El contexto asociado a deterioradas condiciones socioeconómicas, incertidumbre, volatilidad, entre otras cosas, está afectando la salud emocional de los niños. No es inocuo para ellos lo que se vive en los entornos familiares, lo que escuchan y perciben y por ello están manifestando cambios en sus conductas y en sus reacciones. En definitiva, cuando deberían estar preocupados por jugar terminan pensando en si están o no seguros en la calle o si en casa alcanza el dinero. Los relatos de padres, en las escuelas y especialistas advierten esta delicada situación que los altera y a lo que se suma el escenario de fin de año, con un cansancio que ya les pesa y se suma a la necesidad de cerrar el ciclo lectivo.
Los chicos expresan intranquilidad, ansiedad, reacciones exacerbadas frente a situaciones cotidianas con una en particular: el temor.
Con el último viento Zonda fuerte, a finales de octubre, y el corte de luz, Benjamín (8) se asustó mucho, se abrazó a su mamá y estaba muy preocupado. “Es que se está asustando mucho”, argumentó ella. “El es muy sensible a todo lo que ocurre alrededor: al contexto y lo que le pasa a los demás, más que mi hija mayor, está con bastante temor, por ejemplo a veces no se puede dormir porque tiene miedo que entren ladrones”, contó Paola.
Y siguió: “Por ahí uno no se da cuenta y habla de ciertas cosas sobre el dinero, la actualidad, la política y claro que sí, a él como a cualquier niño le afecta y después le genera cierta inseguridad y temor”.
Tanto ella como su esposo tienen trabajos estables, sin embargo, contó que a veces les expresa que le da miedo que les falte dinero o cosas por el estilo.
Florencia tiene un hijo de 6 años con autismo, y reconoció que últimamente el pequeño está teniendo reacciones exageradas frente a ciertas situaciones como la frustración por no poder hacer algo. Agregó que además está mucho más cansado de lo habitual y que tiene muchas actividades. “Es un niño muy tranquilo y ahora está irritable, ante un cambio de rutina se le llenan los ojos de lágrimas inmediatamente o le da angustia”, relató. “Estos últimos días me está señalando animales marinos, me toma la mano y me lleva a la puerta, pero ¿cómo le explico que no puedo llevarlo al mar?”, apuntó.
La chica agregó que ella misma está agobiada por todas las demandas, cuestiones familiares por resolver, gestiones como trámites y turnos que suelen surgir a fin de año, el sueldo que no alcanza, la preocupación. “Creo que el niño lo está captando”, subrayó.
Por eso, la semana pasada optó por no enviarlo al colegio dos días, “para que bajara un cambio, pero ese cambio de rutina también le genera ansiedad”, dijo sobre la encrucijada en la que se encuentra.
En una escuela primaria, el papá de un niño de 6 años contaba que su hijo no quería ir al colegio cuando nunca había tenido problemas. En la dirección le dijeron que los niños a fin de año están cansados y que se suma que captan la preocupación e incertidumbre de los padres ante el contexto. Por eso, dado que no tiene problemas de aprendizaje, le sugirieron que quizás no era esencial que asistiera cuando estaba así y que una alternativa era que optara por regular la asistencia.
Los miedos
Los chicos viven inmersos en un entorno familiar al que son susceptibles. Escuchan conversaciones, las noticias, ven actitudes o si los padres, como tantos, están agobiados ante un contexto complicado e incierto.
“Lo que influye en la casa, por supuesto, lo terminan vivenciando ellos todo el tiempo”, apuntó el psicopedagogo, investigador y conferencista internacional Alejandro Castro Santander.
Contó que al ir a los colegios a dar conferencias, hay consultas que se reiteran por parte de los docentes y directivos y que tienen que ver con que los chicos expresan miedos. “Si vos te fijás, es un poco el término desde la política que más se ha estado argumentando, justamente con la estrategia del miedo (...) Y es algo que los chicos vivencian y a diferencia del adulto no lo pueden manejar porque no tienen las estrategias para manejarlo”.
Resumió que en los primeros años de la primaria aparecen miedos a todo lo que tenga que ver con la situación socioeconómica, porque no son ajenos a los temas de charla y noticias y se crea un entorno de temor. “Ven a papá, a mamá, como preocupados, mencionando temas que ellos no pueden manejar, ellos lo interpretan, se crea un clima de temor que ellos resignifican con miedos que no tienen un objeto”, explicó.
En ese sentido se refirió al clima familiar que se genera. “Vas a perder esto, vas a perder lo otro o si viene tal, va a pasar tal cosa (...) habrá chicos que ni prestan atención ni les importa y hay otros que sí”, dio como ejemplo.
En la escuela
En las escuelas y entre los especialistas hay coincidencia en que se produce una especie de efecto acumulativo, entre las vivencias de los últimos años, las condiciones actuales y el cansancio y exigencias del fin de año.
La escuela es sin dudas una gran observadora de la vida de los chicos y en ella impacta lo que les sucede.
La Magíster y licenciada en Psicopedagogía y Psicología, Constanza Azpilcueta, quien trabaja en varias escuelas, no dejó de subrayar este triple impacto.
Resaltó que esta es una época de muchas demandas en la escuela y se suma el cansancio acumulado por lo que observan cambios en las conductas,.
Pero además opinó: “Por supuesto que el contexto social, económico y el político afecta muchísimo y a ellos les preocupa porque afecta a las familias, porque ven preocupados a los papás, ellos entienden la situación y que en algunos casos hay una situación de inestabilidad económica grande, se dan cuenta sobre todo los más grandecitos de la primaria y los adolescentes muchísimo más”. De hecho, un médico psiquiatra reconoció un aumento de los casos de trastornos de ansiedad en estos últimos.
“Sin duda el contexto en el cual estamos inmersos condiciona la realidad de las familias y por ende la estabilidad o inestabilidad que perciben los niños y niñas”, remarcó.
La licenciada mencionó que se observan exacerbadas la angustia de separación, las conductas desafiantes y en el nivel inicial los vínculos. “En los chicos más grandes de primaria y fundamentalmente en la secundaria -continuó- han aumentado notablemente los ataques de pánico y crisis de angustia y problemática referidas al suicidio (…) todo esto tiene que ver con el contexto social”.
Agregó que en educación privada manifiestan preocupación de la continuidad en el colegio, por el aumento de las cuotas, y esto les genera gran angustia y enojo.
“Ahora por ejemplo en las escuelas, con poblaciones más vulnerables uno ve que hay mucho más hambre cuando les entregan la merienda y piden repetirse o sea realmente todo esto afecta un montón lo escolar ya sea directamente o indirectamente, porque los chiquititos de nivel inicial por ejemplo, si bien no manifiestan esta preocupación, sí afecta todo lo vincular”, relató.
Consecuencias
Son innumerables las variables que inciden en este contexto. Sin embargo, una importante que señaló la psicóloga es la ausencia de los padres en el hogar. Es que los últimos años más personas se han visto obligadas a incorporarse al mercado laboral o tener más horas de empleo para cubrir sus necesidades básicas ante la pérdida del poder adquisitivo y los papás están fuera y los dejan al cuidado de otras personas. Eso hace que se afecte ese que es el vínculo primario - explicó Azpilcueta- que influye en su forma de vincularse o abrirse al mundo por lo que también lo perciben como más inestable.
Esto genera angustia y culpa en los padres lo que hace difícil poner límites y muchas veces comienza a ser el niño o niña quien va tomando las decisiones. Ante esto, cuando en la escuela deben adaptarse a normas y formas tienen una frustración muy grande. La experta señaló que esto incide tanto en el vínculo con los pares (que no siempre accederán a sus deseos) como con los docentes. Frente a ello responderán de diferentes maneras: desafiando las normas, con angustia, etcétera.
“La escuela no es ajena a la realidad social- política y económica en la que vivimos, los chicos escuchan y reproducen las opiniones de los adultos respecto de lo que sucederá si gana tal o cual candidato o preguntan a los docentes a quién votarán. Los más pequeños haciéndose eco de lo que escuchan, y los adolescentes con un verdadero temor e incertidumbre frente al futuro del país, que los angustia y los hace plantearse la posibilidad de emigrar, y para ello estudiar carreras que lo posibiliten”, refirió la profesional.
Una docente de tercer grado también reconoció cambios en las conductas asociados a estos factores. Mencionó el cansancio como filtro de todo y dio como ejemplo que cada año se suman más días de clase o que si hay fortalecimiento es a contraturno, que hay que terminar trabajos y hay integradores.
“Ese cansancio los condiciona conductualmente,”, expresó.
Castro Santander sumó un dato llamativo: recordó que durante la crisis del 2001 se vivieron condiciones similares incluso con situaciones de mucha agresividad por parte de padres en las escuelas y que era la forma de canalizar la bronca y el estrés.
Para estar atentos, la psicóloga recomendó observar cualquier cambio de conducta llamativo en los niños: en el sueño, alimentación, juego, rendimiento escolar. Propiciar un espacio de escucha activa frente a lo que les gusta, les preocupa , los motiva. Y ante cualquier duda acudir a la escuela, dialogar con los docentes y Equipo de Orientación (si hay) para poder acompañar juntos al niño o niña.
“Es muy importante que sepamos que la familia es el primer núcleo socializador del niño, y por ello privilegiado para que aprendan las habilidades básicas de socialización”, reforzó la experta.