“Gracias a toda la comunidad de Mendoza llegamos a la cifra que necesitaba para operarme. Ahora necesito de la buena energía de todos”.
Con esas palabras, Valeria Paparini (43), peluquera, demostró su tranquilidad pocas horas antes de someterse a una cirugía en su ojo izquierdo tras un accidente producido por el uso de pirotecnia de un tercero, hace nueve años. Lo cierto es que la cirugía, programada para hoy en Centro Visión, intentará recuperar un poco de la visión perdida. Valeria necesitaba ayuda para reunir el dinero que requería la operación y la comunidad puso manos a la obra. “El ojo quedó destrozado por completo y desde entonces a hoy pasé por varias cirugías. Me colocaron una válvula que controla la presión ocular, pero debieron sacarme el iris y quedé con la pupila dilatada, solo veo luz, como si fuera el sol, y distingo algún color”, relató a Los Andes Valeria, que es mamá de dos hijas de 18 y 12 años.
El esfuerzo que debe realizar su ojo derecho para compensar la ceguera del izquierdo y además el riesgo de una maculopatía (enfermedad ocular crónica que provoca visión borrosa o un punto ciego en el campo visual) la lleva a la necesidad de someterse a una cirugía, que tiene un costo de 1 millón de pesos.
Gracias a la solidaridad de amigos, familiares y conocidos, y a la mucha difusión de su situación, había llegado a reunir algo menos de la mitad días atrás. Pero en las últimas horas consiguió el resto y Valeria ya se encuentra lista para entrar al quirófano. A contrarreloj, Valeria seguía confiando en que conseguiría el resto del dinero. “Sigo trabajando, soy peluquera de un salón del barrio Unimev, en Guaymallén, y también hago trabajos a domicilio. Es muchísima la gente, incluso los dueños del local, que me están ayudando y estoy muy agradecida y a la vez con expectativas e ilusión de poder mejorar mi situación”, amplió. En aquel momento, no hubo solución y su vida se transformó en caótica, según detalló, ya que el ojo sano se fue deteriorando. “Hace dos años surgió la posibilidad de colocarme una lente especial que viene de otro país, pero no tenía las posibilidades económicas y hace poco sufrí un gran susto con el riesgo de la maculopatía, enfermedad progresiva que lleva a la ceguera, aunque milagrosamente no la desarrollé”. “De todos modos la cirugía es necesaria porque el riesgo sigue existiendo. Además, si recupero algo de visión del ojo afectado podría descansar el ojo sano”, completó. “Con mi trabajo, y la ayuda de mi familia no llego a cubrir los costos de la operación, por eso apelo a la solidaridad de quien pueda, para que me ayuden a no perder mi ojo y poder seguir trabajando, viendo y sosteniendo a mis hijas”, había señalado.