Cuando Nélida del Carmen Martínez era chica, en su Villa Atuel natal, solo jugaba a la maestra. Como tantas otras niñas de su edad, soñaba, desde aquel pequeño rincón de San Rafael donde pasó toda su vida, con enseñarles a sus alumnos a leer y escribir.
Egresada, más tarde, de la Escuela Normal de la ciudad de San Rafael, a 60 kilómetros de su pueblo, el primer tropiezo fue, paradójicamente, el mejor empujón para encontrar su vocación en la franja de adultos.
“Era principiante y no encontraba ninguna escuela en ese momento para empezar mis primeras armas. Lo primero que salió como oportunidad fue un centro de adultos”, recuerda “Neli”, soltera, de 55 años y en la cuenta regresiva para su jubilación. Aquella vivencia en ese centro de adultos le cambió la vida y se enamoró perdidamente del contexto, del ambiente. “¡Tan gratificante!”, exclama.
Se abocó a las distintas historias; a los abuelos analfabetos y a las muchas personas mayores que ni siquiera sabían escribir el nombre de sus hijos. “Triste y desafiante a la misma vez”, señala en diálogo con Los Andes.
Lo cierto es que toda su carrera docente Nélida la cumplió en el lugar que la vio nacer y con tanta pasión y vocación que fue distinguida durante un acto organizado el martes por la Dirección General de Escuelas (DGE) en el Centro de Congresos de San Rafael, con la presencia de numerosas autoridades provinciales.
“Fue una alegría enorme, pero no me la creo porque hay muchos otros docentes merecedores de reconocimientos similares. La educación de adultos tiene muchísimas particularidades, llegan personas con problemáticas muy difíciles de abordar y allí estamos con todo un equipo para guiar, acompañar, escuchar. Llegan estudiantes que pasan hambre, que han vivido en la calle, en la pobreza, mujeres violadas, golpeadas. Tenemos de todo, por eso es tan increíble”, señala con devoción.
Nélida es docente y directiva del Cebja 3-075 “Maestro Gonzalo Tabanera” y asegura que su escuela está abierta para personas de entre 14 y 100 años. “Es un plus en la vida del adulto, un lugar donde no solo se aprende, sino que se comparten vivencias”, explica.
Tal vez por el pudor que para muchos genera tomar la decisión de ir a la escuela siendo ya adulto, las clases suelen dictarse en lugares alternativos. Puede ser una iglesia, un salón comunitario, una sociedad de fomento.
“En fin, creo que cuando pedimos prestado un espacio para trabajar, todo el mundo lo cede sin objeciones. La educación sigue siendo respetada aunque se diga lo contrario”, asegura.
Insiste en que desconoce por completo el fundamento que utilizaron las autoridades educativas para otorgarle la distinción por su labor en la franja de jóvenes y adultos. Y reitera que habría que preguntarle al resto.
“Tal vez por la trayectoria, no lo sé. Pero jamás podría haber hecho nada sin el gran equipo que me acompaña”, señala con humildad.
“Creo que fui la persona nombrada, pero inmediatamente lo hice extensivo al resto. Somos muchos y trabajamos mañana, tarde y noche”, completa. Ella, tal vez, más que otros, aunque nunca lo dirá. “Me casé con la docencia”, asegura.
Vaca raciones y un proyecto único
Y hay más: el Cebja donde Nélida realiza su labor docente lleva a cabo una novedosa propuesta única en la provincia de Mendoza.
Se denomina “vaca raciones” y se relaciona con una actividad que se desarrolla a partir de haber obtenido, años atrás, una máquina texturizadora de soja.
“Esa máquina produce todo lo que sale de la soja, es decir, desde la leche hasta la textura que permite elaborar pizzetas y hamburguesas, productos que nosotros entregamos a otras escuelas de manera solidaria. Esos establecimientos son libres de consumir, comercializar o entregar a las familias más necesitadas y vulnerables de esta zona”, explica.
“De alguna manera es un proyecto solidario que nos encanta hacer. Un tiempo quedó trunco porque la máquina fue a otro lugar, pero volvió y seguimos elaborando productos de manera interdisciplinaria, porque intervienen todas las materias”, señala.
Por otro lado, los insumos se obtienen de la municipalidad de San Rafael a partir de un convenio de colaboración.
“Esto no solamente ayuda a los alumnos a crear interés y, por qué no, despertar el deseo de seguir una carrera afín, sino que también ayuda al pueblo. No olvidemos que mucha gente está necesitada y que a este centro se acercan personas que por distintos motivos, sobre todo económicos o sociales, no pudieron continuar estudiando”, agrega la maestra, para indicar que el Cebja contempla primaria y primer ciclo de la secundaria.
“Definitivamente creo que el mayor desafío es lograr la alfabetización. Nosotros estamos para eso y, como dije antes, para acompañar, guiar. En parte pienso que por todo esto estamos bien vistos y nos hemos ganado el respeto de la comunidad”, advierte, para señalar que en Villa Atuel la gente en general es “muy buena”.
El Cebja 3-075 “Maestro Gonzalo Tabanera” posee actualmente una matrícula de 90 estudiantes. De esa cifra, 25 o 30 son adultos que abandonaron sus estudios años atrás.
“Y aunque no es una escuela de orientación agrícola, nuestro proyecto de vaca raciones nos distingue de resto y nos otorga un plus. Porque aprendemos todas las materias a partir del grano de soja que nos donan: desde matemática, lengua, ciencias naturales y hasta la historia del lugar”, resalta Nélida, con un orgullo que le cuesta disimular.