encuestas, quizás en alguna sí. Hace poco el Observatorio de la UCA decía algo al respecto. Pero creo que este es un costo que se vive en la familia y le pasa a mucha gente.-Es más transversal.-Claro y también intergeneracional, que afecta también al jubilado, porque se ha visto achicar muchísimo su retribución tan justa y tan exigua, porque creo que los jubilados han sido los más afectados. Entonces ese impacto emocional no lo subestimaría, impacta en la familia y en la salud psíquica de tantas personas. Es el gran tema, es como un abandonarse, no sentir la posibilidad de poder dar otros pasos.
-¿Cómo describiría usted a la sociedad de Mendoza?
-Me sorprende muy gratamente el aspecto de la creatividad de los mendocinos. Hay una curiosidad, una consistencia cultural de frente a los desafíos de la vida. Es una sociedad que tiene todavía cierta movilidad. Esta laboriosidad o esta capacidad de salir adelante, creo que es un plus.
Hay todavía derechos que le que le dan bienestar a la sociedad mendocina, ese aspecto de una predominante clase media, aunque oscurecida en muchos casos, pero con valores que se han incorporado, y que la pone en un lugar major frente a otras provincias vecinas o incluso del Gran Buenos Aires.
Hay también una una mirada política común, yo diría. Hay una forma de ser más tranquila respecto de otras provincias. Aquí la gente debate, discute, pero se se privilegia el diálogo y los buenos modos. Esto habla de una posibilidad de mayor diálogo, mayor consenso, siempre como horizonte.
Hay una dignidad de la actividad política, en estos tiempos en los que quizás se estigmatiza la política, me gustaría volver a insistir que hay una dignidad de la política que es la de hacer posible una mejor calidad de vida para la gente.
-En agosto, cuando hubo saqueos, bueno, robos en banda, ustedes sacaron un comunicado donde decían que la ayuda nunca alcanza para asistir a la gente.
-Y ahí está faltando más compromiso del sector público, también más compromiso del sector privado, más compromiso de los fieles. Nosotros percibimos en los fieles una gran solidaridad. En las coletas nacionales de Cáritas, Mendoza es la segunda o tercera diosesis que más aporta. Quizás nos falte todavía comprometer más a algunos sectores privados.
-¿El poder político lo llama? ¿Cornejo y Suárez, hablaban con usted?
-Con el gobernador hay una relación de estima, de valoración de nuestras distintas misiones, creo que es posible un diálogo. Siempre que hemos hablado ha habido, de verdad, una escucha muy atenta, muy serena. En este caso, yo estuve solamente un año y medio con el gobernador Cornejo en la primera gobernación. Ahora estamos enfrentando este segundo término, y creo que es posible trabajar cada uno desde su lugar, cada uno desde su mirada, pero respetando y valorando sobre todo lo que temenos. A mi me gustó mucho esta expresión de Cornejo que dijo cuando asumió de que a él lo hace feliz la función como pública. A mi también me hace feliz el servicio de cura, de obispo, y creo que en esa felicidad que cada uno encuentra en su misión, es posible que los hombres se encuentren y tiendan puentes.
Lo mismo puedo decir de los intendentes, tenemos una relación muy fluida, de mucho conocimiento del trabajo social y de valoración de los aspectos centrales de las gestiones departamentales.
-Se vienen los 90 años del Arzobispado de Mendoza.
-Sí, nosotros estamos comprometidos con el festejo, utilizamos mucho la imagen de la vid para imaginar a Mendoza como una parra en un contexto difícil y desafiada permanentemente por el rigor del clima.
Y, sin embargo, una parra fecunda, una parra que ha tenido momentos amargos, creo también momentos de frutos dulces y de frutos verdaderamente de gran contribución a la vida social.
Por eso queremos dar gracias a Dios y desarrollar un trabajo en sintonía con lo que nos viene proponiendo el Papa Francisco, de una gran valoración de los ministerios laicales.