Mary y Margaret, las maestras de EE. UU. que fundaron la educación pública en Mendoza

Llegaron de aquel país en 1891 y eligieron quedarse para siempre en Chacras de Coria. Fueron pilares del proyecto educativo de Sarmiento en nuestra provincia.

Mary y Margaret, las maestras de EE. UU. que fundaron la educación pública en Mendoza
Fotografías de Mary Olive Morse y Margaret Louise Collord, del Archivo General de la Provincia. Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes

Año 1891: otra época, otra Mendoza. Dos jóvenes maestras, nacidas en Estados Unidos, pisan tierra mendocina con bolsos llenos de sueños y de coraje, y con el desafío más grande de la historia de la educación argentina. Son parte del plan educativo nacional que el expresidente y ahora ministro del Interior, Domingo Faustino Sarmiento, quiere desplegar a lo ancho y largo de todo el territorio de la naciente República Argentina. Todavía no lo saben, pero sus vidas quedarán para siempre unidas a Mendoza.

Así comienza la historia de las maestras más recordadas que tuvo la provincia, y que llegaron a finales del siglo XIX. “Vinieron más, pero éstas pasaron a la historia”, puntualiza Ariel Sevilla, reconocido historiador y periodista mendocino. Ellas se llamaban miss Mary Olive Morse y miss Margaret Louise Collord, y con sólo 27 años se subieron al mismo barco para hacer 8.000 km hacia tierras desconocidas.

Archivo General de la Provincia de Mary Olive Morse, quien fue directora de la Escuela Normal desde 1891. Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes
Archivo General de la Provincia de Mary Olive Morse, quien fue directora de la Escuela Normal desde 1891. Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes

Según relata Sevilla, la vida de ambas tienen muchas coincidencias y la primera de ellas fue haberse subido al mismo barco rumbo a Mendoza. Allí se conocieron, pero al llegar a la Argentina –más precisamente a Paraná– se separaron. Cada una fue enviada a una provincia distinta, aunque pronto se reencontrarían. Así era en esos tiempos, en el marco del proyecto educativo que Sarmiento había comenzado.

En su mayoría cumplieron con los requisitos pedidos por él, el impulsor del plan: eran solteras, “de aspecto atractivo, maestras normales, jóvenes pero con experiencia docente, de buena familia, conducta y morales irreprochables y, en lo posible, entusiastas y que hicieran gimnasia”, describe el prólogo del libro Las señoritas, una de las obras más relevantes del tema, escrito por Laura Ramos.

Archivo General de la Provincia de Margaret Louise Collord, quien fue vicedirectora de la Escuela Normal desde 1891. Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes
Archivo General de la Provincia de Margaret Louise Collord, quien fue vicedirectora de la Escuela Normal desde 1891. Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes

Pero miss Mary y miss Margaret no fueron ni las únicas, ni las pioneras. “La primera maestra que llegó a Mendoza fue Sara Boyd, en 1878. Ella debía organizar la primera Escuela Normal creada en febrero de ese año. En 1880, miss Boyd regresó a Estados Unidos y fue reemplazada por Sarah Cook, quien estuvo frente a la escuela hasta 1891. Estas estas mujeres se iban volviendo a Estados Unidos o el Estado las iba moviendo a otras provincias”, refiere Sevilla.

La partida de miss Cook le abrió las puertas al reencuentro que cambiaría la historia. En ese mismo año, 1891, Mary Morse y Margaret Collord fueron destinadas a un nuevo objetivo dentro del proyecto de Sarmiento: Mendoza. Una lo hizo como directora de la Escuela Normal, y la otra como vicedirectora, respectivamente. Sus contratos, como el de los 65 educadores estadounidenses que llegaron al país, era por un trienio. Mary y Margaret se quedaron por 53 años.

“Desde ahí hasta 1910, año en que ambas se jubilaron al mismo tiempo, trabajaron en sustentar lo que fue una generación muy importante de maestros en Mendoza, que son los que empezaron a trabajar en las décadas del 20 y 30; y que son los representantes de la ‘Escuela Nueva’, una que se alejaba de la más tradicional”, explica Ariel Sevilla. Hasta su arribo, la única manera de acceder a la educación era formar parte de la élite, cuyas maestras eran las monjas del lugar.

Cuando llegaron, “había una gran población analfabeta. El 57% de los mayores de 14 años eran analfabetos en Argentina. Vinieron sin tener nada que ver con la tradición que se tenía en el país”, destaca el historiador. Entre otras cosas, enseñaban pedagogía, historia antigua, media y moderna; anatomía, fisiología, higiene, lectura, escritura, declamación, canto y dibujo; incluso historia argentina e instrucción cívica. “Trajeron el arte y el juego al aula, y se encargaron de eliminar el castigo de los alumnos”, agrega.

Parte de los documentos preservados por el Archivo General de la Provincia de aquella época. Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes
Parte de los documentos preservados por el Archivo General de la Provincia de aquella época. Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes

El desafío no era para nada sencillo. Existía cierta “hostilidad local”, describe el historiador, que se resistía a una forma de vida completamente diferente a la suya: “Se trataba de mujeres solteras que trabajaban fuera de casa. Usaban polleras arriba de los tobillos. Para colmo, cabalgaban con la habilidad de cualquier hombre y encima, eran protestantes”. Pese a todo esto, “su trabajo, pulcritud y conducta fueron abriéndoles la puerta de la sociedad mendocina”, que poco a poco comprendió que su influencia iba mucho más allá de sólo lo educativo.

“Su herencia fue la escuela como comunidad, lo que lograron fomentando el compañerismo y la sociabilidad. Nivelaron diferencias sociales al impartir tareas y actividades iguales para todos”, analizó Sevilla con admiración. Tanto fue su compromiso con Mendoza que, cuando se jubilaron en 1910, donaron su pensión para que las niñas carenciadas pudieran estudiar. La hostilidad se convirtió en respeto, y el respeto terminó en cariño. Tras volver por un corto período a su tierra nativa, “regresaron a la provincia y se radicaron en una finca en Chacras de Coria, Luján de Cuyo, donde vivieron de una huerta”. Las dos murieron en 1945, a los 80 años.

Ariel Sevilla, que entre sus tareas como historiador realiza visitas guiadas a cementerios de Mendoza, revela: “En Chacras eran muy queridas, y en el funeral hubo muchísima gente: no sólo sus alumnos sino todos sus vecinos”. Hoy descansan en el Cementerio de la Capital, en el lote designado para británicos y norteamericanos. El lugar está cercado, bajo llave, “y alguien siempre se encarga de mantenerlo en buen estado”.

Así está el lugar donde descansan en paz Mary y Margaret, en el sector británico del cementerio de la Ciudad. Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes
Así está el lugar donde descansan en paz Mary y Margaret, en el sector británico del cementerio de la Ciudad. Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes

Sus vidas estuvieron tan destinadas que hasta el día de hoy, hay rumores de que miss Mary y miss Margaret “fueron pareja y se unieron en un matrimonio no legalizado”, como lo indica Laura Ramos en su libro ya mencionado. Sevilla, al contrario, no está seguro de que esto fuera así: “Eso es una suposición, de que estas mujeres, que venían con otra cabeza, eran pareja. Es una suposición que hemos ido haciendo a lo largo del tiempo. No sólo nosotros, los historiadores, sino también el resto de la gente que ha visto muchas coincidencias. Pero yo no lo daría por hecho”.

Lo cierto es que la obra de Mary Morse y Margaret Collord fue la piedra fundamental del modelo de escuela comunitaria que vive en la actualidad. Fueron pilares imprescindibles del plan de Sarmiento y cambiaron para siempre la educación en la provincia. “Si no hubiera sido por estas mujeres, la escuela primaria no hubiera existido”, subrayó el historiador. Es por eso que hasta el día de hoy, es justo recordarlas como lo que fueron: las pioneras de la educación pública en Mendoza.

Fotografía del Archivo General de la Provincia de la primera Escuela Normal de Mendoza, donde trabajaron las maestras estadounidenses. Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes
Fotografía del Archivo General de la Provincia de la primera Escuela Normal de Mendoza, donde trabajaron las maestras estadounidenses. Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes

El Plan de Sarmiento

En 1845 Domingo Faustino Sarmiento, exiliado en Chile, viajó a Europa y Estados Unidos para estudiar diferentes e innovadores métodos de enseñanza. Fue en Norteamérica donde encontró lo que buscaba: un sistema educativo de “escuela comunitaria”, que comprendía a la escuela como un nexo entre la sociedad. Allí empezó a gestarse el “proyecto pedagógico” junto a Horacio Mann, el “padre de la educación norteamericana”, y posteriormente a su esposa, Mary Mann.

Con educadores “poco formados” en Argentina, lo que quería era traer a los actores más importantes del sistema estadounidense, que eran los normalistas, “los maestros de maestros”. Una vez asumió como presidente de la República, en 1868, comenzó la migración de 65 educadores de Estados Unidos a provincias del interior, entre ellas, Mary Olive Morse y Margaret Louise Collord.

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