Se lo va a extrañar. Cómo no extrañarlo si el Negrito, el perro que vivía en el interior del Municipio de San Martín, era la mascota de todos los empleados. Hasta los últimos intendentes lo habían adoptado.
Una enfermedad estomacal, además de su edad –se calcula que tenía 12 años— complicaron su salud esta semana y ayer a la tarde, en una veterinaria de la zona, cerró sus ojos para siempre.
Laura Alfonso, empleada de Prensa y “madrina”, publicó el miércoles en las redes un pedido de ayuda económica para su internación: a los pocos minutos recibió numerosos mensajes de gente que donaba dinero para costear su tratamiento.
“Pero no llegó. Como todo callejero, era sufrido. Una bacteria afectó su torrente sanguíneo y no resistió”, dijo Laura, angustiada, para agradecer la cálida atención del veterinario José Casagrande.
“No lo envenenaron ni lo maltrataron, afortunadamente. Pero como perro que llegó de la calle y luego fue adoptado, tuvo una vida anterior sin los cuidados necesarios”, aclaró.
“Gordo rico, pura ternura”, así definía Laura al Negro o Negrito, al que conoció en un paseo verde cerca del municipio. Pidió permiso a jefes e intendentes, la autorizaron y allí instaló el hogar canino.
Una vez por mes se hacía una “vaquita” en una urna para comprar alimento, vacunas, medicamentos y hasta chalecos para que pase mejor el invierno.
Dueño y señor de su zona, era una mascota amigable y cariñosa. “Todos nos enamoramos de él y hoy lloramos su partida. Será difícil ingresar a la municipalidad y no encontrarlo”, lamentó.
Laura llora y se ríe a la vez cuando lo recuerda en sus andanzas. Y se consuela: “Estos últimos años vivió como un rey”.