De manera trágica y sorpresiva, a sus 74, falleció en Mendoza el poeta Aldo Rocamora. Era, para los seguidores atentos de la escritura poética de nuestra provincia, un personaje particular: había nacido en Los Andes, Chile, en 1949. Sin embargo, desde hace casi medio siglo (desde 1974), residía entre nosotros, y aunque llevó consigo la escritura desde siempre, sólo dio a conocer sus textos cuando debutaba el nuevo siglo.
Por eso, como decimos, hacía falta ser un lector atento para conocer su carisma y sus poemas. O formar parte del grupo La Colmena, que integró y honró con sus textos y su humor, tan particular. En 2015, Rocamora tuvo uno de esos momentos que permitirían a muchos (de nuevo, a los atentos) conocer su estatura poética, cuando fue invitado a participar por quien esto firma de la tercera edición del Festival Internacional de Poesía de Mendoza.
Ese viernes 9 de octubre, en la sala Azul del Espacio Le Parc, Rocamora integró una mesa de lectura junto con Yván Conna (mendocino nacido en Estados Unidos) y la recordada Lía Truglio de Farina (nacida en Buenos Aires, pero también como los otros, mendocina por adopción). Allí protagonizaron, en la apertura de esa edición del festival, una lectura magnífica en la que destacó especialmente Rocamora no ya sólo por la gran calidad de los poemas que leyó, sino también por su capacidad como lector de los mismos y como hábil discursista, capaz de animar lo que pudo ser una presentación sin alma, para convertirla en un verdadero espectáculo.
El mismo Rocamora propuso un pequeño texto autobiográfico, destinado a ese festival, que sirve para conocer su trayectoria, pero también sus intereses. Lo reproducimos aquí:
“Aldo Rocamora nace en 1949 en Los Andes, Chile. Allí hace sus estudios primarios y secundarios. De adolescente viaja a Santiago para estudiar, en la Universidad de Chile, la carrera de Historia y Geografía. Por su militancia política, le caducan la matrícula. Viaja a la Argentina en 1974, donde se radica. Allí desarrolla diversos oficios; cosechador, albañil, soldador, comerciante, fletero. Se casa, tiene tres hijos. Su carrera literaria la inicia a finales de los ‘90. Ha publicado dos libros de poesía: Poemas para discutir y Poemas del boxeador que no contesta. Además, edita en prosa: Relatos desiguales y combinados y Los cascarudos de Beazley y otros cuentos. Tiene en preparación La razón de la sinrazón (ensayos) y Aplastante peso el de la mirada (poesía), entre varios otros. Es miembro del grupo La Colmena y de Epicentro Escritores”.
Este jueves 15 de junio, según el relato de sus amigos más cercanos, Aldo Rocamora sufrió un accidente cerebro vascular en su domicilio, al que no sobrevivió. Fue llevado a sepultura el domingo y enterrado este martes, donde recibió el último adiós de quienes lo conocían.
En un poema que parece destinado a este último momento, pero que dedicó a un amigo muerto, Rocamora lamenta el actual “derrotero del Hombre”. Quizá haya que pensar en ese poema como un legado, que aquí compartimos:
Memoria de Alcalde
Recién ahora me entero
que Alfonso Alcalde ha muerto
se ahorcó con un cinturón de cuero
en aquel humedal del Sur de Chile
que con avidez fagocita todo.
Concepción fue su tumba apetecida,
Concepción y la ironía del su nombre
la playa de Tomé para ser más exactos
Seguro el Bio-Bio, asistió impasible y ajeno en la distancia
escarbando cantos rodados con su azadón transparente.
Alfonso Alcalde cantor de afuerinos, putas y marginales,
muere y con el muere la más probable Ilíada de los pobres
Si algo me hacía falta para sepultar a Dios
tengo como prueba el cadáver del poeta
acorralado por moscas negras
que seguirá colgado eternamente
en el umbral de conventillo, allá en Tomé
La crónica dice que ya estaba ciego
creo que en realidad Alcalde
se negó a ver el espantoso derrotero del Hombre.
(Aldo Rocamora)