El squirt está en el top 3 de las mayores fantasías de hombres y mujeres. Lograr tal excitación en la pareja que provoque un chorro de líquido expulsado por el clítoris se ha erigido como un objetivo a cumplir en cualquier relación de alta intensidad. Sin embargo, una vez más debemos aclarar que semejante imagen se la debemos exclusivamente a esa ciencia ficción llamada “porno” y que la realidad puede llegar a ser un poco más modesta, en cuanto a la expulsión de fluidos, aunque no menos intensa.
Tal como se explica en el canal español Diversual, el squirt “no se consigue a la primera pero en el momento menos pensado, llega. Es un proceso fisiológico que ocurre cuando nos estimulamos de determinada manera”. Como todo, requiere tiempo, práctica y paciencia, pero sobre todo bajas expectativas, ya que la mente con frecuencia juega en contra de estas cosas. Cuánto más quieras llegar a un squirt o hacérselo sentir a tu pareja, menos posibilidades hay de que se produzca.
Está muy relacionado con el Punto G y el clítoris, “de hecho muchas personas experimentan su primer squirt usando un succionador”, aclaran en el canal español, y agregan un dato esencial “No está relacionado con el orgasmo, se puede tener un squirt y no tener orgasmo”.
Qué es y qué no es un squirt
Muchas personas, e incluso expertos en sexualidad, hablan de eyaculación y squirting de forma indistinta, como si se tratara de lo mismo, pero son dos fluidos distintos.
Según un estudio del Instituto Nacional de Medicina sexual de los EEUU, los órganos que lo producen y los componentes del squirting y la eyaculación femenina no son los mismos.
La eyaculación femenina es el líquido que las personas con vulva liberan durante el orgasmo. Puede ser transparente y algo lechoso y puede llegar a confundirse con la lubricación natural de la vagina.
Por el contrario, el squirting es la expulsión de una cantidad moderada de un líquido acuoso prácticamente transparente. Es liberado por la uretra (orificio por donde se orina) incoloro y prácticamente no huele a nada. En este caso, a diferencia de la eyaculación femenina, no está relacionado con la llegada al clímax.
Entonces, tenemos más o menos claro todo lo que no es: no es un chorro a presión, ni eyaculación femenina, tampoco es una forma de orgasmo ni implica sentir mayor placer.
En cuanto a lo que sí es, hay varias opiniones y sobre todo dudas, nada raro si tenemos en cuenta que este tipo de investigación estuvo históricamente a cargo de hombres y que recién en 1998 una mujer -la uróloga Helen O’Connell- hizo por primera vez una descripción de la anatomía completa del clítoris.
A tal punto, que aún hoy el squirting es puesto en duda por fisiólogos porque la mayoría de las mujeres asegura que nunca lo experimentó. Incluso se llega a discutir si se trata de orina, orina mezclada con el fluido de las glándulas de Skene, o si es una secreción de estas últimas, aumentada por la inminencia del orgasmo y expulsada con fuerza por sus contracciones.
Lo que podemos asegurar es que sí existe, aunque la mayoría todavía no lo haya vivido en carne propia. Según la página Diversual, en un artículo verificado por la sexóloga española Agustina Fulgueiras, en algunos estudios se ha comprobado que en personas que tenían la vejiga vacía antes de la excitación sexual, justo antes de experimentar el squirting sus vejigas se llenaban. Esto coincide con el análisis que algunos autores han realizado del fluido, que concluyen que es orina diluida.
Cómo conseguir esa experiencia
Vimos que no es tan fácil lograr un squirt, sin embargo no es imposible. Solo requiere algunos conocimientos “técnicos” de qué puntos tocar, excitación, práctica, paciencia y una mente en modo zen durante el proceso. Este camino de ida puede hacerse sola o acompañada, no necesariamente debemos tener pareja para sentirlo, ya que -según los especialistas- con autoestimulación y algunos sex toys se puede conseguir sin problemas.
Para empezar, hay que estimular el clítoris, no solo para aumentar la excitación, sino para permitir que pueda llenarse de sangre y así poder palparlo.
En segundo lugar, estimular el punto G. Esto se hace introduciendo el dedo medio y/o anular por la vagina, con la palma hacia arriba hasta llegar a la zona rugosa, en la pared delantera del canal vaginal. También se puede utilizar un estimulador o dildo curvo, especialmente diseñado para esta tarea. Si se presiona correctamente comenzarás a tener una sensación parecida a la de querer orinar. Si es así, es normal.
Una vez ubicado el punto G, se debe estimular mediante un masaje aumentando poco a poco la presión y frecuencia. Los movimientos pueden ser circulares, lineales, rápidos, hasta detenerse o haciendo presión hacia arriba. Algo que no suele fallar es hacer presión como si se quisiera tocar el hueso púbico y presionar al mismo tiempo externamente el pubis con la palma de la mano.
Por último, se empieza a sentir un mayor cosquilleo y ganas de orinar, no te contengas. Lo que sí puedes hacer es incrementar el ritmo de las contracciones de los músculos que permiten la liberación y retención de orina, algo que dará como resultado el squirt.
Otra forma es a través de la doble estimulación del punto G y el clítoris, usando los dedos, juguetes sexuales o penetración. Y aunque la mayoría de información sobre el squirting apunte a que es necesaria la estimulación directa del punto G, muchas mujeres aseguran que lo han conseguido con la estimulación del clítoris únicamente. Por supuesto que esto requiere la estimulación completa del órgano, no solo el botoncito. La forma más fácil es hacerlo vibrar de principio a fin y esto se consigue sobre todo con los vibradores -tipo bala- o los especialmente diseñados y recientemente en el mercado: succionadores de clítoris.
Las mejores posturas para un squirt
Aunque en menor medida, la penetración también puede lograr el estado ideal para conseguir un squirt. Por supuesto que las posturas sexuales más favorecedoras serían aquellas que estimulan el punto G, y mucho dependerá de la forma del pene. Por ello hay que tener en cuenta el grosor, la forma y la curvatura del miembro de tu pareja.
La vaquerita es ideal para aquellos hombres que tienen un pene más delgado y curvado hacia arriba, mientras que El perrito es apropiado para penes gruesos o con el glande de mayor tamaño.