Ñacuñán, una escuela a cielo abierto de la flora y fauna provincial

Nació para evitar el desmonte de algarrobo y es la primera reserva de la provincia, creada en 1961. En el medio del mapa provincial conviven 160 especies de aves, 4 de felinos, además de zorros, lagartijas y armadillos, entre otros.

Ñacuñán, una escuela a cielo abierto de la flora y fauna provincial
Reserva de Biósfera Ñacuñán

Ñacuñán es un pequeño pueblo cercano al centro geográfico de la provincia y a casi 200 kilómetros de la capital. En plena zona rural, de monte y médanos, viven unas 60 personas y otras tantas en los puestos de los alrededores de este distrito de Santa Rosa de 12.800 hectáreas, que en 1961 se convirtió en la primera reserva provincial.

Justamente, el principal atractivo es la flora y fauna autóctona, un sitio muy visitado por alumnos de escuelas, estudiantes universitarios y turistas amantes de la naturaleza de distintas partes del país y del mundo. Hace un tiempo, Ñacuñán tuvo una fugaz fama cuando un equipo del canal Discovery llegó en busca del pichiciego, un pequeño armadillo muy difícil de observar. “Si bien en esa oportunidad no se logró el propósito, tenemos al menos siete registros de observación de pichiciegos en esta reserva”, comenta el guardaparques Andrés Castro.

Desde la capital mendocina hay que hacer 180 kilómetros para llegar al área protegida. Se debe tomar la ruta 7 hacia el Este, hasta Santa Rosa, luego Las Catitas por la ruta 153 camino a Monte Comán, San Rafael. Prácticamente es el único poblado entre estos dos puntos del Este y del Sur provincial.

El puesto sanitario del Iscamen marca la llegada y un gatito cariñoso recibe a los visitantes. Es un presagio de la convivencia que reina en la zona. Para ingresar a la reserva propiamente dicha hay que tomar el camino con dirección al Este y a unos 4 km se encuentra la entrada de la denominada “Escuela a cielo abierto”. Andrés cuenta que antes de la pandemia recibían a 1.500 alumnos de diferentes establecimientos por año y ahora están recuperando ese nivel de actividad. Recorrer el sendero interpretativo lleva entre dos horas y media y tres. “Es uno de los lugares ornitológicos más importantes del país”, asegura Castro. “Aquí se pueden observar unas 160 especies. Además hay especies muy raras de encontrar en otros lugares, como la lechuza bataraz chaqueña. Es un paraíso para los ornitólogos”, dice. Y agrega que aquí habita el águila coronada, en peligro crítico de extinción. En el país quedan 1.000 ejemplares y aquí en la reserva tienen identificados tres nidos de esta especie.

Reserva de Biósfera Ñacuñán
Reserva de Biósfera Ñacuñán

Vale aclarar que los trabajos de investigación y preservación son realizados por personal del Conicet en conjunto con Recursos Naturales Renovables. La idea de la reserva nació como necesidad para proteger los bosques de algarrobo, que prácticamente habían desaparecido en el lugar, producto de la depredación humana hasta mediados del siglo XX.

Durante la visita se explica cómo se adaptan las plantas para sobrevivir en una zona tan árida. Es que en lo que va del año, tienen registrados 90 mm de lluvia. “El algarrobo extiende sus raíces hasta la napa freática y si no tuviésemos algarrobos, tampoco tendríamos águilas coronadas aquí, porque hacen sus nidos en árboles altos, que superen los 5 metros”, añade Andrés. Aquí viven cuatro especies de felinos: puma, gato montés, del pajonal y yaguarundí; además de zorros, lechuzas, vizcachas. En verano se observan serpientes, lagartijas, tortugas y varios tipos de armadillos. Como no hay humedales en las cercanías, muchas aves se acercan a beber en el estanque (tanque australiano) del puesto de guardaparques y piletas con agua de pozo que hay en la zona.

Ubicación de la reserva | Infografía: Gustavo Guevara / Los Andes
Ubicación de la reserva | Infografía: Gustavo Guevara / Los Andes

Sara Echenique, responsable de Turismo de Santa Rosa, destaca la cogestión de Ñacuñán entre el Iadiza (Conicet), Recursos Naturales y la comuna. Informa que para el 21 de agosto, durante la segunda edición de la Maratón de Ñacuñan –y gracias a un proyecto de los guardaparques– se impondrá el nombre a las ocho calles que tiene el distrito. La plaza llevará el nombre de la recordada y querida educadora Susana Salazar. Sara señala que probablemente el 20 de agosto abran la temporada de astroturismo en el distrito, ya que la zona, al estar alejada de las ciudades, es ideal para observar los astros.

Pero estar lejos tiene sus desventajas. “Ñacuñán es una localidad rural que, como tantos otros lugares, comenzó a decaer con el cierre del ferrocarril. Hoy es un lugar con muchas necesidades: comunicación deficiente, demasiado alejada de los centros urbanos, sin fuentes de trabajo”, asegura Ester Valdez (Yoya), vecina y creadora de la biblioteca popular Hermelinda Riera. Agrega que los jóvenes que egresan de la escuela primaria tienen que emigrar a Santa Rosa para seguir estudios secundarios, o viajar dos veces a la semana a cursar.

El pueblo también “sufre la carencia de políticas de desarrollo productivo, especialmente en la parte turística que permitan el crecimiento social y económico a la comunidad local y sus artesanos, especialmente en el rubro gastronómico y de infraestructura habitacional para ofrecer hospedaje al turismo y los usuarios de la Ruta 153 Monte Comán-Las Catitas”.

Reserva de Biósfera Ñacuñán
Reserva de Biósfera Ñacuñán

De todas maneras, Echenique pone en valor los emprendimientos que han surgido en los últimos meses, como una fábrica artesanal de alfajores de harina de algarroba y una productora de dulce de leche, con distribución en varios puntos de la provincia.

Nahuel Sosa, un joven vecino, asegura: “Soy un privilegiado de la vida y orgulloso de vivir en este lugar. Es muy importante que se siga conservando la flora y fauna. El adecuado uso de los recursos naturales sin producir mayores daños a la naturaleza, y a la capacidad de reproducción y reabastecimiento de los mismos con el tiempo”.

El padre de la reserva

El periodista Miguel Títiro recuerda: “Virgilio Germán Roig, quien ayer cumplió 93 años de vida es el creador de la reserva. En 1960, con 30 años, comenzó como investigador en el Instituto de Biología Animal, en la Facultad de Ciencias Médicas. En paralelo ya contaba con la documentación para crear las reservas forestales de Ñacuñán y Divisadero (administración Francisco J. Gabrielli). El 19 de julio de 1961 y por iniciativa de Roig y otros investigadores en estudios de la zona-, se declara al lugar Reserva Forestal de Ñacuñán, por Ley Provincial 2821/61″.

Visitas guiadas

El nombre Ñacuñán es de origen pehuenche y significa “Alma de aguilucho”, destaca la Guía de Educación Ambiental, realizada durante la gestión de Elena Abraham en la subsecretaría de Medio Ambiente de la Provincia. La reserva Ñacuñán cuenta lugar para acampar, salón de usos múltiples. Turnos para visitas guiadas: nacunan@mendoza.gov.ar

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