Sobre el agua, con un viento soplando fuerte, la costa se ve lejana, apenas se distinguen movimientos de vehículos y botes que se preparan para zarpar. Por raro que parezca, es una parte de la Mendoza desconocida por muchos. Y a su vez, son muchos los mendocinos que disfrutan de un ambiente acuático en una provincia semidesértica.
El embalse El Carrizal, alimentado por el río Tunuyán, es uno de los clásicos sitios habilitados para la práctica de las actividades náuticas y entre las disciplinas de mayor prestigio se encuentra la navegación a vela. Es que, desde hace más de 50 años, la provincia cuenta con cultores de estas artes marineras tradicionales, que los habilita oficialmente a navegar por cualquier mar o espejo de agua. Así es: desde Mendoza al mundo.
Fernando Zalazar es el presidente del Yacht Club Mendoza y cuenta que la entidad nació prácticamente con la inauguración de El Carrizal, en 1971. “Un grupo de entusiastas de la vela junto a mi padre, el capitán de fragata Zalazar, que en ese entonces era delegado naval en Mendoza, fundaron la entidad”, explica Fernando.
Y agrega que, entre las funciones que su padre tenía en la provincia, estaba la de promover los deportes naúticos en la provincia. “Se realizaron las gestiones correspondientes ante el gobierno provincial, que también estaba interesado en desarrollar el perilago, y se concesionó este predio que hoy tenemos. Dispone de una bahía, apta para mantener fondeados los barcos durante todo el año, y dadas sus características es un lugar abrigado, que está protegido de los vientos y grandes oleajes cuando hay tormentas”.
En este pequeño mundo acuático mendocino se han desarrollado importantes regatas nacionales y curiosamente es un sitio muy valorado. “El Carrizal tiene características únicas, porque cuenta con vientos en distintas direcciones. Durante la mañana, el viento tiene una dirección constante, pero a partir del mediodía empieza un fenómeno difícil para los navegantes. En un mismo lugar, el barco que está al lado está navegando con otro viento, con otra dirección. Potrerillos es constante, pero aquí en El Carrizal, no y es un buen sitio para aprender los secretos”, asegura Mauricio Malnis, Comodoro del Club.
Y agrega: “Estas características te obligan a cambiar tu objetivo en el momento. Por eso decimos que el que aprende aquí, está habilitado para navegar en cualquier lado. Tenés muchos remolinos y a medida que avanzás, del otro lado tenés vientos girando al revés”. Zalazar destaca: “El viento dominante es caliente y, cuando ingresa al lago, comienzan a cambiar las condiciones. Es anómalo, un desafío para llevar el barco. Durante las tormentas que se forman aquí, no podés bajar las velas y esperar a que pase el temporal. Hay que realizar una serie de maniobras para mantener el dominio del bote, porque hay que tener en cuenta que aquí uno no está en el medio del mar y un temporal te puede arrastrar hasta la costa. El viento, cuando carga sobre la vela, ejerce una fuerza muy grande que impacta sobre la estructura, por eso hay que achicar las velas. Aquí, si te sorprendió una tormenta, hay que seguir navegando como sea”.
Apasionados por el velerismo, los marinos de agua dulce señalan que la velocidad que alcanzan los veleros son los 6 nudos, casi 12 km por hora. Eso es lo recomendable, entre 4 y 6 nudos, porque a mayor velocidad, exige mucha experiencia y esfuerzo de la tripulación.
Malnis asegura que aprender a navegar está al alcance de cualquier persona y ambos comentan que hay estar arriba del bote para experimentar las sensaciones y aprender las técnicas. “Por ejemplo, hay que aprender a ubicar las velas de tal manera que con viento en contra, el bote avance”, explica Mauricio. Zalazar cuenta que tampoco hay edad para practicar el velerismo. “Tenemos un socio de 80 años que compite en regatas a nivel nacional. No hay límites, mientras uno tenga suficiente actividad para desplazarse sobre la cubierta del barco. Incluso, con esta actividad mejora la condición física del cuerpo”, dice Zalazar. Y entre risas agrega: “cuando hay mucho viento, uno siempre vuelve con un machucón, es parte de la actividad”.
“Muchos creen que esto es un deporte de millonarios, pero no es así. Acá depende de si te pica el bichito o no de la pasión por los barcos”, cuenta Malnis y explica que un velero chico, tipo Pampero, que es el más popular cuesta unos 5.000 dólares. Actualmente la entidad cuenta con 300 socios. “Todo lo que se hizo fue por esfuerzo de los socios, económico y de trabajo a lo largo de estos 50 años”, asegura Fernando desde la cantina panorámica de la entidad. Desde allí se observan los grandes árboles, el camping, los botes y el lago. “Si bien nació esta entidad para impulsar la navegación a vela, aceptamos socios que tienen lanchas y otros tipos de embarcaciones”.
El Yacht Club está reconocido por la Federación Argentina de Yachting (FAY) y está habilitado para dar cursos de piloto, timonel y patrón de barco, con la certificación de Prefectura Naval Argentina. Es decir que se cuenta con la habilitación para navegar en cualquier parte del mundo. Además del Yacht Club Mendoza, se sumó el Club Mendoza de Regatas, que también otorga habilitaciones.
Sobre la parte competitiva, Malnis afirma que la provincia cuenta con reconocidos regatistas. “Un ejemplo es Sebastián Halpern (empresario y corredor del Dakar), un gran regatista”. Mendoza fue sede de tres ediciones de la Regata Almirante Brown, en la que participaron representantes de la Escuela Naval Militar. El año pasado organizaron una fecha del Grand Prix de la Clase Pampero y este año realizaron la Regata Nacional de la Clase Micro.
Malnis y Zalazar rescatan la tradición que tiene el velerismo en el país, que muchos mendocinos trabajan en la Armada, gracias a que practicaron esta actividad y se convirtió en una vocación. “Además en Mendoza hemos tenido hasta un astillero (Nautivela), que estaba en Godoy Cruz y desarrolló el Tanga, en base al popular modelo Pampero”, dice Mauricio. Y añade: “A nivel nacional, junto al Río de la Plata, el Paraná o en el mar, es sorprendente la cantidad de pymes que se dedican a esta actividad, es una industria impresionante.