Que los chicos acumulen muchas faltas a clases es algo que preocupa y ocupa a las autoridades educativas y especialistas. Es que consideran que tiene impacto en diversos planos pero sobre todo en la calidad de los aprendizajes y la trayectoria.
Un informe nacional le puso números al fenómeno y mostró que se trata de una situación de amplia incidencia. Según reveló el Observatorio de Argentinos por la Educación, casi la mitad de los alumnos secundarios de Mendoza tiene más de 15 faltas. Así, Mendoza se encuentra entre las provincias con más ausentismo escolar y ocupa el tercer lugar entre las jurisdicciones nacionales. Esto según lo declarado por los mismos estudiantes con datos correspondientes a 2022.
En Mendoza, 23% de los alumnos tiene 20 inasistencias o más, mientras que 24% tiene entre 15 y 19. De este modo, 47%, casi la mitad, tiene más de 15.
Superan esta proporción la provincia de Buenos Aires con 57% y Ciudad Autónoma de Buenos Aires con 50%.
En la región, San Juan queda muy bien posicionada ya que es la provincia con menos proporción de alumnos que superan las 15 faltas: 23%, mientras que San Luis está en la mitad de la tabla con 31%.
El informe “Ausentismo estudiantil en secundaria: percepción y dimensiones”, tiene autoría de Bruno Videla (docente de nivel secundario), Martín Nistal y Eugenia Orlicki (Observatorio de Argentinos por la Educación). Los investigadores advierten que dado que Argentina no cuenta con estadísticas públicas sobre ausentismo estudiantil, el documento utiliza los datos del cuestionario de Aprender 2022, en el que los estudiantes del último año de secundaria reportaron sus inasistencias.
A nivel nacional, 26% de los estudiantes del último año de secundaria reconocen tener 20 o más faltas por año. En tanto 18% tienen entre 15 y 19, lo que implica que 44% tiene 15 o más y Mendoza supera la media.
Dado que el cuestionario se aplicó el 19 de octubre de ese año: para esa fecha, el calendario escolar indica que los alumnos deberían haber tenido 142 días de clase aproximadamente, lo que implica que en el promedio nacional, quienes tienen más de 20 faltas se ausentaron al menos un 14% de los días de clase, concluye el trabajo.
“Menos días de clases implican necesariamente menos aprendizajes, menos socialización y más desvinculación. Si la repitencia es la antesala del abandono, el ausentismo estudiantil es en sí mismo una forma solapada y silenciosa de abandono escolar, es un ‘abandono en cuotas’ que impacta de lleno en la calidad de los aprendizajes”, afirma Bruno Videla, coautor del informe.
“El ausentismo impacta en forma negativa ya que no permite que haya un perfecto seguimiento de la trayectoria escolar de los alumnos (...) cuando el alumno incurre en muchas inasistencias no sigue el proceso educativo”, afirmó el director del colegio Vicente Zapata, Claudio Peña.
Agregó que los alumnos que más faltan son los que están en quinto año, por las actividades que tienen como prepararse para la facultad, viajes de egresados o empezar a trabajar.
Pocas ganas de ir al colegio
Tal cual reflejaron los especialistas, para 49% de los directores de secundaria, el ausentismo estudiantil es hoy el principal problema en el proceso de enseñanza y aprendizaje, según las respuestas al cuestionario de Aprender 2022. El segundo es el ausentismo docente, para 48% de ellos.
Es que consideran que los estudiantes no asistan a clases tiene efectos negativos inmediatos sobre el desempeño académico, el riesgo de repetición y abandono, su desarrollo social y emocional y las probabilidades de finalización de la educación secundaria, además de otros efectos a largo plazo.
Después de los problemas de salud, el segundo motivo más esgrimido por los chicos para no ir al colegio es no tener ganas de ir. Todo un dato. Es que abre un abanico de cuestiones a ponderar que dejan en primer plano dos aspectos: el rol de la familia en darle valor a la asistencia a clases y que la escuela sigue sin convocarlos del todo, sin despertarles el suficiente interés.
Esto pese a que en Mendoza, desde la Dirección General de Escuelas (DGE) se viene haciendo hincapié en la importancia de que los chicos estén en la escuela y se han generado estrategias en este sentido. Sin embargo, no parece tan fácil de revertirse.
En el quintil de mayores ingresos, casi la mitad de los estudiantes adujo esta causa (48%) mientras que baja a 24% en el quintil más pobre. Pero en definitiva, en el promedio del país, argumentó esto 38% de los alumnos, 4 de cada 10.
Ante esto, referentes en educación hicieron hincapié en el rol de la familia. “La falta de ganas de ir a la escuela interpela también a las familias, que muchas veces entienden que lo que pasa en la escuela no es más importante que otras tantas actividades, o bien que ir a la escuela puede ser una decisión sometida a la voluntad de los chicos”, opinó Videla.
El psicopedagogo Jorge Yacobucci explicó que para la mayoría de los adolescentes, la actividad concreta de estudiar, no se encuentra entre las cosas que elegirían hacer. “Siempre resultó fundamental el apoyo de la familia a las trayectorias escolares, la asistencia escolar siempre fue un valor que se sostuvo familiarmente”, destacó.
“Lo que se observa en la actualidad es que el componente social, los vínculos, las amistades, que ha sido siempre uno de los principales atractivos de las escuelas para los adolescentes, se resuelve desde lo digital. El abuso en el uso de pantallas ha generado un deterioro en la construcción de vínculos reales y físicos. Sin dudas, esta es una variable importante”, agregó.
Pero asimismo, como otros profesionales, reconoce que la escuela no logra adaptarse a las nuevas demandas, ofreciendo formatos más atractivos y que dialoguen mejor con las formas y necesidades de los adolescentes actuales . “Es evidente que la mayoría de los colegios no han logrado reinventarse y ofrecer escenarios educativos adaptados a la cultura de lo digital”, apuntó.
En tanto, Peña dijo que para empezar a revertirlo hay que trabajar con la familia, que se tiene que comprometer con el tema, y con los alumnos. Pero también la escuela tiene trabajo: “Ofrecerles una oferta educativa que sea atractiva para los alumnos, que ellos quieran estar en la escuela, que quieran ir y pertenecer a la escuela mediante una propuesta que sea dinámica, no sea divertida, sino diferente, y que ellos quieran compartir con sus compañeros en la escuela”.
Recordó además los beneficios del sistema que comenzó a usarse el año pasado en la provincia, el SAT, Sistema de Atención Temprana. Fue implementado por la DGE y a través de la Inteligencia Artificial (IA) usa modelos para predecir trayectorias en riesgo.
En abril, el gobierno escolar informó que de los estudiantes que estuvieron en alto riesgo de abandono en 2023, 4.500 continuaron sus trayectorias escolares durante este ciclo lectivo. Peña dijo que permite detectar quiénes tienen muchas insistencias y así poder ofrecer diversas estrategias de acompañamiento. Al cierre de esta edición no se había logrado obtener un análisis de esta situación por parte de la DGE.
Diversos motivos
Entre las causas del “faltazo” los chicos también mencionan entre las principales causas cuestiones como llegar tarde, problemas de acceso como clima y transporte, problemas de salud de un familiar o tener que cuidar de alguien.
Otra conclusión del abordaje es que el ausentismo afecta a los estudiantes de todos los sectores sociales: no hay diferencias significativas en la cantidad de faltas que tienen los alumnos de distintos niveles socioeconómicos. Pero destaca que se observan diferencias en los motivos.
“Para los estudiantes del quintil más bajo (los de menores recursos), los principales motivos para ausentarse son problemas de salud propios (54%), problemas de acceso a la escuela por el clima o el transporte (30%) y la falta de ganas de ir a la escuela (24%). En el quintil más alto, las razones que predominan son problemas de salud propios (67%), falta de ganas de ir a la escuela (48%) y llegadas tarde a clases (24%)”, detalla el trabajo.
Manuel Becerra, docente secundario, profesor y magíster en Historia, sostiene que “el ausentismo escolar es un problema que aparece como tal a partir de tres procesos: la precarización laboral y sanitaria de las familias, la extensión de la obligatoriedad escolar y una cultura dominante que promete éxito instantáneo y la no consecuencia de apartarse de las normas porque todos creemos tener razones para estar exceptuados de ellas. El problema existe y es grave”, subrayó.