Lo que era una obra de construcción en una casa de barrio -como otras tantas que se llevan adelante cotidianamente- en la ciudad de Rivadavia terminó por convertirse en un histórico y fundamental hallazgo que permite conocer más sobre los pueblos originarios de Mendoza. Y es que en julio de 2021, en el momento en que se estaba cavando el pozo séptico en un patio, el hallazgo de una considerable cantidad de restos óseos enterrados frenó los trabajos y alertó, primero a las autoridades judiciales, pero luego a las antropológicas y patrimoniales.
“Cuando el pozo había llegado a una profundidad de entre 2,5 y 3 metros, a quien lo estaba haciendo le llamó la atención de la presencia de muchos huesos humanos. La persona llamó de inmediato al 911 y, en un principio, intervino la fiscalía de Homicidios y nos llamaron a nosotros. La primera hipótesis era que se tratara de restos óseos humanos de un posible homicidio u accidente a ser investigado, por lo que al comienzo no intervinimos como arqueólogos”, rememora a Los Andes el perito en antropología forense del Cuerpo Médico Forense y Criminalístico, docente e investigador del Conicet, Pablo Sebastián Giannotti sobre el hallazgo. Junto él participó también su colega, Daniela Mansegosa.
Sin embargo, ya desde el primer momento hubo un detalle que les llamó poderosamente la atención: la disposición de los restos óseos y la cantidad. “Seguían dos patrones distintos de entierro. El primero con que nos encontramos era de entierro secundario, con huesitos desarticulados. Es un patrón muy propio de cementerio. Pero también nos encontramos con entierros primarios, esqueletos en posición principal. Esos últimos no estaban en posición de respeto, ya que unos estaban encima de otros, y algunos estaban boca abajo. Eran cuerpos de adultos y niños, hombres y mujeres. Y había también bebes. Daba la sensación de que se trataba de una fosa común”, recapitula Giannotti.
A un año y 7 meses del hallazgo –y por medio de distintos estudios científicos- ya se han podido confirmar algunos datos técnicos. No obstante, esto no hace más que aumentar aún la sorpresa y, por decirlo de algún modo, el misterio. Y es que se trata de un hallazgo sin precedentes, no solo por el lugar donde se encontraron, sino –además- por la manera en que, se cree, murieron esas personas.
“Si bien aún resta analizar cerca de 5% de todo el material, calculamos que en el conjunto de huesos desarticulados había, al menos, 17 personas, con una elevada representación de niños (menores de 12 años y menores de 5 años). En cuanto a los cuerpos completos, que por su ubicación serían los últimos enterrados, identificamos a 13 individuos –la mayoría mujeres-. Y casi todos adultas jóvenes, de entre 20 y 35 años. Solo se identificaron 3 hombres, uno solo adulto (más de 50 años), mientras que otro tenía entre 8 y 10 años al momento de su muerte, y el restante de entre 3 a 5 años”, destaca el investigador y perito en antropología sobre el hallazgo, realizado a 1,5 kilómetros de la plaza departamental de Rivadavia.
“Manejamos dos hipótesis fuertes respecto a qué les pasó a estas personas. La disposición de los cuerpos encendió una alarma, ya que queda confirmado que fue un entierro simultáneo y esas 13 personas cuyos cuerpos se encontraron completos fueron enterradas en un mismo momento, boca abajo y sin un tratamiento respetado; se nota que fueron cuerpos arrojados. Si a ello se suma que hay muchas mujeres y niños, al tiempo que hay ausencia de hombres activos en lo social y reproductivo, la principal hipótesis es la de una matanza. No obstante, tampoco se descarta que se haya tratado de una epidemia”, resalta el especialista y quien comandó el equipo de los trabajos antropológicos en el lugar.
Independientemente de los resultados obtenidos desde julio de 2021 hasta la fecha, los investigadores están a la espera de algunos resultados que, entre otras cosas, les permitirían saber el momento en que estas personas fallecieron (se cree que fue entre el siglo XVII y XVIII, ya una era histórica y o prehispánica) y las causas de los decesos.
“Por medio de las lesiones posteriores a la muerte, se podrá saber si fueron asesinados. En el análisis de los huesos nos llamó la atención la presencia de muchas lesiones corto punzantes en las costillas (zona torácica) y pelvis. Inicialmente, ello reforzaría la hipótesis de la matanza. Incluso también las marcas en la frente de un niño de 8 o 10 años”, agrega el investigador, quien además encabeza el equipo mendocino de Arqueología y Antropología Forense del Instituto de Arqueología y Etnología, Facultad de Filosofía y Letras, (UNCuyo).
De todo este trabajo están participando, además, la Municipalidad de Rivadavia, la Dirección de Patrimonio de Mendoza y representantes de las comunidades de pueblos originarios en territorio mendocino.
Cronología del histórico hallazgo
Luego de que en la obra privada se encontraran los restos de huesos humanos y se diera aviso a las autoridades, el procedimiento tomó otro rumbo. En el lugar trabajaron durante 10 días los peritos, y así fue como –en el último día de excavación- se halló un elemento que terminaría siendo clave para contextualizar el escenario.
“Apareció un objeto de adorno muy típico de las comunidades originarias, un tembetá (una especie de piercing labial gigante, de cerámica y de color rojo). Ese objeto nos dio una datación cronológica narrativa de cultura Huarpe Viluco en la zona. Pero fue algo inédito, ya que los registros de comunidades Huarpes en el momento de la ocupación de los españoles estaban diseminadas en lo que hoy es Luján y el centro oeste”, explica Giannotti.
Ese hallazgo en particular convirtió a la investigación en patrimonial y arqueológica, y así fue como los trabajos se extendieron incluso a las otras dependencias especializadas que intervienen actualmente.
Más allá de las estimaciones de la época en que habitaron estas personas, se precisa de un análisis de datación de carbono para tener la confirmación exacta. No obstante, el adorno de cerámica hallado sirve como referencia. “En Rivadavia no tenemos antecedentes de poblaciones originarias ya que era un lugar de ocupación española y con mano de obra de indígenas (Huarpes). Sí se sabe que, a través de la práctica de la encomienda, el hombre se trasladaba. Y a ello se suma que, entre los nombres de algunas comunidades de Rivadavia, hay algunas llamativas como, por ejemplo, La Libertad y que muy próximo al lugar donde fue el hallazgo. Eso nos lleva a pensar, entonces, que hacia ese lugar se escapaban los Huarpes cuando escapaban de la encomienda”, agrega el especialista. Y esto también le da fuerza a la hipótesis de la matanza.
Giannotti no descarta, incluso, que en la zona haya otros espacios similares u otras fosas. “Queda pendiente otra pata antropológica, para ver si hubo epidemia o matanzas en esta región. Hasta entonces se habían encontrado sepulturas con ajuares en la zona de médanos. Cada vez es más común que en las obras –privadas o públicas- aparezcan estos ‘cementerios’”, sostiene.
La participación de los pueblos originarios
A raíz del reconocimiento de la ocupación de territorios del Sur mendocino por parte de las comunidades mapuches que oficializó el Gobierno Nacional en las últimas semanas, en Mendoza se ha vuelto hablar –y mucho- de sus pueblos originarios. Y, aunque este proceso en la ciudad de Rivadavia nada tiene que ver con la polémica que se generó por las tierras del Sur, aquí también han jugado un rol fundamental las comunidades originarias.
Y es que, tras el hallazgo y a fines de 2021, se convocó también para participar a los representantes de las comunidades originarias de la investigación.
“Pedimos a las comunidades autorización para tomar muestras del sedimento y lo enviamos a un colega de Córdoba para que pueda estudiar los huevos de bacterias y parásitos que pudiesen haber estado en las vísceras de las personas antes de morir. Con este estudio, se puede saber el motivo de muerte”, agregó Giannotti, quien aclaró que es algo que esperan tener confirmado antes de que termine 2023.
El equipo que encabeza Giannotti, la dirección de Patrimonio de Mendoza, la Municipalidad de Rivadavia y los representantes de los pueblos originarios conformaron una mesa de diálogo y, permanentemente, se reúnen para trabajar y conversar sobre los avances.
“Desde lo científico se pueden hacer muchísimas cosas, como estudiar la genética, el ADN para conocer dónde venían y que sirva como indicador de su ancestría. Estamos muy pendientes del consenso que se logre con las comunidades. Otro objetivo para este año es avanzar con Patrimonio en el proceso de la posible restitución de los restos a las comunidades”, reafirma el investigador.