Sergio Ariel Reynoso, el mendocino detrás de una de las cadenas solidarias más emotivas y movilizadoras de los últimos años, falleció el jueves por la tarde. El hombre tenía 58 años y, junto a su esposa, había sido estafado por una firma constructora a quien habían contratado para arreglar su casa en Godoy Cruz. A raíz de este engaño, el matrimonio se había visto obligado a alquilar un departamento y la renta, en teoría, debería haber sido costeada por la misma firma que los estafó. Pero un nuevo incumplimiento de parte de la firma casi los deja en la calle.
Fue luego de la viralización este duro momento, que se sumaba a su difícil historia de vida -Sergio tenía Parkinson y pasaba gran parte del día postrado en su cama-, que en Mendoza y en todo el país se gestó una impactante cadena solidaria. Y, con ayuda económica de cientos de miles de personas, Sergio y Silvia pudieron no solo saldar la deuda de los meses de alquiler que debían -5 meses-, sino que se habían ilusionado con la idea de terminar de restaurar su casa original, que había quedado cuasi abandonada luego de unos errores edilicios de la firma acusada y que, no solo no reconstruyó la casa, sino que la había dejado directamente inhabitable.
“Se fue mi amigo Sergio (el que muchos conocieron en esa campaña solidaria por él y Silvia). Tengo el corazón partido. Los recuerdos de nuestra adolescencia quedarán grabados a fuego en el corazón. Chau, hermano. Nos volveremos a encontrar. Perdón por no haber hecho más. QEPD”, lo despidió su amigo, el periodista mendocino Juan Esteban Suraci en la red social X cerca de las 21 del jueves.
A Sergio le detectaron la enfermedad degenerativa luego de que lo golpearan violentamente en la cabeza durante un asalto. El Parkinson estaba muy avanzado, tanto que ya le habían colocado un par de plaquetas con electrodos en la cabeza, con la intención de paliar los efectos.
UNA VIDA DIFÍCIL
Si bien Sergio y Silvia se conocían desde niños -las familias eran muy amigas entre sí-, en 1994 se casaron. Y ese mismo año se fueron a vivir a Estados Unidos, en un principio, con la idea de instalarse allá. Pero en el país del Norte nació su primera hija, y la crianza de la niña –sumado a algunas realidades de la familia de Silvia-, los trajo de vuelta a Argentina en 1998.
Cuando la madre de Silvia enviudó, ella y Sergio –junto a su primera hija- se mudaron a la casa familiar (ubicada en Figueroa Alcorta al 600, también en la misma zona de Godoy Cruz). La mamá de Silvia –y suegra de Sergio- decidió hacer un adelanto de herencia a sus tres hijos, por lo que la casa y el terreno donde vivían quedó para que se lo repartan entre ellos. Por aquel entonces, Sergio ya estaba trabajando como peluquero, mientras que Silvia había trabajado de administrativa, de ama de casa y hasta de promotora en un viejo hipermercado de Mendoza.
Hasta allí, todo iba bien para la familia e, incluso, ya había nacido la segunda hija del matrimonio. Pero también fue por esa época en que los primeros nubarrones comenzaron a asomar en el horizonte y a acercase a ellos.
En 2002, mientras Sergio estaba trabajando en su peluquería, sufrió un violento asalto. Con un revólver le dieron un culatazo en la cabeza y le gatillaron en el estómago. Desde ese traumático momento, el hombre no quedó bien. Y luego de una serie de estudios neurológicos, allí le diagnosticaron Parkinson. Incluso, la junta médica les dijo en ese momento que había muchas probabilidades de que todo el estrés que sufrió en ese hecho haya ‘despertado’ la enfermedad.
Hasta ese momento, Silvia había estado en la peluquería como asistente de Sergio. Pero el diagnóstico de la enfermedad degenerativa los obligó a alterar todos los planes, por lo que Silvia comenzó a estar más presente en el salón. A partir de ese momento, Silvia se fue formando -de la mano de Sergio- como peluquera también.
Durante un tiempo, Sergio siguió cortando el pelo, pero de a poco, el pulso comenzó a jugarle malas pasadas al hombre, por lo que no tuvo otra que “colgar las tijeras”. A partir de entonces, Silvia quedó al frente de la peluquería, y el comercio se mudó a la cochera de la casa de la madre de ella.
LA GRAN ESTAFA
Mientras Silvia y Sergio ya estaban instalados en la casa de la madre de ella –falleció el año pasado-, uno de los hermanos de la peluquera decidió encarar la construcción de un pequeño departamento en la parte de atrás de la vivienda. Y, aunque en ese momento lo no sabían, eso terminaría por ser otra pesadilla (una de tantas ya) para el matrimonio.
Y es que en medio de las obras, los trabajadores rompieron una pared que no había que romper y eso derivó en que toda la casa se empezara a venir abajo. Primero se deterioró la cocina y luego se empezaron a deteriorar todos los techos y lo demás. En ese momento, el matrimonio hizo el reclamo a la empresa constructora, y desde la firma se comprometieron a arreglar todo. Incluso, Silvia y Sergio les entregaron un auto como parte de pago.
Pero el responsable de la empresa constructora -que, a raíz de este caso se supo que tenía otras denuncias por estafas, irregularidades e incumplimientos- nunca cumplió y siempre eludió, no solo la responsabilidad, sino permanentes reclamos.
Silvia y Sergio seguían en la casa de Figueroa Alcorta al 600, con paredes y techos que se venían abajo. Ante esta situación, el mismo responsable de la firma ofreció alquilar un departamento para que Silvia y Sergio –con su enfermedad cada vez más avanzada- vivieran hasta que estuviera todo arreglado. Y así fue como, hace más de 3 años, llegaron al departamento de Figueroa Alcorta al 800 (a dos cuadras de su casa), con la promesa (una más) de que iban a tirar todo en su vivienda familiar e iba a construir una casa nueva en su terreno.
Pero el cuestionado responsable de la empresa constructora se hizo cargo del pago del alquiler hasta fines del 2022. Desde ese momento, Sergio y Silvia no pudieron hacerle frente al pago del alquiler. Y así fue como surgió una nueva preocupación: el temor al desalojo.
EL DÍA EN QUE LA SOLIDARIDAD LES DIO UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD A SERGIO Y A SILVIA
En marzo de este año, a través de un amigo de Silvia y de Sergio, la dura historia del matrimonio salió a la luz en las redes sociales, y no tardó en viralizarse. Fue en X (ex Twitter) donde, en un hilo, este amigo escribió un resumen de la difícil realidad del matrimonio. Y, en menos de una semana, todo cambió para Silvia y para Sergio. Y, afortunadamente, cambió para bien.
Y es que en apenas algunas horas lograron juntar el dinero que debían del alquiler adeudado, y hasta lo suficiente para hacerle frente a los intereses por mora.