Murió Eva Paole, la jubilada de General Acha, en La Pampa, que se había enterado que era heredera de un millonario. A los 68 años, su vida dio un vuelco inesperado cuando uno de sus hijos escuchó en una parrilla que su madre podría ser la hija de un terrateniente de la zona que había fallecido en 1983, dejando una fortuna de 30 millones de dólares. Mientras tanto, Chacha sobrevivía con una jubilación de 390 pesos.
El hacendado Rufino Otero, que no tenía hijos reconocidos, dejó tras su muerte unas 50.000 hectáreas, inmuebles en Buenos Aires y Miami, dos aviones, cinco mil cabezas de ganado y lujosas camionetas, según informó Clarín.
La madre de Eva, Josefa Paole, trabajaba como empleada doméstica en la casa de los Otero y se convirtió en la amante de su patrón. De esa relación nació Eva, pero su origen se mantuvo oculto y luego “don Rufino” se casó con una mujer de su misma posición social.
Con la sospecha cada vez más fuerte, Chacha inició la búsqueda de su identidad. Pero nada fue fácil. En 1999, Eva presentó una demanda de filiación alegando ser la hija de Otero. Pidió una comparación de ADN y comenzó la lucha por la millonaria herencia que había quedado en manos del sobrino del hacendado, Darío Sarasola. Pero a solo un mes de esa presentación, el cuerpo de Otero fue robado para impedir las pruebas y se colocó otro cuerpo en su lugar.
Un juez penal comprobó que alguien había abierto el cajón de Rufino Otero pocos días después de la presentación judicial de Paole. El cadáver encontrado estaba desnudo y con cortes, pero el hombre había sido enterrado vestido y no se había realizado ninguna autopsia. Además, una placa de mármol tenía dos tornillos rotos y la placa de hierro estaba dañada. Las pruebas de ADN entre Eva y el cuerpo falso dieron negativo, como se esperaba.
En 2006, la justicia permitió un estudio entre la madre de Eva (Josefa Paole) y la madre de Rufino Otero, Justina Portas. Esas pruebas demostraron que Chacha era la nieta de estos últimos. Los resultados tardaron dos años y se obtuvieron en enero de 2008.
A su vez, hasta el momento Sarasola había vendido 26.000 hectáreas a una sociedad anónima desconocida, se había deshecho de siete inmuebles y cuatro campos. El hombre murió en el 2007 por una enfermedad repentina.
Pero Paole nunca se rindió y, después de un proceso legal de 13 años, en 2012, la Justicia pampeana determinó que esta jubilada era la única hija del millonario Otero. Finalmente, Eva acordó por una cifra mucho menor, nunca revelada públicamente.
La jubilada murió a sus 83 años en su misma casa de General Acha acompañada por sus hijos, nueras y sus nueve nietos.